Un pensamiento reactivo domina al madurismo reformista.
Una revolución verdadera es una acción de cambios, es un proceso de transformación de la realidad, de la sociedad. Fue esto lo que comenzó con Hugo Chávez, un proceso de cambios, fundamentalmente en la consciencia de la gente, de poder distinguir el origen de los problemas y en adquirir consciencia social de la acción para su resolución – en que se nos revelara la necesidad de actuar como sociedad y no de forma individual y egoísta para cambiar el país –.
Sin embargo con Chávez al frente también se adelantaron cambios materiales claros y concretos: la constitución, algunas leyes importantes; en la organización social, en la recuperación de la industria petrolera, en la propiedad social, en la acción de las misiones sociales para superar (bypassear) el burocratismo y el sindicalismo pernicioso y pesetero. Con Hugo Chávez el país cambió su actitud frente a las dificultades, se hizo más participativo y más protagónico, sin necesidad de que tal requerimiento lo exigiera ninguna ley; por un momento hubo un espíritu de trabajo colectivo que entusiasmó a la población, hubo una chispa de conciencia del deber social.
Con Maduro esto cambió de forma radical. Lo que fue más libre y espontáneo se convirtió en obligación. Pero lo más grave de todo fue haberle quitado el protagonismo a los trabajadores y a la gente común, en base a promesas y regales, lo que algunos llaman el “dakazo”. Luego en las empresas socialistas y en el campo. El abandono y la reversión a los privados de toda la economía socialista y de la propiedad social de tierras y empresas. Y en la conversión de las comunas y consejos comunales en aparatos electoreros, clientelares, o reduciéndolos a pequeños “emprendimientos” con mentalidad capitalista, financiando y estimulando el egoísmo y reforzando esa mentalidad de trabajo lucrativo y egoísta. El “emprendimiento” se hizo consiga común entre capitalistas y maduristas, estos últimos falsificadores del socialismo.
Esta actitud, políticamente difusa e indiferenciada con el capitalismo, frenó de golpe todo tipo de pensamiento creador, la acción, el espíritu de cambio. Lo que fue en principio un aparato transformador se convirtió en nada, en una piedra, en el mismo capitalismo de siempre. Y el pueblo en el mismo ente pasivo de siempre, atado a las elecciones y al devenir de las luchas inter capitalistas. Hasta ahora esta ha sido la única guerra librada por Maduro, una guerra entre capitalismos, donde él (y todo nosotros), por supuesto, perdimos, frente a las potencias e imperios del mundo. De pronto un pueblo y un gobierno activos se convirtieron en pasivos y reactivos.
Leamos el razonamiento de Jesús Farías con el cual explica las soluciones a los problemas nacionales:
“La victoria de la democracia en las elecciones será de vital importancia para restituir la AN al servicio de la República y para abordar el tema económico. Va a ser una señal, aunado a cambios que se van a producir en la política norteamericana”… “Ellos se van a dar cuenta que no es posible con el bloqueo, que van a tener que establecer otros mecanismos, el dialogo, el respeto, el reencuentro. Igualmente para Europa, el cambio que se está dando en otros países y la recuperación económica, que algún día llegará, nos permitirá dar respuestas a las grandes necesidades” https://www.noticierodigital.com/author/redaccion_jh/
Esta forma de pensar desde la fantasía y el deseo – “ellos se van a dar cuenta”; “algún día llegará” – es la que gobierna ahora la voluntad de nuestros dirigentes. Jesús Farías es un buen ejemplo del espíritu reactivo que manda sobre la inteligencia de todos ellos, los artífices del reformismo (el mismo reformismo que condena Chávez en el video de “Chávez Radical” y que se niega a escuchar y a discutir en debate público el pusilánime de William Castillo,).
Ahora es frecuente ver cómo se encomiendan a Dios y a la Virgen sin ni siquiera asomar la posibilidad de tomar una decisión de cambios reales y radicales sobre la crisis, de la naturaleza que sea ésta. Se cruzan de brazos y esperan a que cambie el gobierno norteamericano, o un milagro, que las corrientes sean favorables, “si la naturaleza se opone…, entonces, veremos, y que Diosito y la Virgen decidan”.
La acción corresponde a los revolucionarios y a la revolución. La reacción es lo propio de los renegados reformistas, solo a la espera de que se ablande el corazón de los capitalistas y del tiburón del norte.
¡Patria socialista o muerte! ¡Viva Chávez! ¡Muerte a la lógica del capitalismo!