El apodo de socialista de Maduro es un remoquete, una burla a los disparates de Maduro y una burla de él a sus partidarios más distraídos. El socialismo verdadero es la voluntad y la acción de construirlo. Socialismo significa estudio y conocimiento, praxis política, sentido direccional, pasión, sacrificios de todos los vicios o apetencias burgueses, es un acto constante de fe en la humanidad. El socialismo tiene un solo discurso que corre en sentido contrario a la lógica del capital y así se presenta en todo momento y en todos los espacios.
No se puede ser socialista privatizando lo que nos pertenece a todos, de forma arbitraria, inconsulta y descarada. No se puede hablar en nombre del socialismo favoreciendo la lógica de la especulación, del consumismo, del lucro personal por encima del servicio público, que exacerba la neurosis mercantilista y el egoísmo mezquino y olvidarse de la solidaridad humana.
El desvarío de Maduro al pretender que no solo una, sino muchas potencias (capitalistas) puedan colonizar, invadir, saquear, o sea, puedan competir en un supuesto mundo multipolar es consecuencia de esa dislocación política al invocar el socialismo en todo lo que hace y deshace como si fuera una marca comercial, confundir un discurso cargado de adjetivos y su volubilidad como político. Ese mundo multipolar, como dice Toby Valderrama no existe, es tan falso como el socialismo que pregona en vano, es una guerra entre capitalismos, entre bloques capitalistas, reajustes imperiales, en estas guerras el socialismo queda en suspenso.
La guerra de Ucrania es ahora la mayor distracción que tienen los pueblos para abandonar la revolución social, la única que puede liberar a los pueblos, la revolución socialista. Mientras Maduro habla de multipolaridad, como por arte de magia pone en remate nuestros recursos económicos incluyendo la fuerza de trabajo, y nuestros recursos naturales; privatiza ciudades completas para convertirlas en espacios turísticos, conservando el método capitalista mercantilista, la división de la sociedad entre patronos propietarios y trabajadores esclavos; privatiza la economía y la industria petrolera… En resumen, mientras más ampuloso es su discurso más miserable es su política. (¡De qué valen los discursos floridos si los seres humanos seguimos padeciendo los males que nos aqueja el capitalismo!)
En la guerra de Ucrania no hay vencedores. Frente a la guerra el único consuelo que nos queda es no estar en ella y sublimar el horror de la violencia y la muerte viéndolas en YouTube o en TeleSur, como quién ve un partido de fútbol. Pero esa guerra es entre bloques capitalistas, que sacrifican, de un lado y del otro, a jóvenes soldados cargados de los mismos problemas de cualquier trabajador modesto en cualquier sociedad capitalista; familias y gente inocente víctimas de la manipulación. Obligarnos a tomar partido en una guerra intercapitalista o interimperialista es ponernos un velo delante el rostro, para que el verdadero enemigo de clase se adueñe de nuestro destino; nos distraen para que no identifiquemos con claridad la cara de nuestro verdadero verdugo.
Si queremos entender bien la geopolítica debemos entender el comportamiento del capitalismo en momentos de sus crisis hegemónicas, la competencia es muy dura. EEUU y sus arrebiates de Europa y América atacan y se resisten a ser desplazados, lo mismo hace Rusia, China, Turquía e Irán, resisten y atacan. Pero en la sociedad nada cambia, los ricos siguen siendo ricos o más ricos y los pobres más pobres.
Para los socialista el problema sigue siendo el mismo, demoler el capitalismo, expropiar los medios de producción, distribuir la riqueza material de forma justa dando a cada quien según sus necesidades y exigir de cada quien según sus capacidades, impulsar una nueva espiritualidad basada en la solidaridad, el trabajo creador y el conocimiento; en la producción y consumo racional de bienes y en conquistar tiempo de ocio para el desarrollo espiritual personal (científico, humanista y artístico). El socialismo no se hace de otra manera. Tampoco es que sea una promesa vana, que no se pueda cumplir ¡ya! de forma personal, cada quien es responsable de construir una nueva sociedad, o que no se pueda lograr socialmente en un futuro próximo, el socialismo está tan cerca, quizás más cerca que el fin de la humanidad en manos del capitalismo.
No podemos permitir que políticos flojos y asustadizos infamen el esfuerzo hecho por Chávez para humanizar al planeta, falseando al socialismo, vistiéndose de oportunismo, mostrándose ellos como chacales de la política, como sindicaleros, como burócratas incapaces, vendiendo el socialismo como gente ambigua capaz de traicionar cualquier causa, gente de tercera categoría. El socialismo no es un concepto vacío, una marca comercial, un símbolo de nada, hay que volver a él en la acción, en las prácticas sociales y personales.
Tenemos que comenzar a desmontar la mentira de Maduro de que esta es una revolución socialista, o de que el nacionalismo ruso de Putin se identifica con el socialismo. La Rusia de Putin tiene de solidaria lo mismo que EEUU de aliada de la democracia, la nobleza de sus causas sólo son discursos. A la hora de la verdad las empresas rusas (las chinas, las turcas, iraníes) solo buscan acrecentar sus ganancias y Estados Unidos hace lo mismo. Esta guerra, santificada de lado y lado, es una vitrina más del muestrario de armas que hay a disposición de los que hacen la guerra (“Empresas de armas multiplican riquezas en 7 días de guerra”… Lock-heed Martin Corp (EU), Raytheon Technologies (EU), Boeing (EU), Northrop Grumman (EU), General Dynamics (EU) –Norinco (China), AVIC (China) – https://www.jornada.com.mx/author/braulio-carbajal.html…) Las guerras nacionalistas, las invasiones por intereses comerciales, nada tienen que ver con el socialismo, tampoco con el antiimperialismo, pero Maduro crea un humero con esto de la multipolaridad para librarse del compromiso con socialismo adquirido con los herederos de Chávez, de las condenas al capitalismo que en la práctica defiende.
HAY QUE VOLVER A CHÁVEZ, RESCATEMOS EL SOCIALISMO DE LA MENTIRA MADURISTA