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ActualidadESTE ES EL LÍDER QUE HACE FALTA

ESTE ES EL LÍDER QUE HACE FALTA

Venezuela tiene una historia única, somos un país de campesinos urbanos, (y valga el oxímoron). Recuerdo en mi próxima infancia, camino a la escuela, oír a la gente que les gritaba a los hombres que venían a caballo: ¡se acabó la guerra! Eran, recuerdos de la cercana guerra Federal de Zamora, y de la más lejana guerra de independencia, cuando Bolívar pasaba por aquellas calles rumbo a batallas heroicas, y el catire Páez era una leyenda, aún estaba vivo el espíritu de la rebelión campesina, todavía el espíritu de Bolívar y Zamora, Páez, recorría los caminos del llano. De ese recuerdo hará una o dos generaciones cuando mucho, mi abuelo pudo conocer a Zamora, mi padre habló con algunos de sus soldados. Estaban presentes las huellas de aquella lucha, las casas, los fantasmas, las tumbas, los cartuchos en el monte que, antes sirvieron a una causa noble, ahora servían de juguetes a los niños barrigones de lombrices, otra causa gloriosa.

Años después, en la época de la cuarta república, en el barrio la Charneca, adonde habíamos llegado por el Jardín Botánico de la Universidad Central, enfrentábamos a piedra a la policía, a los gritos de fuera Rómulo. Ese día, por necesidades de la contienda, dormimos en ese barrio lleno de historia. Y en la madrugada los gallos anunciaron el despertar del sol, y como evitarlo, comprendimos que aquella gente de los ranchos eran los mismos que gritaban a los caballos: ¡se acabó la guerra! Los gallos eran los mismos que el pueblo llanero nos levantaban al amanecer para llevar el maíz al molino. La batalla era la misma.

Años después, en la Sierra de Iracara, nosotros ciudadanos del asfalto y la urbe, nos encontramos enguerrillados con un grupo de muchachos campesinos. Ellos sabían la gramática de la montaña, nos vimos obligados, por razones de supervivencia, a emular el comportamiento campesino, aquel esfuerzo, tenía el aroma de las gestas históricas. Un día, llegó al campamento, un hombre, que más bien era un ser del monte, de edad indefinida, olor vegetal, pelo desgreñado. Nos sorprendió su visita, nos asustó lo fácil que nos localizó. Nos dijo: “soy Calisto de apellido Bravo, estoy alzado aquí desde José Leonardo Chirino, supe de Uds, de esta nueva rebelión campesina, y aquí vengo a ayudar, ya no estoy sólo. ¿Era un campesino?, ¿quizá un fantasma? ¿tal vez un esclavo alzado, que no sabía qué hace siglos se acabó la esclavitud? No importaba, con él entendimos quienes somos, campesinos y también esclavos cimarrones. Después, llegaron un español y un chileno, un Don Quijote, venido de la Mancha, y un psicólogo Leonardo, el Quijote era experto en mecánica, carpintería, y otros oficios urbanos, el psicólogo conocía los paisajes profundos del alma. Estaba completa la raza universal, girando alrededor de lo campesino.

A los campesinos los encontramos en los barrios de las grandes ciudades, sembrando, criando. Es la Venezuela nueva, que el petróleo talló, un país especial. Conserva las características de una nación campesina. Campesinos urbanizados, aunque marginales, guardan las líneas principales de la psicología campesina. Este campesinado urbano, ha sido motor de insurrecciones políticas. El 23 de enero bajó de los cerros; alma de la resistencia de los 60, el 4 de febrero no se movió, pero en las siguientes elecciones, eligió a Chávez, en abril lo defendió. Y, luego, le dio la espalda al gobierno traidor de maduro y se fue a patear el continente como en la época de la independencia, siguiendo a Bolívar.

El petróleo nos construyó un país de empleados, de comerciantes grandes y pequeños, de importaciones. Pocos obreros fabriles, millones de campesinos urbanizados. En la principal industria del país, el petróleo sus trabajadores no llegan a doscientos mil, contando gerentes y empleados de oficina. El Estado tiene millones de empleados, la nómina de las regiones es también grande.

La Revolución en Venezuela será, más allá del dogmatismo, que espera la insurgencia del proletariado, será campesina (urbana). Será una revolución imbuida de la ideología proletaria, llevada adelante por los campesinos urbanos, estos serán el motor principal, que arrastrarán a las demás clases, en un gran movimiento cívico-militar. Por características propias los campesinos, la ideología campesina se mueve alrededor de un caudillo, de un líder. Sin líder no hay revolución. Por eso los dominantes, sus gobernantes los atacan cuando aún están en la cuna

La primera característica del líder, lo fundamental es que se reconozca a sí mismo como líder, se asuma. Dado este paso, frente a él se abren oportunidades magnificas.

La acción de poder tiene dos componentes que se entrelazan y pivotean en la dirección. Uno, la ideología revolucionaria, el otro, la práctica revolucionaria, los dos pivotean en la dirección. Razón tenía Lenin cuando dijo: sin teoría revolucionaria, no hay práctica revolucionaria. Y se le podría añadir, tampoco hay dirección revolucionaria.

En el momento actual, con un profundo reflujo de masas, concretado en los millones del éxodo y el adormecimiento del país, sumado al descabezamiento del movimiento revolucionario, la confusión frente al legado de Chávez, la pérdida total de la organización chavista. En esta situación difícil contamos con una poderosa arma: los modernos y poderosos medios de comunicación.

En los años sesenta corría una anécdota por las filas revolucionarias: se decía que Lenin retó a los gringos a que lo dejaran difundir sus ideas en territorio yanqui, que le permitieran hablar con los obreros gringos. Por supuesto que los capitalistas se negaron. Se demuestra así el miedo del capitalista a las ideas, y la fuerza que ellas tienen para iniciar una etapa revolucionaria. Este terror se ve claramente en el cerco mediático a los líderes auténticamente chavistas, borrados de la historia y privado del uso de los medios de comunicación tradicionales.

Ahora, en estos tiempos no hay que pedir permiso a nadie para hablar a los desposeídos, el líder tiene todas las condiciones para hacer política, es decir disputar el poder. En esta época las vías de comunicación son extraordinarias. Por ejemplo, el Iskra de Lenin tendría un tiraje de algunos miles y sería publicado cada mes, hoy diariamente se puede enviar un mensaje a cientos de miles, a millones. A lo que más temen los tiranos es a las ideas revolucionarias, por eso luchan por todos los medios contra ellas, censuran a sus voceros, los encarcelan, los asesinan, deforman su pensamiento. Hoy, el líder tiene la oportunidad de difundir las ideas revolucionarias, la verdad que es la más poderosas de todas las fuerzas.

Disputar el poder es la estrategia del líder, y el poder se disputa primero en las ideas, al contrario de lo aparente, son las ideas las que determinan la caída de un gobierno, no lo es la acción militar, ésta sin ideas carece de fuerza. Pensemos en el caracazo, una gran explosión de energía popular, aunque sin ideas políticas. Pensemos en el 4 de febrero, una acción militar que no difundió sus ideas, aunque mostró con claridad donde estaba el nudo de la situación.

Hoy la situación es, a pesar de las apariencias, muy promisoria. Se pueden usar los medios de comunicación ya instalados, para difundir, discutir la idea revolucionaria, para preparar los complementos de la teoría hacia la toma del poder. Para eso es necesario darles nueva cara a esos medios, en forma y en contenido. Al twitter, a las páginas, a los escritos.

Se debe poner el énfasis en la crítica dura al gobierno, en sus faltas a la Constitución, en los presos políticos, en la censura, en la falta de debate. En el mal manejo de la economía, en el regreso al capitalismo salvaje, en la traición a Chávez. no se le debe dar a la cúpula ni paz ni cuartel. Pedir la renuncia de la cúpula, el regreso al camino de Chávez.

Quizá sea buena ideas mantener dos niveles de comunicación: uno, más técnico, y otro, más político, los dos cortos, para facilitar la lectura y captar lectores. Los dos deben tener como objetivo, el hostigamiento al gobierno, la preparación del complemento.

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