Para difamar al socialismo los capitalistas asustan a la gente con que bajo ese régimen le quitarán “sus cosas”, para luego ellos en el suyo despojarnos de nuestras cosas y nuestras vidas. Pregúntele a cualquier distraído de clase media; inclusive, no vaya muy lejos, pregunte a algunos escritores de Aporrea que lo creen de Cuba…, en fin, pregunte a la pequeñaburguesía, que, como conciencia (o mala conciencia), abarca ampliamente a casi todas las capas de la sociedad, pregúntele: ¿qué es el comunismo; qué es el socialismo? y le dirán, “en el comunismo les quitan ´sus cosas´ a las personas”. Parece infantil, pero es una idea bien arraigada dentro de nuestras sociedades… …Y para colmo, viene Maduro y ¡casi que lo logra!, ¡y en nombre de un socialismo, pero falso, de cartón!
No obstante, lo fundamental que ha debido hacer Maduro con el tema de la propiedad, dentro de una sociedad que se supone, que se “vende” como socialista, no lo ha hecho ni lo hará: fomentar y fundar la propiedad social de los medios de producción y el control de todos los procesos fundamentales de la economía. Al contrario, ha intentado plantar un sociedad tanto mixta como injusta, de hecho con más privilegios y más desigualdad, más propiedad privada y más sentido de la propiedad privada c a p i t a l i s t a, inclusive dentro de la población desposeída de la base social del chavismo.
En rigor la clase “propietaria”, o sea, la burguesía, mediante el capitalismo expropia al resto de la sociedad. Lo que son “nuestras cosas” (incluida nuestra vida y nuestra libertad) en la sociedad capitalista están atadas a hipotecas, a alquileres, al capricho de un terrateniente, al despojo de los poderosos. No son “nuestras cosas”, son las cosas de los que ejercen sobre nosotros un poder hegemónico a través de leyes, contratos, relaciones sociales y relaciones de producción de señorío, de dominio.
La propiedad privada dentro de los pobres y la misma clase media es solo un mito, un gran cuento: alquileres indexados, hipotecas vencidas, hipotecas por contraer, desalojos, despidos, desahucios, devaluación de la moneda, inflación, y mucha angustia; todas las llamadas “leyes del mercado” y leyes burguesas, dentro del capitalismo es un despojo de “nuestras cosas”, de nuestra “propiedad privada”, esa que es necesaria para vivir libres de su obligación moral, como el requisito social pequeñoburguesa que nos obliga a tener cosas por tener cosas: “hay que tener para ser”… …Pero, aun así, ¡la gente teme que el sistema socialista les confisque “sus cosas”, su casa, su carro, sus hijos!..
Este prejuicio (o este miedo original) nos lleva a pensar en cuál es el justo valor de la “propiedad privada” dentro de los seres humanos, más allá de lo escrito por Marx y Engels. El capitalismo existe por ella. La propiedad privada y más aún el sentido de propiedad le otorgan su razón de ser, le dan un significado metafísico o teológico. Hay que poseer para poder existir, es el phatos del tener para existir (de esto habló muchas veces Chávez, no sé si recuerdan). En el capitalismo la propiedad privada se transforma en una doctrina, en un objetivo existencial; sin poseer, en la sociedad del consumismo, la angustia hace perecer al individuo, lo extravía. Lo “necesario y lo primordial para la vida” pierde sentido, porque la vida se realiza solamente en la posesión de cosas materiales, hasta de personas.
Se trata de un pensamiento que enferma a la sociedad, a toda la sociedad, de la cual solo aquellos que lo han poseído todo desde siempre pueden liberarse de él, ejerciendo la libertad hacia otros objetivos mucho más elevados, realizando sus vidas hacia otras direcciones espirituales; esto, en términos generales. Y es que sólo la neurosis del hombre rebelde y del artista suelen quedar fuera de este padecimiento existencial por la posesión de cosas, propio de la espiritualidad burguesa (ejemplos sobran).
La mayoría de las personas vivimos atadas a necesidades básicas, pero mucho más a necesidades creadas: sentimos la necesidad de necesitar, eso resume el espíritu del capitalismo, a eso somos esclavos casi todos. Una persona es capaz de recibir cualquier objeto por el solo hecho de que es gratis, así no sepa qué es ni para qué sirve. Hemos aprendido a convertir, tanto lo útil como lo desconocido e inútil en “mercancías”, en un valor de cambio, ese es el phatos de la propiedad, que todo puede ser ganancia y mercancía de forma infinita, digamos, sin que nadie, nunca, la llegue a “estrenar”.
El socialismo no pretende destruir todo lo hecho por la sociedad burguesa o por el capitalismo, sólo su producto espiritual, la alienación, la automatización, el idiotismo y las relaciones sociales de producción. El socialismo, en términos abstractos, pretende expropiar al expropiador, desplazar hacia toda la sociedad la renta, darle utilidad social a las ganancias de los ricos, producto de un robo social sin mucho sentido; aquello que conocemos como plusvalía, convertirlo en vida y triunfo para toda la sociedad –dando a cada quién según sus necesidades (como dice el cristiano) pero exigiendo de cada quién según sus capacidades, es decir, distinguiendo las diferencias concretas entre los individuos. Ningún socialista verdadero va confiscarle su casa o su carro o sus herramientas de trabajo, menos sus hijos a nadie, solo pretende igualar la sociedad de forma justa, tomando en cuenta las diferencia individuales, sobre la base de lo que cada quién ya posee y necesita.
El phatos de la propiedad privada es lo que impide educar a la sociedad, liberarla de él, de esa enfermedad. Sin propiedad privada no hay por qué preocuparse de la educación que requerimos para vivir en sociedad, como una comunidad de seres humanos; preocuparnos por la salud, por la salubridad, por poseer una base material de vida, porque la sociedad, a través del Estado (o siendo ella misma el Estado) ¡toda ella en conjunto!, se ocuparía de solucionar las necesidades individuales materiales básica, y muchas espirituales, como la educación formal a todos los niveles, técnicos y humanistas, el acceso a la cultura y la investigación científica en todos los campos, el tiempo de trabajo y de ocio para “vivir viviendo”. La sociedad garantizaría a cada persona su desarrollo individual al máximo – lo que en el capitalismo es imposible; es un privilegio de pocos o que redunda en el bienestar de pocos.
La revolución socialista es el medio por el cual crecemos como individuos, es el proceso mediante el cual progresamos como humanos, todos los días, aprendiendo, estudiando (no sólo coleccionando acreditaciones), trabajando, ampliando el conocimiento entre todos los humanos y para todos los seres humanos; eso es la revolución socialista, no puede ser algo tan mezquino y miserable como despojar a la gente de lo poco que tiene en la vida, incluyendo la esperanza.
El hecho de que Maduro y su gobierno no lo entienda así y actúe de forma contraria es un verdadero drama social y político. Pero no podemos confundir jamás a Maduro y su gobierno con la revolución socialista. Un sistema que alimenta la pobreza material y espiritual (sobre todo), con una educación artesanal para formar mano de obra para explotadores, repartiendo comida para una alimentación mala y bonos migajas alucinógenos, es tan malo o peor que el capitalismo más franco o aplicado de forma directa…. …Mientras, crece y se afianza la propiedad privada dentro de los más ricos, el señor Castro Soteldo devolviéndole sus tierras, sus fábricas, sus ganancias y su explotación, como si nada hubiera pasado, como si Chávez no hubiera pasado, y paralizando a la población en la oscuridad y la resignación.