No existen dos entidades distintas, una independiente de la otra. Capitalismo es sinónimo de guerra económica. Quienes hacen esa distinción es porque creen que existe un capitalismo inspirado en la piedad y el altruismo, una burguesía “amorosa”, revolucionaria. Ellos creen que híbridos fabulosos como esos se podrían despertar dándoles dinero y oportunidades, al lado del capitalismo real, tiburón, salvaje, despiadado que todo lo deglute. El capitalismo nace como consecuencia de la necesidad histórica de una clase privilegiada de conservarse en el tiempo, a pesar de los cambios no pierden el dominio sobre sus privilegios, sus siervos, sus esclavos, la conservación de esos privilegios es lo que lo define. Hablar de un capitalismo altruista es un contrasentido, como lo es hablar de un capitalismo democrático ¿Acaso se conoce alguna sociedad capitalista que distribuya sus ganancias por igual dentro de sus trabajadores? ¿Existe una sociedad capitalista que legisle en contra de sus intereses, o que enseñe a vivir a la gente de otra forma que no sea dentro de su sistema? No existe. Por eso las revoluciones a medias, que no dan la vuelta al sistema capitalista fracasan; para ejemplo un botón, ahí está Pedro Castillo; y Maduro, nadando en barro.
Jesús Faría dice que van hacer todo lo posible por estabilizar la tasa de cambio, ¿cómo?, ¿se lanzará sobre la espalda del dólar, implorará, rezará, usará el poder de su mente? La guerra económica es la que le hace el capitalismo a la sociedad; los capitalistas, viejos terratenientes y amos del mundo, al resto de la sociedad. Y la guerra económica es la que hace cualquiera, que solo piense en su propio provecho, al resto de la gente, así este cualquiera sea un “humilde emprendedor”. En el capitalismo, las capas bajas y medias de la sociedad viven dentro de una guerra económica constante entre ellos. Una sociedad que pueda organizarse y luchar en contra de esta guerra económica capitalista hace una revolución socialista, pero la sociedad dentro del capitalismo está rota, fraccionada, es gregaria en eso de actuar de forma mezquina y egoísta, carece de conciencia de clases, las clases bajas no la tienen, y las capas medias de la sociedad tampoco, porque no son ni chicha ni limonada, viven un dilema de identidad que suelen resolver mirando hacia lo más alto.
Desde el primer momento que el gobierno, o cualquier gobierno que se diga revolucionario, comienza a condenar la “guerra económica” como un mecanismo imperial, sin identificar imperio con capitalismo, el primero como “una fase superior del capitalismo”, ya tiene perdida la guerra política, económica, ideológica,… cuando se condena a los imperios y no al sistema, tratando de defenderse con las mismas armas con las cuales somos sometidos todos, venezolanos, cubanos, colombianos, chilenos, etc. estamos verdaderamente jodidos, material y mentalmente, porque quienes hacen esa guerra, la hacen desde dentro de nuestros países, ya se encuentran dentro, en los ministerios, en las alcaldía y las asambleas nacionales, dirigiendo nuestras economías, y mucho más adentro, dentro de nuestro espíritu y consciencia “piche” pequeñoburguesa.
Pretender vencer en la guerra que hace el capitalismo imperial con otro capitalismo, pero pobre y colonizado es una estupidez, un payasada de un atajo de políticos malos que solo remedan al socialismo, ni siquiera los tomarían en serio confesando ser reformistas y socialdemócrata, el imperio no los quiere ambiguos y astutos, solo quiere que entreguen sus almas. Por eso a las revoluciones a medias las derrocan o vencen tan fácil. Después de Pedro Castillo le tocará el turno a Maduro, a pesar de su “golpe de timón” hacia el capitalismo y hacia la derecha, el imperio quiere su alma, que entregue todo y a todos.
El socialismo también es una guerra económica, también social y espiritual, pero en contra del capitalismo, una guerra donde sí se quiere vencer, mediante un cambio de la economía, de la sociedad, de las leyes y las instituciones, en todos los terrenos, con una revolución profunda, no con palabras vacías y discursos hueros sobre el desarrollo de las fuerzas productivas capitalistas, y pretendiendo con eso aun conservar identidad, soberanía, algún rasgo nacionalista, sin tener pueblo, sin armas verdaderas cómo defenderse.
Los imperios se ríen de aquellos que los acusan de hacer “guerra económica”, cuando saben que hacer la guerra está en la naturaleza del capitalismo. Pero la verdadera capitalista se libra en contra de las revoluciones socialistas auténticas. Y entre verdaderos capitalistas se libra con armas de fuego, en Ucrania, Irak, a Paquistán, no es una guerra que pueda librar Venezuela con su capitalismo colonizado en contra de sus colonizadores; las invasiones, las dos guerras mundiales, esas sí son “guerras” económicas. Con países como Venezuela solo son presiones y chantajes que forman parte de la naturaleza propia del capitalismo: el provecho, la ganancia con el mínimo costo. Venezuela no tendrá éxito dentro del mundo capitalista, será absorbida por alguna potencia verdadera. La Venezuela potencia capitalista que desea Maduro, la potencia que imaginan domesticando al capitalismo con discursos sobre la paz y sus “amorosos” consejos, es una quimera.
El socialismo, “no solo establecido sino practicado”, es el verdadero enemigo del capitalismo, la igualdad, la justicia social, el respeto a la vida humana y la naturaleza, eso es el verdadero enemigo del capitalismo; el conocimiento, la consciencia, la independencia… Querer hacer la revolución con las “armas melladas del capitalismo” es despropósito.
En resumen: esta guerra económica la está ganando el capitalismo, la especulación está ganando, los mercachifles vencen a la sociedad y el gobierno lo permite.
El diferencial entre los sueldos en bolívares y el mercado dolarizado está acrecentando la miseria en los trabajadores y los más necesitados. El desenfreno del dólar está multiplicando el costo de la vida de tal forma tal que nos acercamos a la anarquía social, a otros días de sacudón social, a días de violencia, represión y muerte que de seguro terminará en un estado de terror. El que tenga ojos que vea, y los que vean es tiempo de reaccionar, alzar la voz y llamar a la acción, si queremos evitar una vuelta al pasado colonial, al hambre y la miseria. ¡Hasta cuándo van a seguir fomentando y aupando el capitalismo y a la vez quejándose de la “guerra económica”, hay algo enfermo y enfermizo en esto!
¡VOLVAMOS A CHÁVEZ!