De cara a la exclusión social hay que ver “el todo” de la sociedad moderna. Por ejemplo ¿Para qué sirve la tecnología si no se puede armonizar con ella la sociedad? ¿Para qué la ciencia si ella no puede resolver los problemas humanos y los problemas que afectan la vida en la tierra? Por más fascinante que sea la conquista del espacio, la conquista de Marte, las sondas espaciales, cuando vemos lo miserable que se ha vuelto la humanidad dentro del orden social capitalista, lo peligrosa que se ha vuelto para el planeta, toda esa fascinación espacial se nos hace un mal chiste, humor negro, sarcasmo interestelar; soñar con el espacio al tiempo en que destruimos nuestra propia casa, la Tierra.
El asunto de la exclusión social y la desigualdad tiene que ver con la deformación espiritual del ser humano, con el abandono del humanismo como una manera de, literalmente, volver a “poner los pies en la Tierra”. Es una señal de la deformación moral a que nos lleva el espíritu del capitalismo, o del capitalista, el mismo que hizo posible la esclavitud moderna, la explotación de hombres, mujeres, y niños a manos de mercaderes despiadados, los cuales, así como construyeron teatros, puentes, caminos, palacios, represas, etc., desarrollaron los medios y las rutas comerciales, destruyeron el alma del ser humano; “deshumanizaron” a la humanidad, hasta hoy.
Hasta hoy día, cuando la acumulación del capital, su concentración en, cada vez, menos familias, es más intensa…, mientras más se contrae el capital, más se expande la explotación, se estimulan más guerras, se miente más, hay más necesidad de engañar a las masas humanas para sostener la ganancia, se estimulan las migraciones humanas para poder explotar a más “ilegales” (reducir los costos de la mercancía “fuerza de trabajo”) y al tiempo, poder deshacerse de ellas en guetos, matarlos de hambre y enfermedades, excluirlos de la sociedad. Igual lo hace con los nacionales, con aquellos que el capitalismo explota dentro de cada país, parque él no tiene nacionalidad, trasciende las fronteras, está concentrado en pocas familias que controlan al mundo en todo el mundo. Esa es su tendencia. Y pasa tanto aquí, en Venezuela, como en el resto del planeta.
El socialismo no es una postura política que alterna con otras posturas políticas variadas, capitalismo democrático, verdes, socialdemócratas, reformistas, desarrollistas, con “terceras vías”, el socialismo es una imperiosa necesidad para frenar la expansión de las guerras, el hambre de los seres humanos … pero sobre todo eso, la devastación del planeta, la explotación de los recursos no renovables, la deformación de la vida natural, de ecosistemas vitales para la vida global, el orden y la armonía de la vida que hace posible la nuestra como especie. El socialismo, por el contrario, el espíritu amoroso y armonioso que lo inspira, la idea de acabar con las clases sociales y los privilegios, y, sobre todo, con la ideología que las sostienen, es la ideología (la única) que puede adversar y acabar con el capitalismo y su ritmo con el cual se concentra devastándolo todo, con el cual está secando al planeta. Para acabar con el capitalismo no sirven términos blandos y medias tintas.
La historia nos alecciona en esto. Todos los intentos de amansar al capitalismo han fracasado hasta ahora. Las leyes reivindicativas de los derechos laborales han obligado al capitalismo a expandir la explotación fuera de sus fronteras promoviendo guerras y migraciones, recolonizando al mundo; lo que no pueden hacer en sus países de origen lo hacen fuera: las maquilas, las zonas económicas especiales, las zonas francas, pero también la explotación de los emigrados, el uso de los guetos de emigrados como reservas humanas para la explotación del trabajo a bajo costo. Lo que piensa, por ejemplo, Jesús Farías, de ir gradualmente igualando la sociedad junto al capitalismo, no existe, por lo menos en este país colonizado por empresarios que son como lampreas y colonizado por las trasnacionales y las potencias del mundo (de oriente a occidente); es imposible igualar las cargas sociales en el capitalismo, y en especial, en el nuestro. Mientras una familia clase media en los Estados Unidos sobrelleva muy bien un invierno cruento, con calefacción, agua caliente, alimentos, medicinas, internet, y hasta comodidades suntuarias, medio mundo subdesarrollado perece en guerras, en desiertos modernos creados por la minería y la contaminación, de hambre, de sed, de enfermedades…; para que alguien pueda bañarse con agua caliente en Francia deben morir muchos negros en África…. El socialismo sigue siendo la solución, igualar las cargas sociales y cambiar la ideología que incita el egoísmo mezquino y la vanidad por la ideología que estimula el humanismo, la razón como método para la creación, las artes, la civilización en base a la educación y el conocimiento…, al servicio de TODA la humanidad.
Difícil que con la premura de hacer declaraciones para los medios y la opinión pública, un individuo como Jesús Farías pueda detenerse a pensaren ésto, o que Maduro, o que Diosdado Cabello, pendiente de sus chismes para rellenar su programa. La urgencia siempre está por delante de lo importante. Pero, ellos ni siquiera saben qué es lo importante para la humanidad o, sin ir tan lejos, para los habitantes de Venezuela. La urgencia siempre toca sus intereses personales: para Farías y Diosdado (y los otros) es quedar bien con el presidente, y el presidente con sus electores, Biden, Putin, y los chinos; lo urgente es guardar las apariencias, pulir los discursos, amedrentar, cuidarse atacando a los enemigos dentro del chavismo (dar señales de poder allanando casas vacías de conspiradores), chantajear con los recursos materiales (a la manera gringa), desmoralizar y desmovilizar a la masa; esto es lo más urgente y los más importantes para ellos.
Para los socialistas lo urgente y lo importante es el socialismo. Porque el socialismo es, palabras de Marx, “la realización particular y solidaria, incluso unilateral, del principio socialista, … que implica incluso, la superación emocional de la mezquindad del otro”. El socialismo es una práctica de vida, y eso es tan urgente como importante. Sin una conducta solidaria, humana, que coloque las necesidades de nuestros hermanos humanos primero, delante de los discursos politiqueros, las apariencias, las declaraciones vacías…, no es posible construir el socialismo; hay que tener voluntad socialista, honestidad socialista (ser honestos), para poder construir el socialismo, el cual es un cambio espiritual, superar nuestras carencias materiales, producir alimentos y recursos materiales de vida sin desviar nuestra atención de las satisfacciones particulares humanas, de cada miembro de nuestra sociedad; hasta el auxilio de aquella perrita flaca que encontró Chávez en la carretera es importante para construcción del socialismo.
El socialismo es tanto amor al prójimo como valor para enfrentar al imperio y su ideología, trabajo, conocimiento, educación y consciencia social.
¡VIVA CHÁVEZ!