En los gobiernos de la cuarta, de aquella democracia burguesa, es decir, dictadura disfrazada, era parte del sistema de dominación, culpar al gobierno anterior de todos los males. De esta manera el sistema se preservaba. Al agotarse el método, al ya no ser creíble imputar al gobierno anterior, llegaban las elecciones y el gobierno actual, ya desgastado pasaba a ser gobierno anterior. Y así daba una vuelta la rueda, el pueblo era engañado una vez más.
Maduro llegó al gobierno con el mandato del Comandante de continuar el camino socialista, pero ya sabemos, se entregó al capitalismo y ahora intenta resucitar la forma de gobierno de la cuarta. Para eso se enfrenta a muchos problemas, de todo tipo.
En lo político, como reflejo y determinante del resto de la sociedad, la situación es complicada: el madurismo tiene el mandato de todos los imperios de arrasar con el intento socialista del Comandante Chávez. Sólo de esta manera conseguirá la certificación del mundo capitalista. Y allí comienzan sus problemas.
Tiene que arremeter contra el gobierno anterior, contra el sistema anterior, además tiene que hacer unas elecciones, con la impresión de ser limpias, más o menos. Las dos tareas se contradicen. Si ataca al gobierno anterior, a Chávez, pierde respaldo, si ataca al Socialismo, pierde credibilidad. Pero, el madurismo, fiel a su condición lumpen sindicalera, es un astuto pendejo. Cree encontrar la vía para resolver la contradicción. Muy fácil le dijo el asesor extranjero: “Busquen un alto funcionario del gobierno anterior, uno emblemático, uno que no haya saltado para el capitalismo, y centren allí su ataque, que por carambola se filtrará hacia Chávez”.
Y nadie mejor para ser ese objetivo, que el Ministro Ramírez, mil veces ratificado por Chávez, mil veces apoyado. He allí una razón para el odio al Ministro.
¿Triunfará la artimaña del madurismo? ¿Conseguirán su objetivo, desprestigiarán a Chávez, el pueblo lo olvidará, o lo recordará como algo lejano, impreciso, inofensivo? Es probable y es posible. Las masas sin sus líderes, su sistema nervioso, su cerebro, es fácil presa de la canalla. Así sucedió con Cristo, sólo Cirineo y Verónica, lo ayudaron a cargar la Cruz, la masa lo abandonó, lo abucheo; así pasó con Bolívar, Salió a los gritos de longaniza de Bogotá, y fue a morir sin camisa en San Pedro Alejandrino, en la costa colombiana que siempre lo apoyó.
Lo contrario, también es verdad, una masa con buenos dirigentes, fue capaz de recorrer el continente con Bolívar para llevar la independencia y la libertad, fue capaz de derrotar el sabotaje petrolero, de derrotar golpes, como el de abril.
Aquí, la masa ha estado sometida a grandes traumas, el asesinato de Chávez, seguido por la infidelidad de los autoproclamados sus hijos, que se pasaron con armas y bagajes al campo capitalista, desatando una campaña feroz de represión material y espiritual contra los líderes que se mantuvieron fieles al Comandante. Puede ser que no reaccione.
La infamia avanza primero sobre la ingratitud de los dirigentes y luego en la ingratitud de la masa. Aquí, en Venezuela, la ingratitud avanza, pocos defienden de verdad el legado de Chávez, aquel “aquí no se hable mal de Chávez” se transformó en “Aquí no se hable de Chávez”, se borra hasta sus ojos, pocos defienden su legado, quien lo haga lo cuecen en la hoguera y pocos lo defienden. Y esa ingratitud se refleja en los que ayer fueron y hoy se avergüenzan de haber sido, como tarek saab que tiene la barbaridad de decir, en la televisión manipuladora, que Ramírez es un ignaro, cuando fue Ramírez quien le enseñó, allá en Mérida, mucho de lo poco que tarek tiene de poeta.
¡CHÁVEZ VOLVERÁ… Y… ¡