Lo que entendía Marx por praxis son prácticas políticas o de vida, iluminadas por una un ideal y una teoría, el ideal del socialismo y una teoría que se constata, se amplía o se corrige con las prácticas de vida o políticas, en un proceso “dialectico” infinito. Es difícil, pero la idea de Marx fue la de vivir con la rutina de comprender los cambios que experimenta la realidad social para reducir al mínimo sus conflictos. Una teoría montada en el lomo del devenir de la vida y de la historia, una teoría sensible a los cambios que sufre la experiencia que tenemos de la realidad que siempre será precaria. Por otro lado, el conocimiento teórico, que explica temas históricos, físicos y metafísicos, es inútil cuando no se puede aplicar a las pequeñas cosas de la vida, las cuales terminan opacadas por lo que llaman importante olvidando los problemas humanos concretos. Es común que se aliene de la realidad el sentido de la teoría, mucha gente vive pensando en “pajaritos preñados”; mucha gente vive en una “paja mental”, al tiempo que padece los embates de la realidad como si vivir disociado fuera una fatalidad de la vida y no otro producto de la acción humana.
Siguiendo el razonamiento anterior, la crítica en un sentido amplio es una forma de corregir la disociación de la teoría, de la experiencia de la realidad, una manera de hacer que coincidan las palabras con las acciones y a la inversa, las acciones con los discursos; es una reacción angustiosa por la verdad o por acercarse a ella, develar una mentira o disolver las contradicciones entre los deseos y realidad. La crítica es indispensable para hacer que avance positivamente la humanidad.
Todo aquel que se considere «concluido», dueño de una verdad infalible, y blindado de toda crítica, se hunde con su lastre de estos grandes mojones del pensamiento, en el pantano de lo pequeño, auto engañándose y engañando a los demás.
De ahí la idea del socialismo, un entorno para el debate y la praxis, propicio para la transformación de la lógica capitalista de manera crítica y autocrítica. Una sociedad cargada de pesados prejuicios y privilegios, hacia una sociedad más ligera de injusticias, capaz de demoler estos prejuicios cada vez que sea necesario; un ambiente social donde nazca una verdadera revolución espiritual, un cambio permanente, esclarecido por una estado de conciencia insurrecta y la praxis política,… constatado por Marx, Lenin, Fidel, Che,…, Teoría vigilada por la crítica, desde la sátira más tonta hasta la investigación más demoledora, porque eso de “crítica destructiva” no existe, en revolución la crítica, cualquiera que sea su intensidad, es sinónimo de salud, siempre será sana, contiene una verdad, que así sea pequeña, su poder revelador es único y siempre será positivo.
El que se siente amenazado por la crítica está condenado a seguir el destino de sus propios mojones mentales, a quedar para estatuas, seniles y secos, destinados a ser símbolos de nada (o de todo, que es lo mismo), persiguiendo sombras. Y, temeroso porque sus verdades mentales sean demolidas, comienza a insultar, a mentir, a calumniar, histérico, sin control sobre sus miedos; atacan al crítico,las protestas, a sus líderes, usando su poder, como lo hace Maduro (y el madurismo) en auditorios públicos, como si fueran obispos, empresarios, reputados académicos, o reprimiendo y encarcelando como cualquier derecha. La crítica siempre será revolucionaria.
La verdad más difícil de rebatir es que a los seres humanos nos determinan nuestras acciones, no declaraciones y deseos, no hay otra cosa que nos defina mejor que nuestros actos… Pero soñar, y expresar nuestros sueños, también es una acción humana, es de los actos humanos más trascendentales; crear, producir ideas e ideales, iluminar nuestras experiencias de vida con grandes ideales humanistas. Un sueño encarnado en la vida, es la moral socialista, ir perfeccionando (como dice Fidel) en cada cosa que hagamos, la sociedad del futuro, en favor de la vida y de la humanidad, en nuestras relaciones con la sociedad y en nuestras relaciones personales; los dos, sueño y praxis, sirven de luz para la orientar la conducta de una nueva humanidad, más sana, más racional, solidaria, más equilibrada, ¡más consciente!, para la conservación efectiva de nuestra especie y del resto de la vida.
Sin embargo, una sola mentira puede destruir todo lo antes dicho (la injusticia y la mentira, la calumnia; la represión y la mentira, el insulto y la mentira, la decadencia moral y la mentira), el vivir en un eterno estado de inconsciencia, o en un estado de mala conciencia, como la pequeñaburguesía (el síndrome de la clase media), que, siempre con la mirada hacia lo alto, sueña con ser lo que no es ni podrá llegar a ser: un burgués.
No hay discursos más grandilocuentes o pomposos, pero desfasados de la realidad, que los de Maduro, pintados de heroísmos, aderezados gestos y modales robados a Chávez, llenos de promesas, efectistas, emocionales, pero vacíos, disociados de las necesidades y de los problemas cotidianos de la gente. Pero no hay discursos más precavidos de la crítica. Para maduro y el madurismo cuestionar la validez de sus políticas y acciones de gobierno es peor amenaza que las conspiraciones de la derecha. De hecho, su gobierno ha liberado de las cárceles a más conspiradores de derecha que trabajadores chavistas, críticos a él, resolviendo esta paradoja re-ordenando a los líderes obreros y trabajadores chavistas presos, confundiéndolos con la derecha, el imperio y sus conspiradores, … ¡fácil, cuando se cuenta con tantos colaboradores atontados!.
En este punto es donde cristalizan y emergen a la superficie como espuma los medrosos y cobardes, una lista larga de ciegos, de negadores, pícaros, mercenarios, tontos útiles, que brotan dentro y fuera del gobierno; secos de espíritu revolucionario, movidos por los mendrugos del halago, el dinero o la oportunidad de conseguirlo sin mucho esfuerzo, por ejemplo, mediante la delación a los compañeros, sirviendo de agentes de la paranoia gubernamental, a cambio de una promesa o de efectivo, contante y sonante, especulando como cualquier mercachifles con sus dólares mercenarios.
El país es víctima de la mentira, del engaño y el autoengaño. Para mentir, como lo hace el gobierno, éste tiene que creerse sus propios embustes, tiene que sentirse bueno y honrado, el cinismo no les cuadra mucho. El cinismo es propio de los grandes malvados, pero este gobierno parece ser más pendejo que cínico, el descaro en maduro (y en ellos) se percibe como algo natural, su gemelo en el mundo de las fábulas es el del “rey desnudo”, paseándose “en pelotas” ante sus súbditos, convencido de que viste con las telas más finas traídas de Florencia o China. El crítico, en este caso, es aquel que grita desde la multitud, ¡el rey está desnudo!, Pues, nuestro rey Maduro, así no lo crean, está desnudo.
Esta es nuestra desgracia, que la mentira sea hoy el pan de cada día en nuestras vidas, por un lado va aquello que deseamos, y por el otro la realidad que, como experiencia, nos golpea en la cara a cada rato,… ¡víctimas del fentanilo madurista!
Nosotros creemos en el socialismo, en el marxismo, en el conocimiento y en las ciencias humanistas, en la solidaridad y en la igualdad, en el equilibrio entre necesidades y capacidades sociales y necesidades y capacidades individuales, en el tiempo libre y la fuerza creadora del humano, éste es nuestro ideal de justicia y de paz, ¿Y tú, hermano, en qué crees?