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Actualidad¿Vale la pena vivir sin dignidad?

¿Vale la pena vivir sin dignidad?

HESÍODO: “Hijo de Meles, Homero, que conoces los designios de los dioses, dime lo primero de todo ¿Qué es lo mejor para los mortales?”… HOMERO: “Lo primero de todo, para los mortales que habitan sobre la tierra (seres de un día), es no nacer, pero, si han nacido, lo mejor de todo es morir pronto”: Hesíodo: Certamen.

La vida es bella, pero si la hacemos bella. Sin la intervención humana no es gran cosa. Crudamente hablando, la vida es dolor y sufrimiento, es incertidumbre, un caos que hay que convertirlo en algo con sentido, con forma.

Así ha sido hasta hoy. El mito hizo la vida más tolerable para los humanos; más adelante aparecieron los rostros serenos esculpidos en la piedra; frontones, cerámicas y pinturas sagradas que narran hazañas y trabajos: también fueron para sublimar ese sufrimiento. Y luego la representación trágica, la catarsis trágica…

Ya viejos, algunos dicen que la vida es un robo. En la tragedia shakesperiana la vida puede ser “una sombra que camina. Un pobre actor que en escena se arrebata y contonea y nunca más se le oye (esto nos recuerda la de muchos políticos deshonrosos). Un cuento que cuenta un idiota y que no significa nada (esto también)”… En la vejez y en la literatura trágica, de cara a la muerte, la vida se descubre como un momento muy breve y lleno de dolor. Para otros, pasa tan rápido y de manera tan uniforme que llegan a creer,  a fin de cuentas, que todo fue un sueño… Como se ve ¡nadie está dispuesto a darle la razón a Homero y desear morir pronto!: luchamos, a pesar del dolor y la muerte, y otros  niegan su existencia y se echan a dormir, hasta que la parca los sorprende!

Sin la ayuda de la literatura, es decir, del conocimiento, muy pocos pueden percibir la presencia constante de la muerte (y de la vida). Mientras otros solo viven un sueño, con características de pesadilla. Aun así la  humanidad –no el hombre solo y la mujer ella sola, como ahora – ha podido trascender en el tiempo gracias a su gran obra hecha de trabajo y vidas, y esa obra es una acumulación de conocimiento, métodos inspirados en el símbolo de la eternidad, para poder superar el dolor y la muerte, y darle a la vida, con su forma bella, una razón de ser, una razón digna de ser vivida.

Si saltas al mundo puedes ver nuestra herencia representada en templos, pirámides, puentes y torres  imposibles, en miles y miles de volúmenes ordenados en grandes bibliotecas, foros donde antes hubo ingeniosas máquinas de torturas e inquisidores, otra vez inquisidores donde antes habían tribunales y justicia, revoluciones, restauraciones, capitalismo y más revoluciones…, y todo eso nos incita a seguir cambiando.

El socialismo es parte de esa obra y hala a la sociedad hacia el futuro; en rigor, hacia su persistencia en el tiempo.  El  socialismo es un argumento para vencer la muerte, es el ideal de una obra superior como ha sido toda la de la humanidad. Hace de cada individuo una persona, y a la vez, individuo consciente de pertenecer a una comunidad, a la comunidad humana. Es una manera de transferir el testigo, lo mejor de la gran obra, el empecinamiento por la perfección humana, a nuestro relevo. Eso es el socialismo, es un empeño humano por su perfección. Es una revolución permanente.

El capitalismo es una promesa de éxito personal que hace que se reproduzca sin control la estupidez, descompone a la sociedad, prefigura la nada, es la muerte definitiva de la humanidad, un agujero negro y un cáncer a la vez. El capitalismo es el desbalance, la pérdida del equilibrio en todo. Frente a él no es difícil hoy, despertar del “sueño de la vida”, sufrir la contundente verdad de su poder destructor, desengañados de sus promesas y mentiras. Despiertos, viendo de frente esa fuerza destructora, sufriendo el desengaño de la bondad de las corporaciones  no es necesario que la literatura nos recuerde que somos frágiles (¡breves y mortales!), o que la historia nos aleccione con su pasado de violencia y muerte, solo basta con despertar y abrir bien los ojos y ver lo que hay en rededor. El capitalismo representa los oficios del diablo.

Lo ridículo de la lucha política dentro de las fauces del capitalismo es creerse inmortal y actuar miserablemente. La realidad es muy aleccionadora en eso, también los villanos se mueren. Un día la soberbia nos nubla la mente, otro el resentimiento nos acorta la vista, y el otro morimos en la  cama de un hospital. Todavía seguimos creyendo que disparar rencores nos salvará de algo, aquí,  en la tierra de los mortales. Pero no es así, uno y otro no sumamos nada. El odio, la envidia, el resentimiento personal: nunca serán lo suficientemente buenos como para que nos rediman de la muerte…, una venganza, una manipulación, una trampa. Lo único que puede prolongar nuestra existencia al futuro es la acción de toda la sociedad,  todos sumados como comunidad,  si abrevamos a la fuente de la humanidad (y de la naturaleza). Y sin odios personales (de eso se ocupa la comprensión);  más bien con conocimiento, con amor y solidaridad; controlando la mezquindad, la avaricia, la rabia de la envidia; los 7 pecados capitales.

¡Comprensión, consciencia, solidaridad humana!, acompañan al socialismo. La idea más fuerte, más obligante de la vida es sentirla hasta el final. Comprender que somos mortales, malos y buenos a la vez, imperfectos,   y elegir el mejor camino, pisando duro, para que otros puedan seguir nuestros pasos. Que  nuestras palabras cobren sentido, que no sean solo piolines al viento.

Los políticos farsantes pierden su tiempo en “arrebatos y tongoneos”, para que, ya muertos, nunca más los oigamos. Ignorantes de lo breve que es el éxito personal, y se mueren, sin pena ni gloria. Muchos mueren sin honor, peleando solo por dinero, vicios, vanidades, poder, para ser enterrados bajo tierra y en el olvido, sin que más nunca sepamos de ellos. Porque no legaron nada bueno y que perdurara en la memoria de sus hijos.

Se burlan de Fidel, y de Chávez, menosprecian a Marx…, gritan  ¡Chávez Vive!, pero ellos mismos serán olvidados cuando mueran. Y no les importa. Porque en su euforia de éxito se sienten inmortales… Solo un momento, el tiempo que dura el efecto de una droga.

Para que no digamos con tristeza, después, ya viejos, que la vida fue una estafa, mejor es sentirla desde ahora, que estamos despiertos, pensar que más bien es un regalo de los dioses y contribuir generosamente a la humanidad, defenderla para que permanezcamos en el tiempo… sin preguntarnos idioteces como, ¿qué clase de vida habrá en el mundo cuando desaparezca el hombre (y la mujer) en la tierra?

¡Patria Socialista o  Muerte! 

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