Rafael Ramírez alerta: Tras cuatro apagones nacionales a Maduro se le escapa el país de las manos y el desenlace podría ser una salida violenta

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El gobierno ha demostrado ser incapaz de conducir a la nación, van cuatro apagones nacionales en un mes. Mientras, el país ha perdido la razón, se ha desdibujado el ejercicio de la política y se ha impuesto la irracionalidad que nos conducirá a una salida cruenta.

Caracas, 02 de abril de 2019.– Ante la crisis nacional que no hace más que agravarse con el paso de los días, el dirigente chavista y ex ministro de petróleo Rafael Ramírez advierte que el gobierno y la oposición han generado una situación de peligrosa irracionalidad en el país, de la que está ausente la discusión política y en la que predominan el miedo, el odio y el fanatismo.

Según Ramírez, este cuadro hace inviable cualquier posibilidad de solucionar los problemas de todo tipo que agobian al pueblo venezolano,  y aliviar el duro peso que significa enfrentarse a un día día lleno de precariedades, donde campean la falta de luz, agua y medicinas, entre muchas otras.

En este sentido, hace un llamado urgente a los sectores progresistas civiles y militares a que tomen acciones inmediatas para promover un cambio de gobierno que evite una tragedia mayor, resultando urgente una Junta Patriótica de Gobierno, cívico-militar, que incluya a todos los sectores para restablecer la vigencia de la Constitución.

Ramírez señala que «atrás quedó el período del ejercicio de la política con “P” mayúscula del presidente Chávez, del arte de la política, el debate de las ideas, la confrontación de programas, modelos de país. No fue fácil alcanzar ese nivel, pero era un propósito deliberado del presidente Chávez: promover un ejercicio pleno de la democracia protagónica y participativa; darle voz y derechos a todos los sectores del pueblo, a los excluidos; dotarlos de razones sagradas para la lucha».

En medio de la debacle, cuyo más reciente síntoma ha sido el colapso del sector eléctrico, que ha provocado cuatro apagones nacionales en un mes, Ramírez sostiene que el pueblo es víctima de una dinámica política extremista e intolerante que pone en riesgo la vida y tranquilidad de los venezolanos, a la vez que se permite la injerencia de intereses extranjeros para que determinen políticas, estrategias y se apoderen de las riquezas del país.

«Maduro y su gobierno han dado muestras suficientes y continuadas, de un profundo desprecio por la Constitución y por los principios de la ética política. Han instalado una conducta del “pranato”, el “malandreo”, la mentira, la violencia, la intolerancia y la indolencia, que ha permeado a todos los niveles del gobierno y se ha propagado a todas las instituciones del Estado.

Una condición fundamental para garantizarse el control del país, era acabar con el gobierno de Chávez; su obra, su legado. Demolieron, arrasaron, con los principios fundamentales y valores del Estado bolivariano: el trabajo, la honestidad, el compromiso, el conocimiento, el estudio, la solidaridad, la conciencia del deber social, la humildad, la crítica y autocrítica, la rendición de cuentas.

Llevan estos años de gobierno, destruyendo la obra del presidente Chávez, acabando con su moral, matando la autoestima de nuestro pueblo, su carácter rebelde, crítico, solidario, altruista, honesto».

En el mismo sentido, señala que «la oposición ha cedido su ejercicio de la política a “influencers”, como los llaman en el mundo “Tuiter”. Cualquier desquiciado lleno de odio, rencor o con ansias de revancha, llama a la guerra, reclama la invasión, la entrada de tropas extranjeras, pero, por supuesto, ellos lo verán desde Miami. No mandarán a sus hijos a morir en esa invasión. Irresponsables”.

«Partidos de la oposición, corrompidos por el madurismo, cuyos líderes son de un verbo procaz, la cloaca de la política -pero se entienden de maravilla con el madurismo, quien les “perdona la vida”- le garantiza sus movimientos, sus cuotas de poder; y les da dinero por montones. Algunos incluso utilizan la Asamblea Nacional para hablar en nombre de Maduro, a favor del gobierno, en contra del chavismo. Otros tienen precio al mejor postor», señala el ex alto funcionario del chavismo.

MADURO ES DEGRADACIÓN

Para el ex presidente de Pdvsa, Rafael Ramírez, un elemento sustancial del madurismo es la degradación de la política y de las condiciones de vida del pueblo para facilitar su dominación. Para el dirigente, el pueblo venezolano es prisionero de una miseria que es producto de la indolencia, la ausencia de ética, la ineficiencia y una estrategia deliberada de destrucción de los valores fundamentales de la sociedad, para mantener al ciudadano aceptando el caos como algo “normal”, incluso agradecido con las limosnas que, de vez en vez, dá el gobierno.

«O volvemos a la razón o a nuestro país se lo llevará el demonio de la violencia. Resulta increíble y a la vez injusto con nuestro pueblo, el hecho de que los sectores políticos, los patriotas, los dirigentes de los distintos sectores del país, las otrora voces críticas, las que deben funcionar como marcadores del pensamiento político, guarden silencio, estén sepultadas bajo el chantaje del miedo, el juego del odio o hayan cedido sus espacios al fanatismo y la manipulación», reflexiona el dirigente.

Más adelante, señala que «ahora es cuando se impone el valor del dirigente político, la voz que oriente en medio del caos, del tumulto, con valor, ideas, sin importar nada. Nosotros lo hemos planteado, aquí no se trata de quitar a maduro para poner a fulano o sutano, no. Aquí se trata de que una Junta Patriótica de Gobierno cívico-militar, que represente a todo el país, donde estén los militares patriotas, para que de manera colectiva y concertada se dé un paso al frente y sacar a Maduro del poder, para terminar con esta pesadilla destructiva, se restablezca plenamente la vigencia de la Constitución Bolivariana, la soberanía en el pueblo Venezolano y comencemos, desde el abismo donde estamos, la reconstrucción de la Patria, de sus instituciones, de su funcionamiento y reconquistar el futuro que nos han arrebatado, que, al fin de cuentas, es la razón sagrada para seguir luchando».