Maduro privatiza PDVSA y aumenta la gasolina mientras Diosdado aplaude

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Lo que está haciendo el Gobierno de Maduro va en dirección opuesta a lo que hizo el Presidente Chávez en materia petrolera. Es un retroceso que compromete nuestra soberanía económica y limita las posibilidades de salir de la profunda crisis del país.

Mientras nuestra Política de la Plena Soberanía Petrolera se concentró en recuperar la soberanía y el control sobre la explotación del petróleo, Maduro lo cede a entidades privadas, en una reedición de la nefasta Apertura Petrolera que tanto daño causó al país.

La batalla por la Plena Soberanía Petrolera se libró en PDVSA, durante la derrota del Sabotaje Petrolero de 2002–2003, fue un enfrentamiento cruento, entre las transnacionales petroleras y el Estado venezolano. Allí aprendimos una lección: no podíamos recuperar la soberanía en el manejo del petróleo, si no teníamos control de nuestra empresa nacional, PDVSA.

Mientras las operaciones de PDVSA estuvieron bajo control de las entidades privadas, no se podía aplicar la Ley Orgánica de Hidrocarburos promulgada durante el gobierno del Comandante Chávez.

La vieja PDVSA estaba en abierta rebeldía y confrontaba al Estado venezolano: mantenía los «Convenios Operativos«, y como la ley no los permitía dijeron que «eran contratos de servicios petroleros«. Las «Asociaciones Estratégicas«, solo pagaban 1% de regalía y manejaban las operaciones y comercio del petróleo, a pesar de que la legislación establecía lo contrario; mientras «Bitor», empresa creada con la empresa china «CNPC», seguía produciendo Orimulsión, que se vendía al precio del carbón.

Es decir, aunque el Estado venezolano había promulgado una nueva Constitución y una nueva Ley de Hidrocarburos, la misma no se podía aplicar, porque las transnacionales tenían el control político y operacional de la vieja PDVSA.

La «meritocracia petrolera» de PDVSA eran agentes de las transnacionales. Esta posición de desacato al Estado se confrontó violentamente durante el Sabotaje Petrolero, provocando más de 17 mil millones de dólares de pérdidas directas y la paralización económica del país. Fue solo después de derrotarlo y rescatar la empresa que pudimos manejar el petroleo y ponerlo al servicio del pueblo, tener estabilidad y crecimiento económico.

Habiendo tenido esta experiencia traumática y nefasta para el país, uno se pregunta: ¿por qué el gobierno de Maduro ahora hace lo mismo?, ¿por qué hace lo mismo que la IV República?, ¿por qué se vuelve a entregar PDVSA a las empresas privadas, ahora chinas, rusas o venezolanas de dudosa trayectoria?

Los argumentos del gobierno son los mismos dados por la Apertura Petrolera en su momento: «la incapacidad de PDVSA de asumir estas operaciones, la falta de recursos, la necesidad de atraer inversiones extranjeras», etc.

El Gobierno de Maduro agrega a éstos, la infamia de que PDVSA, la Roja Rojita, la de Chávez, es una especie de entidad corrupta e ineficaz. Es decir, Maduro actúa con mayor desprecio hacia los trabajadores de PDVSA que las mismas transnacionales.

Tal como en la Apertura Petrolera, la privatización de Maduro fue antecedida de un proceso de destrucción de capacidades de PDVSA, para luego ceder las operaciones a los privados. El gobierno persiguió a los líderes operativos de la empresa en una política de «tierra arrasada» en las áreas petroleras. Sobre las ruinas de lo que alguna vez, no muy distante, fue la empresa orgullo y soporte de toda la Patria: PDVSA, ahora avanzan los nuevos rostros que socavan nuestra soberanía.

La entrega de Maduro, como casi toda la acción de su gobierno, ha sido ramplona, soberbia, inmoral, una traición al pueblo, una lesión a los intereses de la Patria.

El gobierno actúa de espaldas al país, en secreto, mintiendo, sin rendirle cuentas a nadie, al margen de la Ley Orgánica de Hidrocarburos y de la Constitución.

No les importa entregar y privatizar PDVSA. Actúan con la soberbia del que está «sobrao», del que hace lo que le viene en gana, del «pranato». Sólo cuentan con el aplauso de los nuevos grupos económicos y de los aduladores de su entorno. Es la Ética del Desastre.

El gobierno con sus «astucias comunicacionales» intenta minimizar estos actos de entrega de soberanía, en medio del caos reinante en el país y, entre escándalo y escándalo, se están haciendo cosas muy graves que comprometen nuestro futuro.

En este caso, el petrolero, entregan la empresa a los privados e inmediatamente arremeten contra la supuesta «conspiración Chavista» para tumbar la producción y derrocar su gobierno. El gobierno prefiere confiarle la salvaguarda de los intereses nacionales a los privados que «defenderán y gestionarán» mejor el petróleo que los propios trabajadores de PDVSA.

Los ahora llamados «Contratos de Servicios Petroleros» de la Apertura de Maduro es la privatización de toda la industria petrolera y, de allí para abajo, no habrá una sola empresa del Estado, que quede en pie, bajo control y propiedad social, Estatal. Es cuestión de tiempo y prioridades del gobierno, en su bandazo a la derecha.

Lamento decir que he tenido razón cuando desde mis artículos he advertido de manera sistemática que está en desarrollo una nueva Apertura Petrolera,algo impensable hace tan solo cinco años atrás. Igual sucede con el oro y demás minerales a través del Arco Minero, y con la entrega del Gas de la Patria. El gobierno de Maduro tiene una línea de acción clara de entrega de nuestros recursos naturales, comprometiendo la soberanía económica del país.

Como se hizo durante la IV República, la entrega se produce de manera progresiva, en distintos eventos en la misma dirección, hasta que, finalmente, se consigue el objetivo del madurismo en su visión político-económica del país: una abdicación del socialismo, del Plan de la Patria; una restauración de la hegemonía del capitalismo, ramplón y dependiente, a cambio de mantenerse en el poder. Es un nuevo pacto con un sector de la derecha, que exige hacer concesiones en áreas estratégicas de la economía, como justamente está sucediendo ahora.

Pero la propaganda del madurismo trata de negar lo que es evidentemente un bandazo a la derecha de su gobierno: manipulan, mienten, distraen. Que nadie se deje engañar: si algo repetía insistentemente el Comandante Chávez era su rotundo rechazo a cualquier tipo de privatización de PDVSA (véalo Ud mismo en este ), no se trata de abortar ninguna «conspiración» de los trabajadores de PDVSA, se trata de una entrega de las operaciones y el control a los privados. Hay que remitirse a los resultados: si tiene cola de perro, orejas de perro, cuatro patas y ladra, entonces, ¡es un perro! El resto es paja, es auto engañarse. ¡Basta!

El gobierno del Presidente Chávez, creó un marco legal muy estricto en materia petrolera, justo para resguardar o preservar los intereses de todo el país, independientemente del signo político del gobierno. La paradoja y lo que no sospechaba el Comandante Chávez, ninguno de nosotros, era que existiera un gobierno, como el actual, que violaría todo ese marco Constitucional y legal, sin importarle la institucionalidad ni la legitimidad de sus acciones. Un gobierno del «pranato» político.

Es otra lección para los revolucionarios: a la derecha, tenga el nombre que sea, poco le importan las leyes o la legitimidad, cuando se trata de alcanzar sus objetivos políticos y económicos. Así, parafraseando la célebre enseñanza del Ché: a la derecha «ni un tantico así«.

Aunque confrontamos un problema de orden político, es necesario precisar la inconstitucionalidad e ilegalidad de los actos de privatización del Gobierno, pues resulta importante denunciar que los mismos, no sólo son inconstitucionales, sino que, resultan ilegítimos.

El Artículo 12 de nuestra Constitución establece que «todos los yacimientos mineros y de hidrocarburos pertenecen a la República y son bienes del dominio público». Es decir, son bienes, que de someterse a Contratos o Acuerdos, estos son de interés público, «por lo que deben ser aprobados por la Asamblea Nacional» de acuerdo al artículo 150 de la misma, o -agregamos nosotros- en su defecto, por la Asamblea Nacional Constituyente, ya que la misma se ha abrogado las competencias de la primera.

Por otra parte, el artículo 302 de la Constitución establece que «el Estado se reserva, mediante la Ley Orgánica respectiva, por razones de conveniencia nacional, la actividad petrolera, otras industrias y servicios de interés público y de carácter estratégico». La reserva de una actividad significa, «la exclusión de los particulares del ejercicio de la actividad o lo que es lo mismo, la exclusiva realización de los mismos por parte del Estado», como señala la Doctora Hildegard Rondón de Sansó en su libro «El Régimen Jurídico de los Hidrocarburos».

Finalmente, el artículo 303 establece que, «por razones de soberanía económica, política y de estrategia nacional la totalidad de las acciones de Petróleos de Venezuela, S.A., … exceptuando la de sus filiales».

Pareciera que Maduro aprovecha la rendija que dejó abierta el «miquilenismo» en la Constitución del 99, para violentar la intención del Constituyentista y la voluntad del propio Comandante Chávez, de no privatizar de ninguna manera y bajo ninguna patraña como los mencionados «Contratos de Servicios Petroleros» a PDVSA.

Los maduristas tratan desesperadamente de esconder la entrega del gobierno, argumentando incluso, en contra de la Ley Orgánica de Hidrocarburos vigente, la de Chávez, diciendo que los «Contratos de Servicios Petroleros» firmados por Quevedo, son mejores que las Empresas Mixtas de Chávez, reivindicando los «Convenios Operativos de la Apertura Petrolera. Ya el madurismo critica abiertamente a Chávez. Se caen las caretas.

Cuando la Constitución reserva al Estado la actividad petrolera, señala que lo hará «mediante la Ley Orgánica respectiva«; veamos entonces qué dice la Ley Orgánica de Hidrocarburos respecto a las «actividades reservadas», las cuales son: la exploración, extracción, la recolección, transporte y almacenamiento inicial de petroleo, a las cuales se llama «actividades primarias».

Señala la Ley que estas «actividades reservadas» o «actividades primarias«, las realizará el Estado «por empresas de su exclusiva propiedad o a través de Empresas Mixtas donde tenga una participación accionaria mayor al 50%» . Además, esta Empresa Mixta, «debe garantizar al Estado un control real y un poder decisorio sobre todos los negocios y operaciones de las empresas creadas para actuar en la actividades reservadas».

Luego de la derrota del Sabotaje Petrolero, desde el Ministerio de Petróleo y la Nueva PDVSA, comenzamos la ofensiva de la Plena Soberanía Petrolera, ahora le tocaba al Pueblo. Teníamos al Comandante Chávez, sin su apoyo no hubiese sido posible avanzar.

Logramos conducir un proceso exitoso de migración de los antiguos «Convenios Operativos», ilegales e inconvenientes a los intereses del país a la figura de las Empresas Mixtas. De 33 empresas migraron 31. Las otras dos las ocupamos con los trabajadores, en nombre del Estado, restableciendo la Ley y su autoridad.

En el equipo del Ministerio de Petróleo y en la Dirección de la Nueva PDVSA, nos dimos cuenta que, la participación del 51% de PDVSA no garantizaba el «control real y un poder decisorio sobre todos los negocios y operaciones de las empresas creadas para actuar en la actividades reservadas», y por tanto no cumplía con el mandato de la Constitución.

Es por esa razón que en todas las Empresas Mixtas creadas en el marco de nuestra ley, PDVSA tiene como mínimo un 60% de participación, que nos garantiza el control real y poder de decisión en la Empresa Mixta, pues los puestos de dirección o estratégicos están bajo control de PDVSA: el Presidente, producción, finanzas, planificación.

Por supuesto que los privados siempre prefieren tener ellos el control de la Empresa Mixta, es más, prefieren estar solos en el negocio. Son empresas capitalistas, y el petróleo es el mejor negocio del mundo. Todas las transnacionales petroleras son capitalistas y se rigen por los mismos intereses y la misma lógica del capital. Si no hay un gobierno capaz de defender nuestros intereses nacionales, las transnacionales se llevan nuestros recursos y riquezas como hacen ahora mismo.

Cuando Quevedo firma una cesión de 9,9% de la participación de PDVSA en la Empresa Mixta Petrosinovensa, a favor de CNPC, sencillamente está vendiendo parte de la propiedad del Estado, es decir de PDVSA, a una entidad privada, lo cual es un proceso de privatización, independientemente de que PDVSA continúe con el 50,1%.

Es propiedad del Estado lo que se cede al privado. Se hace contraviniendo, como hemos visto, la Constitución y la Ley Orgánica de Hidrocarburos, de espaldas al país.

Volvamos a Chávez para recordar cómo era su conducta irreductible en defensa de nuestra soberanía económica e intereses nacionales, independientemente de que empresa o país se tratara. Recordemos lo que hacía Chávez como Presidente:

Con la Empresa Nacional China de Petróleo, la CNPC, se había creado la empresa Sinovensa para producir y vender Orimulsión. La empresa se constituyó, aceleradamente, antes de que entrara en vigencia la nueva Ley Orgánica de Hidrocarburos en el año 2002. Era el último gazapo de la Apertura Petrolera.

Así, luego de la derrota del Sabotaje Petrolero, cuando avanzamos en la ofensiva de la Plena Soberanía Petrolera, debíamos migrar esa empresa, ya constituida con un socio estratégico, al esquema de Empresa MIxta con mayoría del 60% de PDVSA, pero además, para producir petróleo y no Orimulsión.

Estábamos en Beijing, en el marco de una Reunión de la Comisión Mixta Sino-Venezolana, junto al Presidente Chávez. Los chinos, a todos los niveles, presionaban para que la Ley no aplicará a esta Empresa de Orimulsión. Era muy fuerte la presión: por un lado, los chinos y del otro, ministros del propio gobierno, todos le decían a Chávez que dejara ese proyecto tal como estaba, aludiendo «razones estratégicas».

Recuerdo que fue una discusión con el Presidente Chávez, dura, pero él era un líder que escuchaba y siempre tomaba decisiones ajustadas a nuestra leyes e intereses nacionales.

Le expliqué al Presidente Chávez, en medio del fragor del momento, que esa empresa china violaba todos los preceptos legales sobre las actividades reservadas al Estado, sobre el control de las mismas, pero que además, producía Orimulsión que era un proyecto de la Apertura Petrolera, creado para evadir el control del Estado sobre el petróleo, violar las cuotas OPEP y el régimen fiscal petrolero.

Incluso, le pude explicar que al vender la Orimulsión (que no era más que petróleo pesado emulsionado con agua) como un «producto» sustituto del carbón, entonces se valoraba, no al precio del mercado internacional de petróleo, sino a precio del carbón, con contratos a 25 años. Eran 34 dólares la «tonelada», equivalente a 4 dólares el barril.

Así fue la discusión, crítica, constructiva, entre revolucionarios. De todas maneras, seguía preocupado, porque la presión era muy fuerte y teníamos una reunión con el Presidente de la CNPC quien se vería con el Presidente Chávez en el complejo Da yu Tai en Beijing.

Estábamos en uno de esos majestuosos salones, colmado por ambas delegaciones, expectante de cuál sería la decisión del Presidente Chávez, qué diría. Cuando el Presidente de CNPC levantó el punto, que realmente era una queja en mi contra y contra el equipo del Ministerio de Petróleo y de PDVSA, el Presidente Chávez intervino, dando un irrestricto apoyo a nuestra posición, explicando las razones legales y económicas de nuestra posición e incluso reclamando a CNPC que tuviesen un comportamiento hacia el país, igual al del resto de transnacionales petroleras.

Desde mi puesto, en medio del silencio de la sala luego de que tronara la voz de nuestro Comandante, casi que me paraba a gritar consignas a favor de Chávez y la Revolución. Estaba muy emocionado y orgulloso de mi Presidente, del Comandante. No sería esta la única ocasión en que lo vería actuar de esa manera, radicalmente a favor de los intereses nacionales y del pueblo, un hombre valiente y honesto conducía los destinos del país. ¡Viva Chávez por siempre en el corazón de los hombres y mujeres justos de la Patria!

El Presidente de CNPC fue destituido y el gobierno chino mandó a Caracas a un nuevo presidente de su empresa a darnos garantías de que serían la primera empresa extranjera en migrar al esquema de las Empresas Mixtas contempladas en la Ley Orgánica de Hidrocarburos, y así lo hicieron.

La nueva Empresa Mixta se llamaría PetroSinovensa, donde nosotros teníamos el 60% de participación, lo cual nos garantizó el control sobre la operación y decisiones de la empresa. Nuestra producción pasó de 20 mil barriles día de Orimulsión a 120 mil barriles día de petróleo, que ¡vendíamos al precio internacional del petróleo!

Esta es la historia de la empresa donde Maduro acaba de vender una parte de nuestra propiedad y cedido el control a la CNPC. Lo ha hecho de espaldas al país, a nuestra Constitución y leyes, de espaldas a Chávez.

Pero no es la primera vez que esto sucede, la privatización de PDVSA avanza en silencio, para eso es el Decreto 3.368 que denunciamos en su momento por ilegal y por el peligro que implica para el país, que se concentre en manos de un Ministro, el general Quevedo, todo el poder para hacer lo que «considere necesario», para aumentar la producción de PDVSA; sin ningún tipo de control, saltándose todos los procedimientos establecidos en la Ley Orgánica de Hidrocarburos, sin rendirle cuenta a nadie.

Igual que hicieron privatizando, vendiendo, parte de la participación de PDVSA en PetroSinovensa a favor de CNPC, hicieron en la Empresa Mixta Petromonagas, a favor de la empresa rusa Rosneft. Nadie se entera de nada, los procesos son secretos, nadie sabe por qué, a qué precio, ni se conocen los contratos. Es una opacidad sin precedentes, ni siquiera cuando la Apertura Petrolera se actuó de esta forma, a pesar de que son contratos de interés público, violando la Ley Orgánica de Hidrocarburos y la Constitución.

No son hechos aislados, es una política clara del gobierno. Igual entregaron el manejo del gas a la Shell en el Oriente, y se entregaron las actividades reservadas al Estado por la Constitución, a empresas privadas en los «Contratos de Servicios Petroleros«, mencionados anteriormente. Por cierto, se entregaron, entre otros, los Campos «Dación» y «Jusepín» que habíamos recuperado para control del Estado con el Comandante Chávez.

Esta entrega sucede sin que la Asamblea Nacional diga nada, lo cual refleja un acuerdo tácito con el gobierno de «dejar hacer, dejar pasar«, cediendo sus competencias mansamente y con el silencio inexplicable de la Asamblea Nacional Constituyente, plegándose cobardemente a la entrega del país. Asamblea Nacional Constituyente, instalada para hacer «lo que Maduro diga» y de la cual ya nadie espera nada, más aún cuando Diosdado Cabello, su presidente, aplaude la nueva Apertura Petrolera de Maduro y se va a Anaco a mentirle a los trabajadores petroleros, diciendo que «los que mandaban aquí antes, montaron una estructura para tumbar la producción de petróleo», Diosdado «quien mandaba aquí antes» ¡era el Comandante Chávez!. Diría el Comandante: «Diosdado, ponte la mano en el corazón y dime por qué dices eso, por qué aplaudes ésto, por qué guardas silencio».

Lo vuelvo a decir: conozco las capacidades de nuestra industria petrolera, el corazón de PDVSA, sus posibilidades operacionales, su funcionamiento, las potencialidades de apoyo financiero, las áreas cuya producción ha caído, conozco a los trabajadores, a los líderes de las áreas. Hemos trabajado en un plan posible, viable, de recuperación de la producción. Haciendo bien las cosas, la producción comienza a recuperarse en menos de un año. No hace falta privatizar PDVSA, no hace falta entregar el petróleo. ¿Por qué se compromete, se remata nuestro futuro? Lo he dicho antes, el problema de PDVSA no es técnico, es político. El problema de PDVSA está en Miraflores.

Mientras escribo estas líneas, desde la Patria, recibo noticias de la antesala de lo que puede ser el mayor error de cálculo político del madurismo: el aumento de la gasolina a precio internacional. Se le impondrá al país un precio internacional impagable para un pueblo, agobiado por la crisis económica y cuyo sueldo mínimo promedio son apenas 30 dólares mensuales.

A horas de su aplicación, todavía este precio no se conoce, el gobierno sigue haciendo gala de improvisación y abuso contra los ciudadanos. Las colas de los que tratan de adquirir gasolina son enormes, las estaciones de gasolina están cerradas en el Zulia y Táchira, son imágenes que me recuerdan al caos del Sabotaje Petrolero. Son los estragos del Paquetazo de Maduro.

Tiene que haber pronto un pronunciamiento y un rompimiento de los sectores Chavistas y patriotas con este desastre, con este gobierno derechista, autoritario y entreguista de Maduro.

Los que estuvimos con el Comandante tenemos la responsabilidad histórica de renovar nuestro mensaje, de reafirmar nuestros principios, de dar un paso al frente, levantar la voz orientadora, valiente, deslindarse de este desastre, luchar por el poder. Con Chávez siempre ¡Venceremos!