A mis camaradas, a los que hemos asumido el socialismo como razón existencial, a los que nos indigna la injusticia, de tal manera que preferimos enfrentar las consecuencias, asumiendo una actitud de irreverencia, a tener que guardar un silencio, que incinera el alma y abruma nuestro espíritu.
A mis camaradas; a quienes no matizamos los argumentos del socialismo en los años de la gran derrota de principios del 90, y con estoicismo mantuvimos firme y optimistas las banderas revolucionarias, multiplicándose la convicción en la justa causa de los pueblos.
A mis camaradas; aquellos que despertamos con más ganas después de aquel POR AHORA y con voz de Benedetti le respondimos al soldado insurgente; «Con tu puedo y con mi quiero vamos juntos compañero». Y seguimos de verdad al teniente coronel Hugo Chávez; sin condiciones, sin el cálculo perverso y atroz que hoy está en boga en la frase; «El que respira, aspira». No había más aspiración que la revolución, era el sueño de nuestra vida y demostrar que valió la pena todo el arrojo, esfuerzo y coraje de nuestros mártires.
A mis camaradas; que acompañamos al soldado insurgente en la buenas y en las malas y no porque había una intención de escalar posiciones, no hemos sufrido del síndrome del reconocimiento individual, muchos, ni llegamos a conocer personalmente al comandante Chávez, lo acompañamos incondicionalmente porque él buscaba soluciones para el pueblo, pero con el pueblo; el proceso constituyente y la construcción de una nueva carta magna fue con el pueblo, el rescate de la constitucionalidad el 13 de abril fue con el pueblo, el rescate de la industria petrolera fue con el pueblo, el plan de alfabetización a través de la Misión Robinson fue con el pueblo, la Misión Ribas fue con el pueblo, los años primeros y más fructíferos de la Gran Misión Vivienda Venezuela fue con el pueblo.
Tal vez pecamos de ingenuos, de falta de malicia, o de izquierdistas trasnochados como dicen los que hicieron de la estructura burocrática la «suprema» fuente de poder; sí, así nos llaman ellos; «izquierda trasnochada» o «pendejos soñadores»; ellos nos llaman así, porque tienen sus razones. Claro que tienen sus razones de llamarnos así; ellos son «vivos», muy «vivos» ya venían trabajando de manera subrepticia, a hurtadillas, a espaldas del comandante; creando grupos de poder económico y políticos, cerraban anillos alrededor del presidente, se daban zancadillas, utilizaban ministerios, universidades y otras instituciones del estado como caballos de troya en sus guerras soterradas, por controlar estructuras de poder burocrático.
Ya desaparecido físicamente el Comandante Chávez, se desataron los demonios de estos grupos de «vivos», de rufianes, de quienes hacen del pensamiento revolucionario un simple PRAGMATISMO; esto no es nuevo, ni en nuestra historia, ni en la historia universal; así paso después de muerto Bolívar, se desataron los grupos de sus subalternos, de «sus hijos»; se repartieron el país, emergió una nueva oligarquía y cuando estuvieron seguro que estaba desarmado, que estaba inofensivo, nuestro Libertador, lo colocaron en un panteón lo llamaron el padre de la patria y cantaron sus hazañas; hoy los mal llamados «hijos de Chávez» hacen exactamente lo mismos.
Las instituciones del estado, las empresas del estado, el territorio nacional, todo está fragmentado y cada parte pertenece a estos grupos de poder económico – político; ellos se odian y se necesitan; como las antiguas mafias de Chicago; en público se abrazan y en privado se dan puñaladas. En esta guerra de «vivos» los que pagaron y pagan son los «pendejos»; los funcionarios idealistas que siguieron a Chávez de verdad, sin estar formando grupos, ni anillos, ni ligas de tunantes. Fueron expulsados, execrados del gobierno, no sin antes ser vilipendiados y tratados como traidores y hasta, agentes de la CIA; así como les hicieron a los soldados fieles a Bolívar, como le hicieron a Rafael Urdaneta uno de los próceres más fieles a nuestro Libertador y uno de los hombres mas honestos de nuestra historia, que muriendo en la miseria pidió a uno de sus hijos que devolviera al Tesoro Público los viáticos que no utilizaría en un viaje oficial a Paris. Así han sido tratado a los hombres y mujeres más probos y eficientes que acompañaron a Chávez.
Que podemos esperar de quienes han pragmatizado al extremo el ejercicio de la política; nos les importa pactar y dar concesiones a los enemigos históricos, ¿Que han hecho del pensamiento de Chávez? ¿Qué han hecho del pensamiento revolucionario? Lo han convertido simplemente en cortina musical, para adornar sus discursos demagógicos.
En público; la fraseología revolucionaria; el antiimperialismo, la integración latinoamericana, el socialismo, la democracia participativa, la democracia protagónica y en privado los pactos truculentos, los negocios, las órdenes para inhabilitar a quien consideren amenaza a sus intereses, judicializando la crítica y la protesta, manipulando la voluntad popular como sucedió en elecciones de alcalde; en fin, el secuestro de la revolución por parte de una nomenclatura, por una elite gubernamental.
No mis camaradas; una revolución es obra y acción del pueblo, una revolución no es la lotería del CLAP ni del Carnet de la Patria, una revolución no es una obra oficial, es obra del pueblo trabajador; la Revolución Rusa fue revolución mientras fue obra del pueblo trabajador organizado en su ámbito genuino; los Soviet, o hablando en criollo; Los Consejos de Trabajadores; cuando comenzaron a ser secuestrado los Soviets por parte de la burocracia gubernamental empezó a morir la revolución. Aquí en nuestra patria cuando estos grupos se confederaron para gobernar y secuestraron las nacientes formas de organización popular, condenaron a muerte a la Revolución Bolivariana.
El secuestro o la falsificación de la revolución, ha sido el mayor acto de corrupción y para desenmascarar a los corruptos no necesitamos auditorias fiscales, ni ver sus estados de cuentas, es suficiente ver sus actos público y las decisiones que toman, donde ellos se convierten en los sujetos del poder.
La otra corrupción, la corrupción administrativa y el robo de los bienes publico viene siendo la llaga, la putrefacción, la consecuencia de quienes se creen dueños absolutos del país, de las leyes, y de la voluntad del pueblo.
A mis camaradas; que aún creen en este gobierno de derecha, les pido que reflexionen como científicos sociales, como lo debe ser todo revolucionario, con objetividad, utilizando nuestros instrumentos de análisis que están circunscritos a una moral revolucionaria, fuera de nuestros principios éticos, es vulgar pragmatismo, es traición, es engaño, es falsificación. Y guardar silencio y hacerse los desentendidos es contribuir a ensuciar la propuesta socialista. Mañana, cuando un gobierno de derecha, no encubierto como este, sino un gobierno de derecha confeso, asuma el poder; nadie se acordará de Maduro y su gobierno; toda la propaganda burguesa, con sus pensadores e ideólogos, con toda su literatura, se lanzarán con saña contra Chávez y el socialismo.
¿Sera justo que quienes hemos sido congruente con la palabra, verticales con nuestra moral revolucionaria, hoy guardemos silencio o volteemos la cara para otro lado, ante las atrocidades que comete este gobierno, que son iguales a las que denunciábamos en la IV República?
Que viva Chávez