Sólo podremos entender a Venezuela si la ubicamos en el paisaje planetario. Después de la desaparición de Fidel y Chávez, los dos últimos líderes revolucionarios, la humanidad quedó inerme frente a su depredador. El mundo capitalista unánime, sin protesta ni lamentos, siguió su camino de autodestrucción. El liderazgo mundial que venía en decadencia culmina con estas muertes su inmersión en la mediocridad, símbolo de la depauperación espiritual que el capitalismo produce, de la decadencia ética que acompaña la competencia económica, el sálvese el que pueda, la pérdida de valores de altruismo, el triunfo del egoísmo, del individualismo, la carencia de conciencia de pertenencia a la sociedad.
Si revisamos el liderazgo mundial, nos convenceremos de su deterioro. Pensemos en trump, en biden, en Sánchez (el español), en milei, en putin, en el presidente coreano, el chino… y dejémoslo hasta aquí, es suficiente para afirmar que con uno que otro chispazo, el liderazgo mundial es mediocre.
Esto no es fortuito, se trata de los mandatarios que produce el capitalismo, con sus valores de la ganancia, de guerra de todos contra todos, de la producción material en detrimento de lo espiritual, de lo intelectual; el valor del tener por sobre el valor de ser. Un desprecio por la inteligencia, al punto de delegarla en las máquinas de una supuesta inteligencia artificial que declara como un mérito su carencia de sentimientos. Es que los sentimientos, la sensibilidad, el importarse por el prójimo, por la naturaleza son obstáculo a la ganancia, reina de estos días.
Viendo a Venezuela desde el mundo, podemos entender mejor este liderazgo nuestro, mediocre, de brinco de pulga más que del vuelo alto del Cóndor. Estos “líderes” acompañan perfectamente a la tendencia mundial. Cumplen su papel de mantener a estos pueblos narcotizados, intoxicados de los valores del capitalismo, inútiles para la protesta más allá del apetito.
¿Hay esperanzas?
Esta situación mundial plantea un reto inmenso a la política de estos días, se trata de trascender lo local, de ir a lo universal como única manera de salvar al planeta y de conseguir la felicidad para esta y para las generaciones futuras. Nunca como ahora la suerte de lo local dependió de la suerte de lo universal, no es posible conquistar la felicidad de este pueblo sin una propuesta para la felicidad de la humanidad toda.
Entonces, no se trata sólo de sacar a los mediocres capitalistas del gobierno, el reto es retomar el camino de la construcción de una alternativa material y espiritual al capitalismo, que emocione al pueblo y estremezca al mundo. Es posible, fue aquí en Venezuela el último intento que tuvo esta grandeza, fue aquí que revivió el Socialismo como posibilidad concreta. Es aquí que el ejemplo está vivo, los dirigentes de aquel proyecto, aunque hoy perseguidos, están allí. Es aquí donde existe un pueblo que vivió la libertad verdadera, la que construye al humano, y no la libertad de los capitalistas que destruye a la humanidad.
¡Hay esperanzas!
Un día, un rayo de dignidad cruzará el cielo de esta Patria herida, y ese trueno despertará a líderes y pueblo y se emprenderá el camino de la resurrección, de la batalla definitiva de la salvación de la humanidad.
¡ELLOS VOLVERÁN, CHÁVEZ VIVE EN EL SOCIALISMO!