Al sentimiento COMACATES, una gesta tan importante en la historia reciente la han lanzado al olvido, le temen a la pasión que los impulsó. El 4 de febrero cumplieron papel principal, esos Comandantes, Mayores, Capitanes, Tenientes, cambiaron la historia de Venezuela.
Hoy, sepultan ese sentimiento, lo ignoran, no les preocupa, confían en que la disciplina debida lo mantendrá al margen de la vida nacional, piensan que los días de rebeldía, de efervescencia espiritual que antecedieron al 4 de febrero ya no se repetirán.
Es bueno recordar aquellos días cuando los comacates discutían el futuro de la Patria, vibraban con el árbol de las tres raíces, oían las enseñanzas de Generales como Pérez Arcay que les hablaba del Libertador, de Zamora, los traía a la vida con su verbo vivo y encendía la llama del amor a la Patria. Eran momentos de entrega, de sacrificio, de vocación de servicio. En esos días Venezuela se sentía acompañada por sus mejores hijos.
Siempre que la Patria sufra se debe convocar el sentimiento comacates, es el mismo que impulsó el paso de los Andes, ese sentimiento se ha mantenido por siglos en el corazón de nuestros militares, emerge cuando la Patria lo reclama, apareció con Hugo Trejo, con Ponte Rodríguez, el Capitán Manuit, el Teniente Tulio, y apareció con los comacates del 4 de febrero. Está allí en el corazón militar, en la alianza civil-militar.
Hoy, es un deber rendir homenaje a ese sentimiento, esa pasión, convocarla, la Patria requiere del esfuerzo de sus mejores hijos. Vive momentos difíciles, ha perdido el rumbo, ya por sufridas no es necesario explicar las dificultades que atraviesa, están identificados los responsables del desastre, no valen excusas, no sirven las disculpas, ni imputar a extraños del cataclismo, todo esto se debe al gobierno, a la cúpula pragmática que se apartó del mandato del jefe de los comacates, del legado de Chávez.
Sabemos del peligro de recordar ese sentimiento patriótico, que incomoda a los altos niveles del gobierno, los emplaza, les recuerda su conducta renegada, les enrostra el resultado de su gestión que ha llevado al país a una situación igual a la que produjo el 4 de febrero. Aun así, es necesario convocarlo, se trata del destino de la Patria, sometida a una verdadera subasta de sus bienes materiales y de su acervo espiritual. El madurismo está acabando con la nación, no deja piedra sobre piedra, se comporta como una fuerza de ocupación que haya decretado “tierra arrasada”.
A pesar de todos tenemos esperanzas, la historia nuestra nos indica que en los momentos más aciagos han surgido jóvenes impulsados por el espíritu patriótico, el sentimiento humanista y han rescatado al país de las garras de los malos gobernantes, ahora no hay razón para que sea de otra manera. Estamos en condiciones de producir el cambio necesario. Tenemos calientico el ejemplo de Chávez, allí está la teoría, la historia nos relata hazañas libertarias, la juventud dispuesta, los líderes surgirán de las catacumbas. El madurismo le teme al espíritu de los comacates, sabe que una madrugada cualquiera el canto de los gallos y las guacharacas anunciará que comenzó el rescate de la dignidad nacional, un grupo de jóvenes, se la jugó por la Patria, tal como en abril de 1810, como el 23 de enero, tal como el 4 de febrero…
¡CHÁVEZ, COMACATES!