Pelotero, cantante, alcalde y ahora virólogo. Los funcionarios del gobierno de Maduro no le dicen “no” a nada. Desconocen su propio valor pero si saben su precio. No hay nada de “científico” en esa asignación; es tan imprudente Maduro como el “potro”, que ha debido decir que no, que él no es médico, que él no sabe de enfermedades infecciosas. Pero sigue “acumulando millas”, agarrando lo que sea. Ese es el problema de la lealtad cuando se confunde con el amiguismo, o con la obediencia ciega e irracional.
Estamos a merced de gente que no piensa. Si no pueden – como dice Jesús Farías, que es un crimen exigir más sueldo para los trabajadores, o porque no pueden producir en el campo, o porque no hay plata para enfrentar la pandemia…, pero las cuentas bancarias de los ricos y ladrones están buchonas –, ¡apártense!, “no estorben”, como diría Fidel Castro: que se puede ser revolucionario, inclusive, no estorbando. Si no pueden con el virus y con el país lo más sensato es que dejen el gobierno y dar paso a otros que estén dispuestos a usar el cacumen, la inteligencia, la voluntad, servir al país. Un “esfuerzo enorme” no suficiente, no es sinónimo de esfuerzo mental, no significa que se estén haciendo las cosas que se deben hacer. No tiene méritos tumbar una pared con un cortauñas – por más “arresto” que se tenga –, cuando cuentas con un tractor y no lo prendes.
No sé si será en el lenguaje o estará en las limitaciones intelectuales, pero todos los valores, los conceptos los tienen revueltos. Nadie habla de política, de planificación, de seguimiento, de cambios en los métodos, todo se hace de forma compulsiva, atropellada. Ponen un muro en la calle, para evitar los contagios, pero sin luz y matan a un motorizado. Quieren que la gente se quede en su casa y le dan batazos. No hay precaución, no se ve la experiencia por ningún lado, la destreza, el conocimiento, (como en el caso de la asignación del Potro Álvarez para el Poliedro, es decir, para el hospital de campaña).
Si los médicos protestan van presos; sin antes averiguar el porqué de la protesta. Se entiende que hayan apresado y expulsado a infinitos especialistas y profesionales de la industria petrolera porque la querían desmantelar, pero no se entiende que se desdeña el conocimiento y la experiencia en todos los asuntos de interés público –a menos que uno sea tan ingenuo que no vea en todo esto un propósito preconcebido, pero ¿Cuál será? –
Cuando más amenazado está el país más torpezas se cometen, y más mienten y se mienten. Todo indica que hay mucho miedo en el gobierno de ocupar cargos públicos por parte de los que saben. En PDVSA nombran a un nuevo administrador en una de sus gerencias y a la semana va preso, por lo que hicieron sus antecesores. Parece que el único trabajo rendidor y eficiente es el del Fiscal, pero sería una marca personal – y un colmo a la vez – que se auto acusara, desaparecería… Pero quizás sería beneficioso, habría más gente dispuesta a ocupar cargos públicos sin temor a ir presos.
Todo se ha descompuesto, como un guacal de tomates picado de gusanos. Sin un ejemplo de decencia y cordura en el alto gobierno todo el que pasa por cargos públicos lo hace para provecho propio buscando cómo se les puede sacar más ventajas. La idea del servidor público se desvaneció en la urgencia, en la improvisación y la paranoia. De la administración pública solo quedan edificios vacíos, y abandonados mucho antes de la pandemia.
Si el “potro” Álvarez hubiese rechazado esa designación, las esperanzas de cambio serían ahora mucho mayores, hubiera sido alentador ver a alguien sensato, honesto, reconocer que no sabe y exigir que llamaran a los que conocen los métodos y las ciencias.