Venezuela, nuestra sociedad (conformada por todos los pobladores del país) no se puede desarrollar hacia ninguna dirección siendo dependiente del capital, porque los grandes capitales que controlan al mundo solo benefician económicamente (y “políticamente”) a países ya desarrollados, y a sus mejores familias…. con un nivel de organización social avanzada, controlada y disciplinada, pero adecuada al interés del mercado y de quienes lo controlan – a los intereses de los más poderosos que lo controlan, “más creencias y actitudes” –. … Además hay que recordar el hecho de que los capitales no tienen nacionalidad; al capitalista no lo delimita lo nacional, solo obedece a la ganancia y a un profundo interés egoísta… y se desborda.
Para que la sociedad venezolana se desarrolle necesita, antes que todo, independencia. Independencia política, debe organizarse y tomar sus propias decisiones, definirse como nación respecto a principios e intereses comunes. Para eso la sociedad venezolana debe ser algo más que un colectivo que vive dentro de un mercado, necesita independencia del modelo de desarrollo capitalista, dentro del cual no puede desarrollarse como nación, es decir, mientras cada miembro del grupo social solo piense con el estómago y pendiente de satisfacer necesidades de manera personal. Y menos pueda competir con otros países, que en las prácticas de los negocios, el lucro y el imperio están más avanzados y son poderosos La razón principal se debe al fenómeno de la concentración del capital, el cual, para poder sostener su tasa de crecimiento y ganancias, debe esclavizar cada vez más gentes y más naciones. Mientras Venezuela no sea una nación soberana con objetivos políticos soberanos frente a la cultura capitalista, mientras no sea socialista en sus postulados y en sus prácticas políticas los pobladores de este país seremos dependientes del capital y el capitalismo, del fantasma del “desarrollo capitalista” que marca la pauta en el planeta, pero solo posible para muy pocos países y muy pocas familias, respecto al resto del mundo.
Se trata de un mismo asunto, lo político y lo económico convergen. En las circunstancias presentes, si cambias tus objetivos políticos debes cambiar tu modelo de desarrollo económico y viceversa, si optas por otro modelo de desarrollo económico distinto al capitalismo es porque piensas en objetivos políticos distintos para la sociedad, o sea distintos a la tiranía de la democracia burguesa y a las tiranías clásicas coloniales. Pensar o prometer el estatus de “potencia económica», a una sociedad de por sí colonizada, por el capitalismo nacional y de otros países, es demagogia. Esos otros países, más desarrollados y más fuertes económicamente, dueños de tecnología, súper ejércitos, medios de información y propaganda… de los medios de producción más avanzados, necesitan que un país como Venezuela sólo sea proveedora de materia prima y mano de obra barata, jamás van a dejar que compita con ellos en el mercado mundial. Venezuela debe optar por cambiar su modelo de desarrollo y su propio modelo social, independizarse de los valores del consumismo (de consumir aquello que no conoce y no necesita), del yoismo, eso de aspirar a la salvación personal pasando por encima del resto de la sociedad. Imaginar otras metas sociales, dignas de un verdadero pueblo, como sociedad, para desarrollar a fondo la personalidad (difícil), no la mezquindad; formar a sus individuos como hombres y mujeres independientes gracias al conocimiento, al trabajo, fundamentar creencias y valores humanos con sus hermanos de vida: definirse como nación, como pueblo soberano e independiente de los intereses capitalistas, como Patria. Patria es humanidad, dijo el mártir cubano José Martí. Y ahora nosotros entendemos el poder premonitorio de los nuestros, de Bolívar, de Martí, Chávez lo confirmó… Somos un pueblo, sí, pero revolucionario y rebelde…
Teniendo como base la independencia pero del capitalismo es como Chávez pensó en una “Venezuela potencia” dentro del Plan de la Patria. Potencia social, espiritual, para desarrollarnos como seres humanos. Soberana de su territorio, de sus recursos estratégicos como el petróleo, de su tecnología y del uso de cualquier tecnología; autoabastecida; una nación soberana que sólo vendería EL EXCEDENTE de su producción, para no dejar pasando necesidades, ni siquiera a un solo individuo de su pueblo.
La otra Venezuela potencia es la de Maduro y el madurismo. Un país de plástico que pretenden desarrollar dentro del capitalismo. Una promesa vana, demagogia, un imposible…, porque las potencias capitalistas ya están contadas y completas. Más potencias a ese nivel, compitiendo en el mundo, significarán que la vida humana sucumbirá más rápido de lo esperado, del empeño de las que ya existen.
Defender el modelo de desarrollo capitalista es una pose de los hipócritas que viven del mundo presente. Pero, aunque sea por hipocresía de la gente debería cuestionar el capitalismo que Maduro busca sin pudor dentro y fuera del país, aun jurando que representa una revolución socialista hacia dentro y hacia afuera.
No basta con producir riquezas, hay que distribuirlas con justicia…, HAY QUE DAR A CADA QUIEN SEGÚN SUS NECESIDADES Y EXIGIRLE A CADA QUIEN SEGÚN SUS CAPACIDADES, como enseña Cristo y piensa Max. Para eso hay que hacer una revolución.
Maduro y el madurismo abandonó el camino señalado por Chávez, abrazaron al capitalismo de forma pragmática, para sostenerse en el poder, y poco a poco han entregado el legado del comandante Chávez…, primero las conquistas económicas y materiales, y a la vez las conquistas espirituales de la conciencia, de formación socialista. Lo que antes fue solidaridad y propiedad social como doctrina, ahora, hoy, la doctrina son los “emprendimientos”… (como si fuera posible exacerbar el materialismo y conciliarlo con el amor al prójimo).
Para qué voy a pensar en el futuro si no tengo conmigo a mis hermanos. Si no lo imagino perfecto junto a ellos, claro, pulcro y humano… Sin ellos, sin sociedad con ellos, el futuro no existe.
Chávez es amor. Chávez es libertad en el socialismo. Y el socialismo es la liberación de nuestra humanidad de ser otro objeto del mercado capitalista. ¡No somos mercancías!, somos seres pensantes, creadores, productores de humanidad, en cada obra, en cada creación, en cada rebeldía, somos ese rebelde que dice al ángel venido del cielo, “no quero”. Volver a Chávez es luchar por nuestro futuro como pueblo, como patria, como nación.
¡INDEPENDENCIA Y PATRIA SOCIALISTA!