– “…en nuestro gobierno llevaremos a cabo el Estado de bienestar, tal y como lo ordena el presidente Maduro” –-, promete uno de los candidatos por el estado Vargas, sin saber muy bien si habla de Estado o estado. El “Estado de bienestar” es el modelo económico Keynesiano de economía mixta, con el cual maduro desea sustituir al socialismo. Después de la II Guerra Mundial implementaron mejoras a las condiciones de vida de la población más pobre, para crear una clase media que diera estabilidad social y económica a los países destrozados por la guerra. Pero nos dice Pascualina Curcio que, “de hecho, surgió en el siglo XIX en tiempos de Otto Von Bismarck CON EL PROPÓSITO DE CONTENER EL SOCIALISMO. Ni hablar del neoliberalismo –agrega – que, en capitalismo, es lo más salvaje.”.
El Estado de bienestar es una forma de frenar los cambios socialistas con la intervención del Estado para redistribuir la riqueza de una forma más social, una manera de aplacar las contradicciones sociales. Sin embargo, las medidas económicas de Maduro, ahora disfrazadas y envueltas en el concepto de Estado de Bienestar (¡muy de moda entre sus seguidores!, para deslindarse del socialismo) no llegan a ESO; aparte de los clap y los bonos limosnas, SON MEDIDAS NEOLIBERALES de más. Hoy día cualquiera sabe que las ZEE son maquilas disfrazadas, sabe lo que significa la entrega a los privados de empresas, tierras y los servicios públicos, qué significa la liberación de precios, la “flexibilización” de los fueros laborales, el impago de impuestos y aranceles para los más ricos y la imposición del IVA para los consumidores más pobres, cuando se dolariza nuestra economía pero no los sueldos, que hace que nuestra mano de obra sea la más barata del planeta, sabe que significa cuando la especulación y la anarquía económica son la norma: ¡Capitalismo furioso y salvaje!
Uno de los lubricantes con el cual el madurismo nos quiso pasar liso la entrega de las empresas socialistas y del Estado a los privados (viejos y nuevos) son las “alianzas estratégicas”, es decir, entregar el control de una empresa del Estado a manos de un particular – lo que pasó o pasa con el Tunal y Lácteos Los Andes, Café Venezuela y Alimentos FBF C.A., La Gaviota, etc., y en PDVSA con sus “aleados estratégicos”, desde el 2015 hasta hoy –. Las alianzas estratégicas son la manera que encontró Castro Soteldo, El Aissami y compañía, de revertir la propiedad social y del Estado a manos privadas (al provecho privado) arguyendo que el Estado no sabe o no tiene la capacidad de administrar eficientemente, de producir eficientemente, o alegando que en Venezuela cabemos todos, ricos y pobres (sin embargo, más los ricos que los pobres). Según este razonamiento, los que mantuvieron la producción de gasolina y petróleo en cerca de los 3 millones de bd, hasta el 2013, ¡jamás fueron eficientes!, ahora todos son ladrones, corruptos y están presos,… pero, cualquier persona medianamente inteligente, que sepa hacer comparaciones, los preferiría ahora a ellos (a los presos PDVSA, manipulados, usados y traicionados), que a éstos ineptos.
Más o menos este es el razonamiento de los ministros y del resto del gobierno; un cuento viejo, con el cual, después de años, han demostrado que eso de la eficiencia de los privados, en especial la de sus aliados, es una gran patraña, es una mentira para los socialistas, para los trabajadores, para la sociedad, inclusive para la economía (sobre todo la nuestra, cargada de parásitos que han vivido y siguen viviendo de la renta petrolera). Los clap (un programa que fue de emergencia, institucionalizado y convertido en el “socialismo en los social” de maduro) empezaron como una bolsa de productos, la mayoría importados, de quinta categoría, ahora son los mismos productos malos, algunos nacionales, de peor calidad y en menos cantidad, y que no cumplen con el mínimo requerimiento nutricional. A PDVSA la destrozaron; demuelen la empresa y el operador privado se hace millonario con ella sin contribuir en nada al “estado de bienestar” de nuestra sociedad, vociferado por aduladores y oportunistas; algunos sin ni siquiera producir, vendiendo tan solo el petróleo almacenado… Otro cuento es el de la economía con “vocación de exportación”. Una Venezuela exportadora que no tiene qué exportar, o que exporta lo que su población más necesita,… que ni siquiera puede exportar petróleo o gasolina, y mucho menos obtener divisas de una capitalismo improductivo, que recibe todas las ventajas para multiplicar sus capitales y sus cuentas personales y no da nada a cambio a ese “bienestar social” cacareado… ¡Chávez siempre dijo que PRIMERO había que producir para el consumo interno, pagar la deuda social, para alcanzar la soberanía alimentaria, para nivelar y mejorar la calidad de vida de nuestra sociedad, y que si acaso había excedentes, se exportaran! ¿Cómo se puede exportar pescados en un país con déficit de proteínas, ¡eso es inmoral!? Pero eso es lo que hacen el Tunal y otros “aliados estratégicos” amigos del gobierno.
La pregunta que uno les hace, al ministro Soteldo y al resto del gobierno ¿Acaso ellos no representan el Estado, no son el Estado? Hubo que darles todo a los privados, el control, oportunidades y facilidades para que produjeran (más bien, para hacerlos más ricos), lo que desde el principio era responsabilidad de estos seudo dirigentes majunches, ministros y habladores de paja; ¡cómo no fueron capaces de liderar y controlar la economía!, más aún una economía socialista. Por incompetentes se la entregan al “sector privado”, ¡a un cardumen de tiburones! Esto fue el pragmatismo que su nefando asesor Temir Porras le propuso a Maduro, y ahora es el pragmatismo de todos estos flojos, falsos revolucionarios.
¡Quítenle al gobierno la responsabilidad de hacer su trabajo político, al gobierno mal llamado chavista y socialista (al “Estado socialista”) y ¿qué queda?!: policías y militares, gestores, intermediarios, vendedores de licencias y cargos públicos, habladores de paja y un inmenso caldo de cultivo de oportunismos y corrupción moral, –“les damos el país y desaplicamos las leyes, pero a cambio ustedes nos permiten que trafiquemos con licencias y protejamos sus negocios”, ¡eso resume el pacto que quiere el gobierno con la otra derecha en México, jodernos en nombre de la paz!
Pero, ¿Para qué necesitaría el capitalismo un gobierno que gestione sus negocios – y que se siga diciendo “socialista” –, ¡tan ineficiente, que hasta Lula da Silva lo considera malo!? El capitalismo tiene sus propios empleados, que no tienen que disimular ante los pobres y trabajadores llamándose a veces socialista y otras veces “Estado de bienestar”, según el tonto que tengan al frente. El capitalismo no los quiere, y los socialistas menos los queremos. CHÁVEZ ES SOCIALISMO, el madurismo ha sido el fracaso de todos.
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