Los índices de participación electoral, a pesar de la propaganda, de la demagogia, mentiras, y medias verdades que de lado y lado, dependen de la capacidad de entusiasmar a los electores con la verdad, es eso lo que hace posible que vote mucha gente, de manera masiva a favor o en contra de una opción o un candidato. La verdad siempre se impone. Pero en unas elecciones donde solo participa el 30 % del padrón electoral y mucho menos de la totalidad de la población del país, aquellos que votan son los que siempre estarán dispuestos a ser engañados con promesas y mentiras, con falsas esperanzas.
Hasta ahora no hay un candidato o una idea expuesta en una promesa electoral que se acerque a la verdad, que necesitamos para ir a votar en noviembre o en cualquier otra elección. Peor aún, hasta ahora no ha habido un discurso político, dentro de los actores electorales y políticos, que muestre honestidad, humildad, voluntad de verdad, autocrítica y crítica verdadera, sus acciones son solo palabras vacías.
En el discurso económico se emparejan todos: el madurismo y la derecha tarifada que obedece a EEUU; los dos amenazan con hacer casi lo mismo (privatizar, dolarizar, endeudarse, etc.). Dejar que el capitalismo haga la revolución o lo arregle todo es una ofrecimiento incierto, suena como lo conveniente, pero es una mentira, y de las más grande. En el caso de los maduristas se trata de “esperanza de tísico”. Para ellos el capitalista, que ellos llaman dulcemente “el sector privado”, será el que se encargue en el futuro de construir una sociedad socialista, una promesa, que además de loca, es irresponsable: ¡hasta cuándo podrán engañar a la gente con ese cuento!
Sobre los otros, los guaidoses, no hay necesidad de decir nada, representan los intereses del imperio y eso basta.
Pero el madurismo traza metas que no va a cumplir jamás por el camino del capitalismo. Y creo que la gente lo sabe. El caso del coronel preso en Lácteos Los Andes es un ejemplo de lo que es capaz de hacer el capitalismo con la propiedad social. Convertir una empresa de propiedad social, o una empresa del Estado, en una empresa “familiar” es fácil, si el único estímulo para el trabajo es el lucro, el billete, si no se avanza en el desarrollo de una conciencia del deber social y se enseña con el ejemplo; ¡sin esta conciencia es imposible que haya propiedad social y verdadero socialismo, administración social, trabajo cooperativo (no “cooperativas”, que es otro cáncer de este cochipollo económico), etc.! El camino del capitalismo solo produce estos “coroneles” codiciosos y aprovechadores, es inevitable cuando lo único que moviliza a la sociedad es el egoísmo mezquino y el dinero. En una verdadera revolución socialista NO CABEMOS TODOS, el egoísmo capitalista, el materialismo, la codicia, la indiferencia no caben en el socialismo. Esa frase demagógica solo sirve para apuntalar la democracia burguesa. No se puede hacer revolución socialista y fortalecer al capitalismo y sus valores a la vez, ¡seguir su lógica!; o una cosa o la otra.
Por más demagogia que se haga con el caso de lácteos Los Andes (denunciado desde hace mucho tiempo atrás por algunos de sus trabajadores y al cual no hicieron caso…, más bien persiguieron a quienes hicieron las denuncias), por más que se pretenda ahora decir que es política del gobierno de Maduro perseguir este tipo de corrupción, todos sabemos que se trata de una acción hipócrita ligada a las elecciones de noviembre (ahora el coronel no tiene quién le escriba, pero el preso debería ser Castro Soteldo). La lista de trampas en estas empresas socialistas y de la entrega a empresarios privados de ellas es larga. Siendo el capitalismo un robo en sí mismo, Castro Soteldo y Jesús Farías pretenden convencernos de que con estas empresas, en manos de capitalistas, no se está robando a la sociedad (además de robar el producto del esfuerzo del trabajador). Estos socialistas de mentira (y de mentiras), pretenden que creamos que la propiedad privada es eficiente en sí misma, que el capitalista no hace trampas a la sociedad, que no se roba el dinero que le da el Estado, que no prefiere especular que producir.
Solo si renuncian a estas mentiras, si reconocen que no saben lo que están haciendo, que no saben qué nos depara el futuro, solo si hablan con la verdad podrán, si acaso, entusiasmar al chavismo para los apoye en un proyecto político claro y con otros actores, diferenciado de la derecha gringa, diferenciado de todo lo que han hecho hasta ahora y lo que ofrecen los guaidoses.
¡VOLVAMOS A CHÁVEZ!