- Exiliado en Roma, el expresidente de la empresa estatal Pdvsa, dice que el acuerdo con Chevron no mejorará la economía en Venezuela, denuncia persecución política y violaciones a los derechos humanos por parte del gobierno de Nicolás Maduro
- — Por qué la vuelta de Chevron no mejorará en lo inmediato la situación económica de Venezuela ni de Estados Unidos
Rafael Ramírez es un hombre de peso en el chavismo venezolano. Ministro de Petróleo de 2002 al 2014, presidente por más de una década de la empresa estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa), canciller en 2014 y embajador ante la ONU por Nicolás Maduro hasta el 2017, ha sido una de las persona de máxima confianza del expresidente Hugo Chávez. En diciembre de 2015, el gobierno de Maduro desconoce la victoria de la oposición en la Asamblea Nacional, decisión que es respaldada en 2017 por el Tribunal Supremo de Justicia, que le entregan las atribuciones de la Asamblea Nacional al presidente. La decisión de la Justicia desencadenó una serie de protestas violentas, que fueron reprimidas con brutalidad por las fuerzas de seguridad del Estado. Ramírez renunció al poder, después de cuestionar la reacción del Gobierno, para exiliarse en Roma, donde vive en condición de refugiado político.
El expresidente de Pdvsa, que enfrenta una denuncia por malversación de fondos y manipulación de licitaciones para contratos petroleros en Venezuela, decide hablar por primera vez desde de que la Dirección de Contrainteligencia Militar detuvo a su hermano. “El gobierno es represivo y usa la justicia como instrumento de persecución”, dice Ramírez y pide a la comunidad internacional que levante la voz para exigirle a Maduro que respete los derechos humanos. Una semana después de la licencia que Estados Unidos le otorgó a Chevron para volver a operar en Venezuela, el ministro de Petróleo de Chávez dice estar convencido de que el acuerdo no mejorará la situación económica. “En los países petroleros, siempre se ha usado el petróleo para obtener apoyo político”.
Estados Unidos habilitó a Chevron a volver a trabajar con Pdvsa. ¿Puede esta decisión mejorar la economía venezolana?
No va a incidir en nada. No creo que vaya a mejorar la situación de Venezuela, porque los términos de esta licencia son contrarios a la Ley Orgánica Hidrocarburos. Primero, porque establece que Chevron operará en Venezuela por su cuenta, desconociendo la figura de las empresas mixtas, que es la única figura que establece la ley en nuestra Constitución para permitir la participación de los privados. El petróleo está reservado al Estado venezolano. En consecuencia, solo pueden participar los privados si están en empresas mixtas con Pdvsa. Lo segundo es que la licencia le prohíbe de manera expresa a Chevron a pagar impuestos y regalías al gobierno de Venezuela. Eso es muy grave porque, siendo el Estado venezolano propietario del petróleo, cada barril que se saca del país tiene que pagar una regalía, es la tasa que corresponde al dueño del petróleo. El último elemento es que Chevron está autorizado a comercializar el petróleo solo con Estados Unidos. Eso va en contra lo que dice la Ley Comercialización, que establece que el petróleo es monopolio del Estado venezolano y lo podemos vender a donde sea.
Si no beneficia a Venezuela, ¿por qué Maduro permitió ese acuerdo?
Porque Maduro está desesperado por obtener legitimidad, por conseguir apoyo político. No es primera vez que pasa en el país. En 1920, el dictador Juan Vicente Gómez, después de recibir el apoyo militar de los americanos, les entregó todo el petróleo. En los países petroleros, siempre se ha usado el petróleo para obtener apoyo político. Eso es lo que está queriendo hacer Maduro.
Este acuerdo llega después de la reapertura del diálogo entre el Gobierno y un sector de la oposición. ¿Piensa que el gobierno de Venezuela consigue hablar con Estados Unidos mediante la oposición?
El lobby de Chevron ha permeado tanto en sectores del Gobierno como en la oposición. Con la mesa de México, lo que se instaló ha sido una mesa de co-gobierno. No es que estos sectores de la oposición, que han aceptado el diálogo, estén llegando a acuerdos. Hay que entender que en Venezuela el petróleo es todo. El 90% de los ingresos del país son ingresos petroleros, tenemos las reservas de petróleo más grandes del mundo. Y si Venezuela no las aprovecha para su propio desarrollo, lo aprovecharán las transnacionales, que es lo que está haciendo ahora Chevron.
¿Este acercamiento de Venezuela con Estados Unidos puede darle aire a Maduro?
Yo no veo que haya un acercamiento con los Estados Unidos. Lo que noto es una decisión del gobierno de Estados Unidos a favor de Chevron. Estas no son relaciones políticas.
Pero previo a la licencia emitida por el Tesoro, Estados Unidos no reconocían a Maduro…
No lo reconoce ahora tampoco. Lo que hace es habilitar a sus empresas a que hagan dinero. Existe una gran cantidad de tenedores de bonos norteamericanos, que están haciendo lobby en Washington, que lo que buscan es cobrar esos bonos. Venezuela no es prioridad para Estados Unidos.
Usted cuestiona la reapertura del diálogo en México. Si no es el diálogo el camino para avanzar en la recuperación democrática, ¿cuál es?
Yo estuve en el Consejo de Seguridad durante dos años. En los conflictos más cruentos siempre he estado de acuerdo con el diálogo político. Pero el diálogo político no puede ser un cheque en blanco al poderoso. Tienes que poner condiciones para el diálogo. En esa mesa están los representantes de las élites políticas pero ahí no hay pueblo. Debería haber trabajadores, un representante de la Iglesia, defensores de los derechos humanos. Es un diálogo nacional, no un diálogo entre élites, porque de esa manera es un diálogo secreto. En México se podrán poner de acuerdo entre las élites, pero eso no va a resolver los problemas del país.
Usted ha estado al frente de Pdvsa por 10 años. ¿De qué manera explica que la producción de petróleo en Venezuela hoy no supere los 700.000 barriles diarios cuando en 1998 producían por encima de los 3.5 millones?
Yo estuve diez años presidente de Pdvsa. En enero del 2003 producíamos solo 25.000 barriles. Imagínate, un desastre. Nosotros levantamos la producción, estabilizamos la industria petrolera durante 12 años. Siempre con una producción de tres millones diarios, que es lo que estaba en el marco de nuestra nuestra cuota de la OPEP. Lo que pasó a partir del 2014, es que Maduro intervino Pdvsa, para hacerse con los fondos que había en la empresa, para propósitos distintos a la producción de petróleo. Una empresa que manejaba anualmente 40.000 millones de dólares de presupuesto es un gran negocio para el Estado. En 2013 entregamos al Estado 120.000 millones de dólares. Eso es lo que sostenía el país. Esta gente entró, tomó control de la vicepresidencia de Finanzas de la empresa, con un señor llamado Erick Malpica, que es sobrino de Maduro y usaron los fondos de la empresa para otras cosas. Lo he denunciado y por eso me han perseguido.
Imaginemos que en las próximas elecciones gana la oposición. ¿Qué puede llegar a encontrar en Pdvsa?
Encontrarán una empresa desmantelada, de la que se han ido 30.000 de nuestros mejores muchachos, una empresa que ha sido vendida en pedazos a los privados. Lo primero que habría que hacer es establecer todo el marco legal de nuestra industria petrolera. Hay una cantidad de contratos que se han dado que son ilegales. Todo eso hay que eliminarlo y hacer nuevos marcos legales con los privados. Lo segundo es recuperar nuestros mejores trabajadores y el conocimiento petrolero que está en el país o que está afuera, hacerle un llamado a que se incorporen. Y lo tercero es hacer una estrategia para recuperar la producción en las mejores áreas, en las que generan más productividad.
¿Y en el manejo de las cuentas?
Durante toda mi gestión siempre emitiendo los estados financieros auditados. Así que si tú quieres revisar qué pasó en la industria durante los diez años que estuvo al frente, lo puedes ver. Pero Maduro, inmediatamente tomó el control de la empresa en 2016, no emitió ningún otro estados financieros auditado. Entonces habrá que auditar nuevamente todo, con el objetivo de saber qué pasó.
El gobierno de Venezuela lo acusa de haberse quedado con 4.850 millones de dólares de Pdvsa. ¿Cuál es su respuesta?
En Venezuela ha sucedido el ‘lawfare’ [persecución judicial] mucho más que en Argentina. Es decir, han utilizado a la justicia para la persecución política como han hecho con Cristina, con Rafael Correa, con Lula. Esta gente quería sacarme de la conciencia del pueblo, quería hacerme daño y de lo único que se les ocurrió acusarme es de corrupción. Pero ellos no han demostrado nada, no tienen ni una prueba de lo que denuncian. Yo estoy exiliado en Italia, donde tengo estatus de refugiado político.
¿Han investigado a sus familiares?
Sí, también persiguen a mi esposa. El pasado 13 de septiembre, la Dirección de Contrainteligencia Militar se llevó preso a mi hermano Fidel Ramírez, un médico que lo único que hizo ha sido ayudar al presidente Cávez en el diagnóstico del cáncer. El gobierno es represivo y usa la justicia como instrumento de persecución. Esto es importante que se sepa en Argentina, porque ahora el presidente Alberto Fernández es copartícipe de lo que pasa en Venezuela porque él, junto con Gustavo Petro, promovió el diálogo. Pero un tema crucial que debe impulsar la Argentina, habiendo sufrido los terribles episodios de violación a los derechos humanos en la dictadura, es exigir que Venezuela respete los derechos humanos.
Usted menciona el ‘lawfare’, una expresión que en América Latina la usan los sectores de izquierda. ¿Dónde queda ubicada Venezuela?
El gobierno de Nicolás Maduro no es un gobierno de izquierda, ni un gobierno chavista. Yo he visto cómo la izquierda en Argentina está dándole la solidaridad automática a Maduro. Pero Maduro no tiene nada que ver ni con Chávez ni con la Revolución Bolivariana. Maduro se convirtió en un dictador, que ha acabado con todas las conquistas sociales que alcanzamos en el período con Chávez. La Alta Comisionada de los Derechos Humanos ha registrado en más de 460 entrevistas la violación a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad en Venezuela. No se puede apoyar a un gobierno con esas características.
¿Qué papel ocupa el fiscal general Tarek William Saab?
El fiscal general está señalado en todos sus informes como corresponsable y cómplice en los crímenes de lesa humanidad. Por eso Alberto Fernández no puede decir que son acciones motivadas políticamente, son crímenes de lesa humanidad los que están investigados.
La justicia de Venezuela hizo un pedido extradición en su contra. Italia lo rechazó. ¿Puede cambiar su situación?
Estoy seguro en Italia. Lo único que hemos detectado es que aquí el gobierno de Maduro ha enviado grupos de captura. Aquí tengo seguimientos por los agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin). Pero bueno, estamos tomando todas las previsiones para cuidarnos.
¿Usted fue desplazado por Maduro en 2017?
No, yo no fui desplazado. Yo renuncié en diciembre del 2017 a mi puesto como embajador ante las Naciones Unidas, porque no estuve de acuerdo con la terrible represión con la que el gobierno respondió a las manifestaciones en las calles del país. Ese mismo año, murieron más de 130 muchachos. Diga lo que se digan, que eran manifestantes violentos, el Estado que tiene el monopolio del uso de la fuerza, tiene a las Fuerzas Armadas, no puede matar a 130 personas en la calle. Eso nunca había pasado en el país y por supuesto nunca hubiese pasado con Chávez. Entonces decidí, sabiendo que me iba a venir encima toda la persecución encima, decidí renunciar y no volver a mi país.
¿Qué cree que debería pasar en Venezuela?
Nicolás Maduro, sin duda, tiene que salir del gobierno. Un gobierno que ha sido el peor de nuestra historia. Se han desmoronado todas las conquistas sociales del país, no solo las de Chávez, sino las anteriores. Venezuela siempre ha sido un país democrático y avanzado socialmente.
“Salir”, ¿de qué manera?
Salir por la Constitución. Nosotros queremos que se cumpla la Constitución: las elecciones, el referéndum revocatorio. La Constitución que promovió el presidente Chávez tiene los mecanismos para que los pueblos puedan quitarse de encima al gobierno. Pero la presión internacional tiene que crecer, para que Maduro permita las elecciones libres, para que deje la persecución política. No puede haber elecciones solo con la gente que quiera Maduro o Diosdado. Después el pueblo venezolano se encargará de defender esos resultados en la calle.
¿El chavismo que usted describe dependía de una sola persona como Hugo Chávez?
Lamentablemente, sí. Dadas las características de nuestro movimiento político, dependía de Chávez. Definitivamente dependía de Chávez, porque el movimiento bolivariano no era un movimiento que tenía una definición ideológica fuerte, sino que se fue construyendo con él. Y claro, dependía de un equipo cercano a Chávez.
¿Por qué cree que Maduro no quiere dejar el poder? ¿Tiene miedo a lo que pueda llegar a pasar después?
Ellos saben que han cometido tantos crímenes que tendrán que rendir cuenta ante la justicia. Me imagino que ellos quieren lograr una transición como la de Chile, donde se respete su seguridad y su integridad. Pero lo veo muy difícil. Ellos van a tener que irse a otro país, a Cuba o Corea del Norte. No sé. Pero han hecho mucho daño. Es muy triste ver cómo esta gente ha convertido un sueño hermoso, como el chavismo, en una pesadilla.
¿Y qué responsabilidad tienen ustedes, como un sector diferente dentro del chavismo, en no haber podido evitar esta situación?
No se pudo. Traté de hacerlo. Fui al congreso del partido en el 2014 para decir que estamos ante una situación compleja, que había que tomar un conjunto de medidas, pero no había discusión. Después mi intervención en este Congreso, fui destituido de Pdvsa y enviado a Cancillería. Fui sacado del país. Todo el que intentaba llevar una discusión, lo iban metiendo preso. No hubo manera. No nos dimos cuenta, no pudimos reaccionar a que se estaba generando un grupo que asaltó el poder muy rápido.