Los estamentos políticos se agotan, es la ley de la vida, todo cambia, todo pasa. Cuando el estamento político deja de ser creíble, sus leyes violadas, sus líderes desacreditados, cuando la mentira es la norma y la realidad se separa de los discursos. La sociedad entra en crisis, la pradera se seca, señal que anuncia la chispa del cambio.
Los cambios se dan con auxilio de la violencia, que no es un capricho de individualidades, es más bien, una exigencia de las convulsiones sociales, que rompen con toda legalidad, y estallan produciendo el movimiento de la sociedad. Así ha sucedido entre nosotros desde el mismo 1810, cuando los llamados a calma fueron vanos, el nuevo orden nacía indetenible.
Venezuela viene reclamando, desde el mismo 23 de Enero, un cambio del estamento político. La democracia burguesa infecunda sufrió un remezón con el caracazo, señal inequívoca del agotamiento, y fueron inútiles los intentos por estabilizar la dominación. El 4 de febrero, Irrumpe la Revolución de Chávez, avanza hacia el socialismo, pero el intento se vio truncado por su asesinato, y la vetusta cuarta república, la democracia burguesa regresa con nuevos e imperfectos disfraces.
Hoy, los intentos por revivir el “cadáver insepulto” de la cuarta, de regresar a la democracia burguesa, son inútiles, fracasan. Naufragó el madurismo cuando quiso adoptar a los viejos partidos de la cuarta nombrándoles directivas grotescas, fabricaba así, un remedo de pacto de punto fijo. Queda en ridículo con los diálogos infinitos que recorren el mundo, desde Noruega, hasta México. Se demuestra que los Frankenstein políticos no resuelven las crisis. La cuarta no es solución
Esta crisis que el país viene arrastrando desde el 23 de Enero, hoy, ha fracasado en los intentos por resolverse por vía pacífica. Se confirma la dificulta de zanjar la sustitución del estamento político en sana paz, siempre es la violencia, en última instancia, la que tiene la palabra decisoria.
Hoy vivimos, todas las señales están allí, una situación que reclama la sustitución del estamento político fracasado, unos, declaran su inutilidad al reconocerse franquicia gringa, y los otros, no abandonaron las pequeñas argucias propias del lumpen sindical, que sólo producen miseria. Independiente de la voluntad de los hombres, la realidad reclama una salida a la crisis. Ha llegado la hora de los cerros, la hora de los cuarteles.
El estallido social tiene altas probabilidades, se está gestando desde hace tiempo, lo frena el éxodo descomunal, y el amor de la masa por el Comandante Chávez, manipulado con felonía por el madurismo. El estallido, al carecer de contenido político, es un fermento de otras manifestaciones, pero en sí mismo no produce los cambios, es energía disipada, un rugir de la sociedad que alerta, pero no construye. Los militares en situaciones extraordinarias salen de sus cuarteles, y estabilizan, llenan el vacío político. Su participación depende del signo ideológico. Puede ser, existen, militares de derecha, capaces de imitar a pinochet, a los milicos del cono sur. Y también los hay seguidores auténticos del legado de Chávez. Que entendieron la profundidad de su pensamiento, que han resistido a los esfuerzos por deformar su mensaje, haciéndolo compatible con el capitalismo, los que sienten que “Sólo habrá Patria si es “Socialista”, en estos descansa la esperanza de este pueblo, y de los pueblos más conscientes de este mundo.
¡CHÁVEZ, ESPERANZA!