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Para acabar con la excusa de la “Guerra Económica”: el caso Jesús Farías

Especulación ataque a la moneda a través del precio de la divisa, el bloqueo económico…, Jesús Farías “recordó que se han hecho denuncias de manera sistemática sobre la existencia de una “guerra económica”, que “se ha llevado a cabo en diferentes formas y fases. Su forma más criminal es el bloqueo”

Es difícil que con funcionarios tan tontos se pueda hacer una verdadera revolución. Farías es el jefe de la comisión de economía de la asamblea nacional constituyente, que se supone es la voz del pueblo constituyente que pretende redactar otra constitución – o que pretende algo, que hasta ahora no se sabe exactamente lo que es, nosotros creemos que sirve solo para mantener al gobierno en pié chimbamente legal –. Este “comunista” reformista espera del capitalismo comprensión.

El problema con los reformistas es que creen en el capitalismo. Creen que se puede reformar, y reformar y reformar, hasta desfigurarlo y hacerlo lo más parecido a una sociedad socialista. Su queja con los especuladores, con los que juegan con el precio de las divisas y el bloqueo económico es una queja dirigida de hecho a los capitalistas, o sea, a los especuladores, al imperio (capitalista) que bloquea la economía, a los productores que se roban el dinero y no producen, banqueros, etc.: Jesús Farías se queja de los capitalistas y así, ¡al fin!, los enemigos de la  sociedad, de nuestra sociedad, cobran un rostros claro, dentro de  la cacareada “Guerra económica”: son los capitalistas (como lo han sido siempre, mucho antes de que naciera Chávez, de que naciera, Fidel, Lenin, Marx, y dele..).

Pero ¿Cuál es el problema con esto?: que, si el gobernó está trabajando de la mano con los capitalistas se encontraría en el medio de una gran contradicción ¿Cómo vas aliarte para desarrollar social y económicamente el país con aquellos que te hacen la guerra? La respuesta más rápida que da Farías y el gobierno es, porque hay capitalistas buenos y hay los malos, empresarios privados conscientes y empresarios inconscientes.

No obstante la realidad demuestra siempre, cada vez que aparecen los especuladores y ladrones, que eso no es cierto, que todos los capitalistas son contrarios a la idea de servir a la gente, porque, según ellos, para eso son las fundaciones de caridad y verbenas que organizan sus mujeres, la iglesia, las sociedades “marianas”, José Gregorio Hernández, etc. y en última instancia, el Estado. Los empresarios capitalistas no trabajan si no hay máximos rendimientos para sus inversiones – Inclusive, si le dan dinero u oportunidades de cogérselo, sin costo y sin ir preso, para ellos sería perfecto –. Es así como la realidad ha demostrado con hechos ciertos que no existen “capitalistas socialistas” (o “burgueses revolucionarios”, en la versión de Castro Soteldo) o democráticos y buenos: todos son ladrones perfumados, de cuello blanco.

Pero la lógica de nosotros no es la misma de Jesús Farías y el gobierno. Para ellos es perfectamente válido trabajar con ladrones y especuladores a favor de la sociedad, porque, para Jesús Farías y el gobierno, como para los capitalistas, la sociedad venezolana es estúpida y se cree todos los cuentos que le echan.

Frente a la “Guerra Económica”, o sea, la razón por la cual se hace una revolución socialista, Jesús Farías y el gobierno se quejan. Esto es como protestar en un combate de boxeo porque tu oponente te pegue en el rostro, o en un juego de futbol porque el contrario no te deje meter un gol, o en el beisbol que el equipo contrario te saque la bola por el jardín central; ¡la verdad, no sé si me he explicado bien, porque esto de la Guerra Económica, resulta tan alucinante para algunos!

Aun así, en esos deportes hay reglas definidas. Pero en una guerra contra el capitalismo no las hay. Solo a los reformistas se les ocurre pedirle a los capitalistas “taima” (como una vez leí por ahí), solo a unos falsos socialistas se les ocurre quejarse de sus oponentes porque no respetan las reglas del juego, cuando el fundamento existencial del capitalismo, de esos oponentes, es precisamente “la total la ausencia de reglas y controles”. El laissez faire o laissez passer  “una expresión francesa que significa «dejen hacer, dejen pasar»; una práctica referida al capitalismo caracterizada por una abstención de dirección o interferencia especialmente con la libertad individual de elección y acción”.

Pero, como todos sabemos, el socialismo es planificación, economía planificada para una sociedad altamente planificada, a fin de igualarla efectivamente en sus derechos y deberes, dentro de sus diferencias naturales. Esto lo resumió Marx así: dar a cada quien según sus necesidades, y exigir de cada quién según sus capacidades. El socialismo combate la anarquía en la producción y en la devastación de recursos naturales y vidas, formas de acción que se ejercen en nombre de ese “dejar hacer individual” que reclaman siempre los capitalistas; el corazón del corazón del llamado liberalismo o neoliberalismo económico.

El problema con los reformistas es que creen que pueden engañar a los capitalistas con sus razones éticas dentro del libre mercado (como el difunto Emeterio Gómez, un reformista al revés, disfrazado de liberal); que se le pueden hacer reformas pacíficas para evitar la lucha de clases, reclamar reivindicaciones sin quemar fábricas, hacer cambios sin asaltar palacios, confiscar empresas, tierras, en fin sin expropiar a los expropiadores. Una revolución es en sí misma una “guerra económica”, no puede ser ésta la excusa para no hacer la revolución, inclusive, lo más pacífica que sea posible: no tomar el control de la economía y todos sus procesos en nombre de la sociedad.

Ya está bueno de seguir con esa ladilla de la “Guerra Económica”. No hacen cambios porque no quieren hacerlos, el país no avanza porque tanto el gobierno como la oposición no quieren que avance hacia otro camino distinto,  que no sea el de siempre: la injusticia, los privilegios, el individualismo extremo, la exclusión. El gobierno y la oposición son enemigos del socialismo, les asusta la idea de solo imaginarla; solo son antagonistas por el poder, o por el control del gobierno.

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