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ActualidadTAPAR UN ORIFICIO DE LA REGADERA SIN CERRAR EL CHORRO

TAPAR UN ORIFICIO DE LA REGADERA SIN CERRAR EL CHORRO

La descomposición generalizada de la sociedad venezolana, la ausencia de una brújula moral y ética que apunte a los valores impulsados en el período de Chávez, obligan en las actuales circunstancias a tomar posición, a dar un testimonio ante la historia.

Las múltiples expresiones respecto a lo que sucede en PDVSA y en alto gobierno deben confluir en un pronunciamiento nacional de todos los sectores de la sociedad repudiando no solo la corrupción sino la fuente de la que emana.

La corrupción es consecuencia del fortalecimiento de relaciones sociales capitalistas, la apropiación particular de la riqueza social es una prueba evidente. La situación general de precariedad de la población venezolana no es producto del tan mentado bajo nivel de ingresos del país sino de la desigualdad en la distribución de esos ingresos.

La desnacionalización de la industria petrolera es una decisión de Estado, tomada al más alto nivel. La fragmentación de lo que otrora fue PDVSA, buque insignia de la Revolución Bolivariana y corazón económico de la nación es una de las razones fundamentales de la actual situación.

Desde altas posiciones del Estado, cuadros pertenecientes a todas las corrientes que controlan el poder (no sólo los cuadros de la corriente que hoy es perseguida) crean empresas privadas a partir de los despojos de las empresas estatales o bien crean nuevas empresas que tienen su patrimonio garantizado en los contratos recibidos del Estado.

Adicionalmente, están las empresas creadas para la explotación petrolera, esto comprende la producción en los yacimientos con equipos que antes pertenecían a PDVSA, incluyendo personal arrebatado al sector estatal deliberadamente debilitado y depauperado su talento humano. Además, están las dedicadas a la comercialización, que bajo el amparo del extendido y repetido relato del bloqueo, tienen carta blanca para desechar todos los procedimientos de control operacional o legal que antes existían en nuestra industria petrolera.

Este ciclo perverso concluye cuando lo captado es administrado desde las corrientes que detentan el poder, diluyendo las competencias del Estado Venezolano y suplantando la distribución social de las riquezas del país por un reparto entre las clases dominantes emergentes y su correlato en la burguesía tradicional que también participa.

Los canales de distribución o apropiación de la riqueza social son variados, los capitales circulan a través del sistema financiero, donde a pesar de los controles establecidos respecto a la liquidez monetaria, encaje legal y sus consecuencias para el crédito, la realidad es que ese sistema financiero es un ente de coordinación de las burguesías (nueva y vieja) que al amparo de las empresas privadas que poseen hacen circular dentro y fuera del país las masas de capitales que se apropian.

El tipo de cambio es otro sistema de distribución concertado entre las corrientes que controlan el poder y sus nuevos socios burgueses, a partir de este mecanismo regulan la superexplotación del trabajo que se impuso a los trabajadores asalariados y relevan de sus funciones al Banco Central de Venezuela, que funge como un simple espectador que se limita a publicar el resultado de las operaciones de las mesas de cambio.

Podríamos seguir exponiendo los mecanismos impuestos en cada resquicio del Estado y sus instituciones, sin embargo, interesa resumir diciendo que el impulso a la propiedad privada de los medios de producción es la base sobre la cual se erige la maquinaria de propaganda que justifica el establecimiento de los valores capitalistas como única opción posible.

Así, la precariedad laboral pretende ser justificada con los llamados “emprendimientos”, que no son otra cosa que la legitimación del trabajo informal que los asalariados deben acometer para completar sus ingresos en el sector formal, es el impulso de lo que Lenin llamaba la “pequeña producción mercantil”, profusa impulsora de los valores del capitalismo que señala el camino de la solución individual como única opción para sobrevivir a los embates de un sistema que no se atina a combatir como sociedad.

El mayor daño que hace este proceso de descomposición a la sociedad es el aniquilamiento de la conciencia social, del espíritu social que nos hacía confluir en las misiones, en el trabajo para la sociedad de la que somos parte. El despliegue espiritual fue truncado, toda la energía social disipada en fragmentos. Es lo que podemos resumir con el lema de los reaccionarios ucranianos en tiempos de Lenin y la naciente Unión Soviética: “cada uno va a su avío y yo voy al mío”.

El daño estructural propinado a nuestro país no cesará tapando un orificio de la regadera cuya llave controlan las corrientes restantes a la caída en desgracia.

Para superar esta situación es necesario confrontar al proyecto capitalista que se nos impone, construyendo una alternativa revolucionaria que dispute la conducción de la sociedad y reconstruya el tejido social.

Algunas de las medidas inmediatas a tomar serían:

  1. Restablecer la Política de Plena Soberanía Petrolera del Comandante Chávez: Dejar sin efecto todo lo que vulnere lo establecido para el sector por la Constitución Bolivariana, la Ley Orgánica de Hidrocarburos y el Decreto 5.200. Así, estabilizaríamos el ingreso del país posibilitando las medidas urgentes que hay que tomar. Detener la apropiación particular de la riqueza social y recuperar la producción y operatividad de PDVSA constituye una medida esencial.
  2. Suspender el Secreto Comercial y Bancario: Para que el Estado Venezolano tome control pleno de sus ingresos y circulación de los capitales. Además de establecer con claridad las responsabilidades correspondientes respecto de quienes se apropiaron o apropian de la riqueza social.
  3. Nacionalizar el Comercio Exterior y el Sistema Financiero: Para racionalizar el uso de las divisas del país, estabilizar el tipo de cambio y las Reservas Internacionales.
  4. Indexar los salarios: Como medida inmediata para detener la caída del poder de compra de los trabajadores.
  5. Renovación de las Instituciones del Estado: incluidos los sindicatos, Universidades y demás entes que ameriten legitimar sus autoridades.
  6. Impulsar la creación de la Confederación Nacional del Poder Popular: Para que el pueblo organizado acompañe las tareas de recuperación del proyecto de Chávez y sea garante de que el Estado funcione con arreglo a las necesidades sociales.

Es momento de construir una alternativa.

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