Era de suponer que la calidad moral de aquellos que tomaron el control de PDVSA y del Ministerio de petróleo en el 2014 presagiaba la caída del chavismo. No se trata de ver en ese hecho un asunto político nada más, sin considerar la calidad moral de sus protagonistas; para esa excusa están todos los oportunistas del país, para interpretar todo como una oportunidad personal para acceder al poder, como la diplomacia europea, como los pactos adeco copeyanos-mas, como los acuerdos tripartitas, donde nunca hay principios de por medio, solo conveniencias de poder, personales y económicas. Se trata de, que desde ese terrible día comenzarían muchos a perder la vergüenza por no traicionar los principios adquiridos gracias al ejemplo de Chávez y a la “conciencia política”, la cual se consideró siempre como una condición de “principios políticos”; en ese entonces era una condición de principios tener conciencia política, pero se perdió frente a las conveniencias de poder muy personales.
Aquel momento fue vertiginoso, todo cambió en momentos. En una semana ya estábamos todos los que teníamos que estar afuera; fuera, arrinconados, presionados, marginados de todo. Cuando se instalaron las nuevas autoridades, como un comando de paracaidistas invasores “caídos del cielo”, todos los que ahora dicen que “evolucionaron políticamente” con el cambio, que por eso estuvieron con ellos, solo mienten, se justifican como viejas medrosas; disimulan su falta de carácter, resentimiento y falta de “conciencia política” con el cuento de la evolución hacia un chavismo sin Chávez, hacia una PDVSA sin el ministro Ramírez, y se pusieron al servicio de un ejército de tramposos oportunistas.
Nadie quiere a los traidores. Después de que son usados por quienes les pagan son despreciados y desechados. Pero muchos insisten en tener razones políticas para demostrar que nunca traicionaron sus principios, para ellos Chávez y Ramírez solo fueron personajes circunstanciales, accidentes, casualidades, no representaron verdaderos principios, los principios quedaron decantados con Maduro y con los hermanos Rodríguez y su pequeño ejército de tramposos.
Tuvieron que pasar siete años para que ahora de repente “descubrieran” que algo está mal en el gobierno de Maduro. Esa repentina “epifanía política” no aguanta ni siquiera los chismes de pasillo. Todos saben que actuaron mal, que se vendieron por un cargo y un sueldito, que se comportaron con desprecio e indiferencia con sus antiguos compañeros y con muchos de ellos fueron crueles; algunos por resentimientos, otros por ser simples, fascinados de ser jefes y hacerse sentir.
La caída de PDVSA y el Ministerio fue moral y política, luego institucional y administrativa, y por último estructural. Dirigir esa corporación con décadas de cultura corporativa capitalista en una revolución socialista no fue fácil, para Chávez y tampoco para Ramírez, quien lo secundó en todo. Que la cultura corporativa tentara a espíritus tan débiles no fue para nosotros nada raro. Raro resulta cómo fue que esos exaltados “políticos socialistas” de entonces ahora estén justificándose políticamente ante el giro de los acontecimientos; que, como ahora Maduro no tiene salida a ningún lado, quieran escapar de su vergonzosa historia mediante “explicaciones políticas”, diciendo que hay marxista académicos que no entendieron a Maduro y ellos que sí, pero que ahora hay que volver a ver, volver a analizar, a revisar lo que ha pasado –“no sea que se haya pasado por alto algo importante, alguna pregunta no formulada” ¡Pfsss!… Para nosotros nos sirve esa respuesta hipócrita, todos pasarán a la historia como lo mismo, como felones y cobardes, como políticos pusilánimes, o políticos de utilería.
Esa conciencia perversa de los políticos sin principios es lo que alimenta a los llamados “tanques pensantes” de la derecha: todos provienen de la izquierda, de ese lado de la talanquera. Con la pedantería se maquilla la ignorancia, con la experiencia personal se nutre la manipulación del chavismo; no hay nada más fácil que manipular a alguien que puede sentir y pensar como uno. Para muchos de ellos, de esos prospectos de “tanques pensantes” la traición es tan útil para la evolución del mundo como lo son las ciencias naturales; creer éso los consuela un poco de sentirse cobardes.
Los cobardes miran siempre para el lado que menos los debilita, para el otro lado. En vez de mirar primero hacia dentro, para juzgar al mundo miran rápido hacia afuera. Una de los principales consejos de los siete sabios griegos nos dice: “conócete a ti mismo”, si quieres conocer el mundo. Y estos dicen “huye de ti mismo, si no quieres espantarte”.
La caída de PDVSA y del Ministerio de petróleo fue la caída del chavismo y de la posibilidad real de la revolución, así la mayoría piense lo contrario. La mayoría de la gente juzga fácil el esfuerzo que se hizo en ese espacio por vencer lo que Chávez llamó la lógica del capital. La lógica del capital es un estado mental, es un carácter o una falta de él, que permite que nos gobiernen y dispongan de nuestras vidas muy pocas familias, muy pocos individuos, sin que haya casi o ninguna resistencia de parte de muchísimos, de millones, en una relación del 1 % frente al 99 % de la población mundial.
La colina más importante del capitalismo instalado en el país, para ser conquistada por el socialismo, por Chávez y los chavistas, era PDVSA, la cual compartía en su momento conocimientos técnicos y científicos con privilegios, competencia sana con envida, la tentación del robo con el subir de estatus social mediante el ascenso a base de méritos personales. Cuando llegó Ramírez ahí no se hablaba de solidaridad, de trabajo voluntario, de espacios abiertos para el pueblo, de un comedor común para todos los empleados y trabajadores, o de socialismo, de acabar con las exclusividades. Costó mucho tiempo y trabajo ir eliminando prejuicios y privilegios, típicos de las corporaciones. Costó mucho incentivar el trabajo de acuerdo a los planes nacionales propuestos por Chávez, ocuparse de las misiones, de administrar programas distintos al negocio petrolero, hasta Eulogio del Pino actuó en su momento como un renegado de los planes de Chávez declarando que estos habían sido un error ¿Un error para quién?… Para la corporación capitalista, por supuesto, no para apalancar el socialismo. Sin embargo este es el tema fundamental que nadie considera a la hora de condenar a Chávez y a Ramírez como los causantes del descalabro de la industria petrolera. La historia dirá cuál es la verdad dentro de tantas mentiras y cobardías, ignorancia y deseos personales, pedantería y vanidades. Que sea el tiempo el que aclare esta tragedia y juzgue a los verdaderos traidores y cobardes.