El dirigente chavista denuncia que el Gobierno no se ha pronunciado sobre el caso de Raúl Gorrín, un empresario madurista que ha sido señalado por un tribunal de Florida como parte de un desfalco de 1.200 millones de dólares de Pdvsa. Pero, sostiene que en el país hay al menos 280 efectivos militares y 150 gerentes y trabajadores petroleros presos sin pruebas.
Caracas, 29 de noviembre de 2018.– Ante su carencia de legitimidad, el gobierno de Nicolás Maduro impone el miedo para mantenerse en el poder, por lo que ha desatado una estrategia de persecución y represión que ha puesto tras las rejas a más de 600 presos políticos, entre los que resaltan 280 oficiales y efectivos militares, 150 gerentes y trabajadores de Pdvsa y 200 miembros de la oposición, estima Rafael Ramírez, ex ministro de Petróleo del Presidente Chávez y dirigente chavista.
Maduro ha recurrido a la intimidación, porque carece de legitimidad y carisma. Para lograr sus propósitos ha tenido que hacerse del control absoluto de las instituciones del Estado, colocando a sus incondicionales, quienes actúan de acuerdo a las instrucciones de Miraflores.
Denuncia entonces que mientras el gobierno arremete contra dirigentes del chavismo, Maduro y su Fiscal guardan un silencio absoluto respecto a los sonados casos de corrupción que se tejen en su entorno.
El desfalco de 1.200 millones de dólares provenientes de PDVSA, ventilado en un tribunal de Florida, por el que resultó sentenciado a 10 años de prisión el ex tesorero de la Nación Alejandro Andrade, y que implicó al empresario madurista Raúl Gorrín como parte de la trama de lavado, ha pasado por debajo la mesa, dijo el ex alto funcionario.
Para Ramírez, la democracia participativa y protagónica, la libre expresión de las ideas u opiniones, no son más que parte del pasado, sentencia el dirigente que fuera mano derecha de Hugo Chávez.
La represión de los cuerpos policiales, y la actuación de la fiscalía y el poder judicial son un ejemplo de esta política, dice, y asegura que su accionar se ha basado en la violación de los Derechos garantizados en la Constitución Nacional e incluso tratados internacionales de los cuales el país es parte.
En opinión de Ramírez, el madurismo le teme al “chavismo resteado con Chávez” que se resiste a la entrega del país y al abandono del Plan de la Patria. Por eso el madurismo lo trata como su enemigo, con violencia y represión, pues a su juicio, es el único bloque político y social con la capacidad de movilizar al pueblo con un discurso que la inmensa mayoría de las venezolanas y los venezolanos reconoce como propio.
Por esta razón, «dentro del PSUV, aplastan cualquier disidencia, cualquier voz crítica; desde la Dirección Nacional, hasta cualquier posición a nivel local, pasando por gobernadores, alcaldías, Misiones, Poder Popular. Han «extirpado» al chavismo como si se tratara de un mal. Es el peor enemigo que tienen».
Para esta estrategia de terrorismo político, Maduro utiliza al Fiscal y al Poder Judicial, controlado por sus incondicionales, quienes fabrican “falsos positivos” y ordenan detenciones y persecuciones contra los Chavistas.
Pero, para imponer esta campaña de terror e intimidación, el madurismo utiliza el gastado argumento de la traición o la corrupción. Maduro estimula verdaderos linchamientos morales contra dirigentes, como lo es el caso de Ramírez, que ha levantado su voz de denuncia de los errores y desatinos del gobierno, así como contra los trabajadores de la Nueva PDVSA, a los que de manera infeliz, ha llamado “podredumbre”.
Al respecto, el Fiscal, tan dado a la persecución y detenciones de trabajadores de PDVSA, no ha dicho nada ante el caso Gorrín. Extraña que sobre ello, no se menciona ni una sola palabra en medios oficiales o portales, como por ejemplo, la Iguana, muy proclive a hacerse eco de las informaciones sobre este tema.
Linchamiento moral
Para imponer el miedo como herramienta básica de control político y social, el madurismo utiliza no solo las razzias policiales, los secuestros y persecuciones políticas, sino que también se vale del linchamiento moral, especialmente si se trata de dirigentes chavistas con verdadera trayectoria revolucionaria, con la idea de destruir su reputación, actuando sin pruebas de ningún tipo.
«Se borran las fotos, los discursos, se miente, se cambia la historia, como hizo Maduro miserablemente durante el funeral de nuestro querido Alí Rodríguez, donde, irrespetando el dolor y la presencia de cuerpo del viejo amigo y guerrillero, utilizó ese momento para volcar su odio y porquería de alma en mi contra, falseando la historia. Para Maduro, los doce años de Chávez en la conducción de la política petrolera, es una ficción», destaca el dirigente.
Ramírez precisa que el miedo es producto de la debilidad intrínseca del régimen madurista, porque carece de autoridad, legitimidad y carisma, porque es el responsable de la crisis que vive el país.
«El gobierno, no tiene argumentos para convencer, no tiene razones, no tiene calidad humana. Se han conformado verdaderos grupos «proto fascistas» que repiten un discurso fanatizado para ocultar la verdad: la guerra económica, la corrupción, la amenaza de invasión, las acusaciones de traición. Ante cualquier planteamiento, cualquier crítica, acusan, señalan, reprimen, persiguen».
Sin embargo, Ramírez está convencido que el camino más expedito para rescatar a Venezuela de las ruinas maduritas, es la unidad de los patriotas leales al comandante Hugo Chávez, del chavismo chavista, de una Junta Patriótica de Gobierno, una opción Bolivariana, distinta al madurismo entreguista y la derecha que promueve una intervención extranjera, finalizó Ramírez.