El complejo de dominación capitalista: gobierno madurista y oposición gringa, no
terminan de estabilizar el nivel político. Los maduristas que representan a una
burguesía emergente, infiltrada en el chavismo, formada con sorprendente voracidad
sobre el erario público, sin el menor recato, explosiva y también efímera. Cuyo
emblema es el imprecisable tarek el escurridizo. Sin desestimar sus contradicciones
internas, con los restos del 4 de febrero y los sectores marginales. La oposición gringa,
es el bando de la burguesía más tradicional, consolidado, con ansias revanchistas,
vengativa. Quiere acelerar el proceso de instauración del capitalismo, aprovechar la
derrota del Socialismo para ir a lo hondo, arrasar con todo, desde pdvsa, hasta las
plazas, todo debe ser privatizado, el Estado reducido a la función de gendarme de la
riqueza de los grandes empresarios. Las dos burguesías son irreconciliables con
Chávez y con sus leales seguidores.
Estas dos burguesías no consiguen ponerse de acuerdo. La neoburgesía
madurista, no tiene vista larga, lo de ella es la rapiña inmediata, el mañana no entra en
sus planes, no construye, su consigna es el atraco. La burguesía tradicional, piensa
con más profundidad, quieren construir un capitalismo estable.
Esta contradicción se expresa en la estulticia del madurato, que no entiende la
alternabilidad, no le da la testa para comprender que debe ceder el gobierno, en aras
de la estabilidad del sistema capitalista. De allí se desprende la pérdida de la
expectativa necesaria para el engaño electoral. En el campo oficialista no hay pugna
por el candidato, aunque han querido forzar una disputa alrededor de la candidatura
de maduro, cuando se sabe que allá adentro la unanimidad es mafiosa.
La oposición gringa, sigue patinando en su mezquindad, su carencia del mínimo
sentido de colectivo propia de su carácter capitalista, allí nadie cede su ambición, y
todos presentan un programa, una propuesta de volver a la cuarta que no emociona
más allá de los fedecamaros, no tiene aroma popular. La casablanca impondrá el
candidato y el programa.
Esta contradicción del campo burgués, hasta ahora, no consigue resolverse por
la vía electoral. Necesariamente, entonces, se resolverá por la violencia. El factor
militar con intereses en los dos campos capitalistas tiene la palabra definitiva en la
solución. Por fuera quedan las protestas populares que a falta de liderazgo se diluirán,
serán absorbidas por uno de los bandos burgueses. Y por fuera, no aparece en
escena la contradicción entre la masa desposeída, despojada, y la burguesía
explotadora. Esta contradicción que se iba resolviendo con Chávez y el Socialismo,
quedó relegada. Inexorablemente aparecerá tarde o temprano en escena. Por ahora,
la llamada izquierda funcional al sistema, se pierde en la ilusión de que esto no es una
dictadura, que las burguesías le entregarán el poder, de acuerdo a una Constitución
violada mil veces, el gobierno, de que habrá elecciones limpias, y en ese juego agota
sus energías.
Todas estas contradicciones ocurren en un ambiente de crisis económica, social,
cultural, terrible como pocas veces ha vivido el país. El momento es explosivo, vivimos
una situación típica donde “una chispa puede encender la pradera, como dijo Rosa
Luxemburgo. Sólo los cándidos se quedan clavados en el presente, no se preparan
para el futuro inmediato que anuncia tempestad.
¡CHÁVEZ VOLVERÁ!