Cuando los sindicalistas dicen “. Chávez sustituyó al personal médico capacitado y a la gerencia de las principales industrias venezolanas, entre ellas la petrolera y de las empresas básicas de Guayana, bajo el argumento de que eran cuadros de la derecha y «golpistas», con lo cual inició el camino de la fuga de cerebros del país, mientras que, en su lugar, instaló una serie de funcionarios burócratas, en su mayoría desconocedores del funcionamiento y administración de los negocios que financiaban el presupuesto nacional…” (Ostentación millonaria y bebé migrante asesinado: huellas del chavismo 30 años después Por: Esperanza Hermida | Martes, 15/02/2022), mienten, confunden a los lectores ocultando casos y fechas; confunden “el madurismo” con el verdadero legado de Chávez, no se sabe por qué razones. Por otro lado, defender un movimiento sindical cansado y sin visión de lucha estratégica de clase (socialista), o defender la confusión misma en favor de “mejorar” al madurismo, hacia la derecha, representado por esa misma “gerencia” que ellos llaman “capacitada”, no se sabe ve claro lo que buscan, es contradictoria su intención, pero lo cierto es que pretenden confundir, como lo hacen muchos oportunistas.
Las críticas sin sentido político buscan confundir. Si lo que hizo Chávez no fue un intento socialista entonces ¿de cuál socialismo hablan estos sindicalistas, o sindicaleros? Chávez lo intentó y dejó un documento escrito, su voluntad y el Plan de la Patria, son su legado.
Si los sindicalistas escriben desde la izquierda (¿?) no tienen idea de lo que significa y significó conducir un corporación como PDVSA para la captura y distribución de la renta petrolera en favor de programas sociales, ponerla al servicio de las mayorías, dirigir la empresa con una visión distinta a la mentalidad y disciplina de los pequeñoburgueses que ahí trabajaban y trabajan, distinta a alimentar la codicia de los más ricos, al arribismo, al saqueo de la renta al servicio de intereses mezquinos. Una visión política petrolera, una estrategia distinta a la del capitalismo colonial, soberana, socialista, se tuvo que enfrentar a millones de vicios. Luchar todos los días con una nueva forma de resistencia al egoísmo mezquino, es contrario a las políticas de las grandes corporaciones que lo estimulan en su personal (quizás exceptuando a la petrolera noruega todas trabajan para el lucro y los intereses egoístas de grupos y de naciones capitalistas guerreristas, las que llamamos por comodidad “desarrolladas”).
Culpar a Rafael Ramírez y a Chávez de la destrucción de PDVSA es una explicación torcida o fácil, miope, del desastre de la empresa, así como responsabilizar a Chávez del fracasado “control obrero” estimulado por Rodolfo Sanz, al cual, como es fácil demostrar, Chávez se le opuso con determinación en sus últimos años, reconociendo su error (está grabado el instante en que le cortaron el audio en Guayana los famosos líderes del “control obrero”).
A lo que este sindicalismo llama “chavismo” habría que hacer distinciones, pero no las hacen. Chávez no representa al madurismo, tampoco fue complaciente con las gestiones de muchos de sus ministros que mostraron vicios como burócratas, ni con sus “ideas”, los más flojos y cómodos, sobre todo los más aduladores y cobardes. Hay que hacer justicia, porque si no se pierde el sentido de avance que tiene la revolución bolivariana, en un chisme de este calibre, en este fatalismo miserable.
El avance hacia una estrategia socialista debe ser incesante, y eso fue lo que quiso hacer Chávez; evitar tropezarse en el camino con conformistas, pragmáticos o fatalistas, con reformistas dentro de su propio gobierno – como lo padeció, como sucedió. Sobran las desavenencias públicas de él con sus colaboradores, ministros o en el partido. Es injusto asociarlo con Maduro, sólo por no buscar la verdad, o por no contar con otras explicaciones más profundas y correctas, otra vez, por comodidad o resentimientos hacia Chávez. Chávez no es Maduro, y la gestión de Chávez sí que valió la pena, vistas hacia ese avance persistente hacia el futuro.
La clave de la revolución la dejó plasmada Chávez en la presentación de su plan de la patria cuando insiste en que se trata de un programa que se debe cumplir paso a paso sin aminorar el ritmo hacia la construcción del socialismo y en contra de la “lógica del capital”, incesante, quizás pensando en todos los proyectos abandonados, los fracasos que dejaron por el camino muchos de sus colaboradores políticos del partido, y en el gobierno. No hay comparación. En Chávez hubo desesperación por controlar la lógica del capital, el espíritu mercantilista; en Maduro, pragmatismo, volcando todo hacia las apetencias personales, estimulando la codicia capitalista, “emprendimientos”, mercenarios; en Maduro si hay una actitud dictatorial anti socialista, anti obrera; no hay desesperación y vergüenza, solo incapacidad, ausencia de estrategia política y de verdadera autoridad, pragmatismo, improvisación.
CHÁVEZ ES AVANCE INCESANTE