Hoy son las elecciones en Argentina y en Uruguay, momentos estelares para el destino político de ambos pueblos hermanos y para marcar una corriente de renovación de la Esperanza en nuestra región.
Tenemos igual respeto y afecto por ambos pueblos, los conocemos y hemos aprendido a trabajar con ellos durante el esfuerzo Bolivariano para estrechar nuestra hermandad con los pueblos del Sur. Sin embargo, en estas líneas nos vamos a referir en particular al caso de Argentina, seguros de que la derecha de la región sufrirá un aplastante revés con la derrota de Macri.
Antes, queremos aupar a los hermanos uruguayos que también van hoy a las urnas. El pueblo de Artigas sigue apostando por la alternativa democrática progresista del Frente Amplio, encabezada por Daniel Martínez (antiguo compañero de trabajo cuando estuvo al frente de la ANCAP durante el primer periodo del presidente Tabaré Vásquez). Aunque se espera una segunda vuelta, la opción de Martínez luce con una clara posibilidad de triunfo. Uruguay ha resistido la ola de derecha de la región y se ha mantenido apegado al programa progresista y de izquierda de Tabaré y del Pepe Mujica. Seguro estamos que el pueblo Uruguayo se mantendrá en el poder votando por el triunfo del Frente Amplio.
El hermano pueblo argentino merece todo nuestro respeto por su historia y la gesta de San Martín; por Perón, Eva y la construcción de un gran país; por su juventud y pueblo trabajador, martirizado por el horror de la dictadura; por su jóvenes inmolados en Las Malvinas; por su retorno a la democracia; por el testimonio del informe “Nunca Más”; por las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo; por José Ingenieros, Ernesto Sábato, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges y Joaquín Lavado (Quino); por Gardel, Maradona; por su fútbol, su gente, su densa cultura, su pasión, su militancia.
Tuve la oportunidad de trabajar y conocer su Buenos Aires, junto al presidente Chávez, en el período de gobierno de Néstor Kirchner, y luego con Cristina Fernández de Kirchner. La primera vez que visité Buenos Aires, ya como Ministro de Petróleo, fue en 2004 para garantizar la llegada a puerto argentino de nuestro buque “Ezequiel Zamora” con el primer cargamento de “Fuel oil” que enviamos a la Argentina.
Respondíamos así a la solicitud de ayuda hecha por el Presidente Néstor Kirchner al Presidente Chávez para el suministro de combustible de calefacción durante el invierno, decisión tomada ante la negativa de las petroleras locales argentinas para bajar los precios del combustible. Era la primera vez que PDVSA hacía envíos a la Argentina, la primera vez que veíamos al Sur.
A partir de allí participamos de una intensa relación bilateral. Argentina venía de la inestabilidad política y el caos económico del neoliberalismo en su país, las privatizaciones, “los corralitos” y el empobrecimiento del pueblo. Nadie le prestaba un dólar, estaba en manos de los tenedores de deuda. Luego, aparecieron los “Fondos Buitres”.
Le brindamos todo nuestro apoyo, estrechamos lazos de hermandad y solidaridad, como nunca antes se hizo. Argentina salió del abismo económico y del caos social. Logró estabilidad y soberanía.
Se comenzó a prefigurar un estrecho nivel de cooperación entre los países del Sur, apalancados en los gobiernos de los presidentes Lula, Tabaré, Néstor y Chávez. Luego vendrían Evo, Correa y el Pepe Mujica.
Fueron condiciones excepcionales que abrieron la posibilidad a un nivel de relacionamiento como nunca antes se vivió en la región. La derrota del ALCA en la Cumbre de Mar del Plata, en noviembre de 2005, que permitió el nacimiento de la UNASUR; luego, la Cumbre Energética de Suramérica, que realizamos en Margarita, el 16 y 17 de abril de 2007, que el Presidente Chávez llamó “La Cumbre Perfecta”.
La UNASUR -de tan efectiva actuación-, dirigida por la presidenta Michelle Bachelet en su primer año y que tuvo a Néstor Kirchner como primer Secretario General, frenó intentos de golpe de Estado contra los presidentes Rafael Correa y Evo Morales, y dio pie al nacimiento en Caracas (el 2 y 3 de diciembre de 2011) de la CELAC, donde se incluyó al gigante México, a Centro América y todo el Caribe.
Más allá de las tonalidades e intensidades en la postura política de cada gobierno, fue un momento de excepción en nuestra región, que reflejaba una elevación de la conciencia política de los pueblos latinoamericanos y del Caribe donde, por primera vez en su historia, nos veíamos unos a otros y comenzamos a trabajar juntos en defensa de nuestros derechos como pueblos, aceptando nuestras diferencias y enfoques pero, definitivamente, con una postura propia, soberana, independiente y progresista ante el mundo globalizado.
Los factores internos y los poderes hegemónicos siempre conspiraron contra nuestra unión, nuestros pueblos. La muerte del Presidente Chávez, precedida por el fallecimiento de Néstor, marcó un proceso de restauración de posiciones y gobiernos de derecha en nuestra región: Macri en Argentina, Piñera en Chile, maduro en Venezuela, Lenín Moreno en Ecuador y Bolsonaro en Brasil.
Con distintos discursos y orígenes, Lenín Moreno y maduro son la traición a la plataforma política que los llevó al poder. Mientras que Macri, Piñera y Bolsonaro son, abiertamente, de la derecha en sus países. Ellos marcaron un retroceso en la región, la fractura de su unidad y la restauración de privilegios y la dependencia.
Macri es el caso que nos ocupa. Hoy será, sin lugar a dudas, derrotado por la dupla de los Fernández en las elecciones presidenciales de Argentina. Luego de los resultados de las PASO en agosto pasado, donde Alberto Fernández sacó 49% de los votos, contra 32% de Macri, una diferencia de 17 puntos que resulta insalvable para el macrismo. Como dicen en Buenos Aires, “Macri ya fue, Vidal ya fue”.
Macri, lleno de odio y revanchismo, llegó al poder con la promesa de arrasar al Peronismo, al Kirchnerismo, ensañándose en perseguir a la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, su hija Florencia y sus principales colaboradores, siendo los más emblemáticos el vicepresidente Amado Budú y el ministro Julio de Vido -ambos en prisión-, así como en contra del canciller Héctor Timmerman -con quien compartí en la ONU-, lamentablemente ya fallecido. Con Julio me unen años de trabajo para consolidar la relación entre nuestros países.
Macri utilizó el “lawfare” para perseguir a sus oponentes políticos, así como lo hacen Bolsonaro, Lenín Moreno y maduro. La “judicialización de la política” se ha convertido en el nuevo instrumento de persecución en la región, junto con los linchamientos mediáticos, la inquisición 2.0.
Macri ha impuesto al país un paquetazo neoliberal -que bien podría llamarse “Programa de recuperación, crecimiento y prosperidad económica”-, pero con efectos menos devastadores que el paquetazo de maduro. Veamos.
Macri, en sus casi 4 años de gobierno, estableció como meta el “déficit cero”; se ha negado a discutir las Paritarias con los trabajadores, escamotea sus derechos; ha endeudado al país de manera brutal. De acuerdo con datos del INDEC de Argentina, los pasivos externos alcanzan a 283.567 millones de dólares, el 54% de estos, adquiridos durante el gobierno de Macri.
La inflación ha alcanzado el 57%; se han dolarizado los precios de los servicios públicos; la devaluación ha sido de 577%; han cerrado miles de pequeñas y medianas empresas, han salido decenas de miles de millones de dólares del país.
La derrota de Macri será la derrota del neoliberalismo, la derrota de maduro, de Piñera, Moreno, Bolsonaro. Sin duda alguna será una victoria para el pueblo argentino, una victoria de la capacidad unitaria de Alberto Fernández, del valor y la grandeza de Cristina Fernández de Kirchner; la victoria de los trabajadores, del Movimiento Barrios de Pie, de las Abuelas y Madres de la Plaza de mayo, los estudiantes, la juventud, de todo el país. Argentina sabrá hacer las cosas bien.
Al momento de escribir estas líneas, siguen llegando noticias alarmantes de la represión y militarización en Chile, a pesar de los más de 16 muertos y cientos de tiroteados, el pueblo sigue en las calles, está cansado. La victoria de Alberto Fernández también le da fuerzas al pueblo chileno, asfixiado por la Constitución pinochetista, donde al “milagro económico” de la derecha se le ha quitado la careta y dejó ver al país con más desigualdad del planeta.
La victoria de la dupla de los Fernández será buena para desenmascarar a los traidores Lenín Moreno y maduro, quienes, presentándose inicialmente como gobiernos de izquierda, han impuesto a nuestros pueblos un programa de derecha, un retroceso a las conquistas políticas y sociales.
Argentina hará contrapeso a Bolsonaro y al fascismo en Brasil. También, junto a Uruguay, Bolivia y México, la Argentina podrá insuflar nueva fuerza a la posibilidad de la izquierda en la región, hacer contrapeso y detener la oleada de derechización y subordinación. Con la victoria de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, la Argentina ¡volverá a ponerse de pie!