Yo no creo que sea una “cabra” lo del puño derecho y el fondo azul que denuncia Martorano como una pequeña conspiración. Ningún convencido de la simbología que le corresponde a una revolución obrera se deja engañar de forma tan tonta con este cartel inmenso; ¡son los vientos de restauración la cuarta!
Emprendimientos que sustituyen a la solidaridad y la cooperación social, leyes neoliberales, la “prevención de la violencia social y juvenil”, sin antes prevenir la pobreza (como dice Marcelo Colussi), el “pacto social” o retorno de la “tripartita” de la cuarta para adormecer las luchas de los trabajadores,… son indicios suficientes como para no creer que Maduro es tan ingenuo con eso de los símbolos y la semiótica del puñito. ¡El puñito le va bien! Va con “Somos Venezuela”, el partido de los Rodríguez y Maduro, con eso de que “en Venezuela cabemos todos”, ricos y pobres, explotados y explotadores…, con el discurso de la paz social, pero para no hacer una revolución verdadera; la paz… sin justicia social.
Ya el cuento de las sanciones no se lo traga nadie, la restauración del pasado fue la meta del madurismo desde el principio,” ¡no podemos caer en el vacío!”, dice el felón de Jesús Farías, y por eso se abrazan al capitalismo con fuerza, transfiriendo “su revolución” a la empresa privada y a los capitales extranjeros, y acusando a Chávez de haber hecho una revolución fácil, solo con petróleo caro. Por eso no es extraño que Maduro se haya sentido cómodo con el puño de la derecha a su espalda, levantado frente a sus trabajadores… “¡Cosas veréis, Sancho!”.
Muchos dirán sobre nosotros “¡qué tipo tan obsesivo!, ¿será que no tiene otra cosa de qué hablar?”. La verdad que no, no somos periodistas. La pérdida de esta oportunidad de oro de hacer una revolución socialista nos duele. Pero seguimos con los mismo porque lo de Martorano desborda la ingenuidad de uno de los tantos “encantados” con la rebelión de los nuevos adecos: disculpar a Maduro por eso del puño a su espalda: así haya sido un descuido, sigue siendo una objeción a su condición de líder socialista. Es como disculparlo por destruir a PDVSA o vender el oro y entregar nuestras reservas en divisas a empresas de maletín, a Lorenzo Mendoza, a Cisneros, a los Vollmer, a las trasnacionales… para “desarrollar las fuerzas productivas” de ladrones, y así fundar una nueva clase social, la “burguesía revolucionaria”… ¡porque lo engañaron!… es tener ojos y no ver la realidad que te escupe en la cara. ¡Maduro no es socialista, es un oportunista!
No hay manera de perdonar que se haya repuesto a los privados conspiradores la propiedad de tierras y de empresas abandonadas o cedidas a los nuevos ricos aliados del gobierno, después del asesinato de Chávez, que se hayan frenado todos los proyectos y planes, incluyendo el plan de la patria.
Lo más difícil para estos analistas, de verdad, es defender el gobierno de Maduro, hay que ser impúdico, muy ingenuo, un empleado a sueldo de él, o las tres cosas. Nada del rostro que ofrece el madurismo a sus electores es casual, hace tiempo que el gobierno dejó de hacer política, de eso se ocupan publicistas, profesionales de la comunicación: eslogan, mensajes, diseños, propaganda, son otros los que se ocupan de la semiología necesaria para lo que quieren representar o trasmitirles a sus electores: desde culpar a Chávez de sus fracasos y borrarlo de la memoria colectiva, hasta hacer pasar el capitalismo por socialismo. El madurismo paga para que piensen por ellos, como aquel eslogan famoso de Arts Publicidad, “nosotros pensamos por usted”. .. O, ¿qué creen ustedes que significa eso de que “en Venezuela cabemos todos”?, significa: ¡resígnate!, no critiques, no te rebeles, no luches, ama a tu explotador como a ti mismo, mientras ellos en Miraflores negocian de tú a tú con los capitalistas y oligarcas criollos la cuota de sus ventajas personales.
No se puede ser optimista sobre la base de una mentira, de un pensamiento tan demagógico como es eso de ofrecer paz social con injusticia, por más budista que uno sea. Justificar al gobierno sobre esos temas tan de primer orden, como es el comunicacional, es exagerar la lealtad, o por lo menos es subestimar la inteligencia de Maduro como dueño y señor de su desgobierno y de luchar por alcanzar sus propósitos personales y los de sus parciales… Socialismo no es.
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