El aumento de los positivos al virus, más de mil diarios y contando, viene acompañado por fiestas en los barrios. El análisis de los pragmáticos señala que hay una relación entre fiestas y aumento de los contaminados. Ya el madurismo encontró un culpable, el remedio es más faes, más represión, más elecciones de opio. No obstante, si hacemos una reflexión más profunda el cuadró es otro. Veamos.
El hombre del capitalismo es un ser fragmentado, aislado, victima de una guerra de todos contra todos que lo despoja de sus semejantes y de la naturaleza, un individuo saqueado de su ser social, un enfermo, un solitario sin sentido de la vida, un productor y un consumidor de sombras.
El gobierno madurista, desleal siempre al pensamiento del Comandante Chávez, y guiado por el lumpen sindicalismo, profundizó las peores características del capitalismo: llevó a niveles impensables la fragmentación social, pulverizó la organización social la cambió por un carnet que certifica al egoísmo, la guerra de todos contra todos que en un capitalismo manso es más o menos oculta, adquirió niveles de delincuencia general, salir a la calle es salir a un campo minado, la relación entre humanos es como una confrontación de soldados de ejércitos en confrontación, cada individuo es un agresor.
Con el coranovirus y la profunda crisis producida por la incapacidad del madurismo empeoró esta situación, la llevaron a niveles de extinción de la nacionalidad ya hoy vapuleada, a niveles de enajenación colectiva. El hombre del madurismo es víctima de la locura del aislamiento profundo a que es sometido. No hay actividad social que lo haga parte del colectivo social, es un preso sin esperanzas, sin información, no sabe ni el cuál ni el por qué de su condena, no hay escuela, no hay misas, no hay marchas, ya ni se ven las caras, sólo unas mascarillas que son metáforas del aislamiento social.
En ese cuadro social, aparecen las fiestas del coranovirus, allá en los barrios irreverentes sucede una manifestación que debe verse como un acto de rebeldía contra el aislamiento, un desesperado gesto social por recuperar la condición de humanos que se relacionan, que se tocan, que se ven la cara, que bailan en un ritual de relación. Esas fiestas son una señal de reserva de sanidad mental, un grito de esperanza, esas fiestas, ese espíritu rebelde y de valentía, debe ser transformado por los revolucionarios en energía política, es decir en disputa por el poder, por retornar el camino de Chávez, por evitar que el capitalismo se remoce con los guaidoses, que todo siga igual pero peor. Si esa energía hoy de inconsciente protesta, no se encauza hacia objetivos políticos altruistas, se corre el riesgo del desborde en vandalismo, o que sea capturada por propuestas fascistas, sea puesta al servicio de fanatismos crueles.
La tarea de los chavistas auténticos es la lucha contra el egoísmo capitalista que priva a la humanidad de su sentido de sociedad, la convierte en una enemiga de la vida. Es retornar el camino de Chávez, leales siempre a su mandato: “la lucha contra la lógica del capital”, no es sólo la lucha por el poder político sino el uso de este para fundar un nuevo mundo dónde como dijo el Apóstol Martí luchemos “con todos por el bien de todos”…
¡PATRIA SOCIALISTA O MUERTE… VENCEREMOS!
¡SIN SOCIALISMO NO HAY INDEPENDENCIA!