En las leyes del madurismo, la contradicción política, o sea la ambigüedad legal, parece ser una herencia de aquella Asamblea Nacional francesa en 1848, en época de la presidencia del gran oportunista Luis Bonaparte. Marx decía sobre aquella “constitución burguesa” que cada artículo contenía su propia antítesis “su propia cámara alta y su propia cámara baja… (Que) En la frase general, la libertad; (y) en el comentario adicional la anulación de la libertad”, y así complacer a todos, gobierno, asamblea, proletarios y burgueses. Parafraseando a Marx, parece que Maduro trata de emular ese momento de confusión política, redactando leyes “ambidiestras”, donde “en las frases generales yace el socialismo, y en los comentarios adicionales lo anula”. En la Ley del plan de la Patria, por cada dos o tres enunciados que aluden a los derechos de los trabajadores y al socialismo, hay otros tres o cuatros que justifican las ventajas a los inversionistas y las alianzas capitalistas, anulando el valor político de los primeros. También se encuentra este esquema (pero con más descaro) en el Decreto Ley de las Zonas Económicas Especiales. En la Ley constituyente de inversiones extranjeras productiva es más directo el retroceso hacia la derecha, en ella no existen “las frases generales” que muestran el socialismo, habla directamente de “promover la inversión extranjera productiva para favorecer el desarrollo integral de la Nación, (y de) la Suprema Felicidad del Pueblo (no de socialismo, sino de felicidad, la cual podría ser mediante el opio o la morfina, no se explica cuál es esa felicidad) y el fortalecimiento de la economía productiva y diversificada”; ahí se queda lo general; ni siquiera habla de socialismo, ¡para qué!
Las leyes maduristas son un ejemplo de engaño tomado de esa tradición de la revolución burguesa francesa; en fin, quienes redactan esas leyes son especialistas, “letrados”, bufetes especializados, lo más probable recomendados por los mismos inversionistas para que Maduro las entregue a sus diputados autómatas y estos las aprueben sin ni siquiera leerlas. La ley antibloqueo es el mejor ejemplo de esa “comida completa” legal, que alimenta el ego de los trabajadores y a la vez garantiza todas ventajas (incluido el secreto) para las inversiones privadas; en la redacción de esas leyes, la revolución ya ha sido olvidada en todas sus formas, en la sustancia política y en el lenguaje demagógico.
Son cuatro ejemplos que se deben estudiar muy bien desde el punto de vista de esa contradicción política fundamental. Luis Britto García ha señalado muchas, sin embargo no habla de contradicciones, no se atreve (vaya usted a saber por qué es tan cauteloso). Estas cuatro leyes, por orden de cercanía a la traición a Chávez, al socialista y en especial a la constitución de Chávez, son: La Ley del Plan de la Patria, la Ley de las Zonas Económicas Especiales, la Ley constitucional de inversiones productivas, y 4ta. la Ley Antibloqueo. Todas están contaminadas de ambigüedades donde “en las frases generales”, está el socialismo y en los comentarios adicionales se anula. No es necesario ser Marx para darse cuenta de estas ambigüedades-contradicciones pero sí es necesario leer a Marx para poder identificarlas como tales, es decir, como contradicciones políticas y no llamarlas tan solo “descuidos”; son ambigüedades jurídicas intencionadas que sirven para sostener en pie el sistema actual de ambigüedad política que escurre todos nuestros males y que se traduce en contradicción.
Podemos decir que la Ley antibloqueo expresa el sumun de la inteligencia leguleya oficial, la mejor forma que se les ha ocurrido para poder violar la constitución, o el espíritu de la Constitución bolivariana chavista, sin tener que recurrir a una constituyente verdadera.
Nuestra constitución es muy avanzada en términos generales (en “la frase general”), en cómo trata el tema de los derechos humanos, ciudadanos, la nacionalidad, pero en el tema económico y de propiedad resulta bastante contradictoria. A la vez que habla de igualdad social permite la libre competencia de la empresa privada, dentro de un sistema económico lleno de excepciones a los controles del Estado, como es el caso de nuestra industria petrolera, o por razones “estratégicas”, o de “seguridad nacional”, etc. Estas lagunas han permitido que se violen con descaro los principios generales, el “espíritu socialista” de la constitución.
Nuestra moneda es el bolívar y depende del Banco Central cuidar su valor. El gobierno no se puede endeudar más allá de lo que haya en reserva en el Banco Central. Solo en estos dos aspectos el gobierno de Maduro ha violado la constitución desde hace varios años hasta hoy. Hay que recordar el endeudamiento, los créditos adicionales costeados con dinero inorgánico –inexistente en nuestras reservas –; un delito confesado por Maduro, que amerita sanciones, pero ¿quién le pone el cascabel al gato? Lo mismo pasa con la entrega de PDVSA a la empresa privada; es anticonstitucional, pero por una pequeña ambigüedad en la ley se violan sus principios, la soberanía del Estado sobre nuestras reservas energéticas y naturales. Inclusive, podríamos decir que la Asamblea Nacional Constituyente de Maduro fue necesaria para redactar todos estos años los “comentarios adicionales”, las justificaciones leguleyas de Herman Escarrá, las “excepciones a la constitución”, cuando ha sido clara su violación por parte de Gobierno.
Dudo mucho que La ley orgánica de las comunas sea una ley coherente y menos socialista, dudo mucho que bajo este marco legal tan ambiguo y de tantas contradicciones políticas sea posible un Estado Comunal, mucho menos socialista. Este escrito es solo una invitación a leer con atención estas cuatro leyes, estos intentos legales de violar el socialismo, de justificarla traición a Chávez y al socialismo (un legado escrito en el Plan de la Patria genuino de Chávez), que pasan desapercibidas para muchos, pero que son evidencias, testimonios escritos de esa traición. Así pasarán a la historia.
¡Chávez es socialismo, volvamos a Chávez!