En el capitalismo el trabajador es considerado una mercancía, se le paga lo necesario para su manutención y su reproducción, es la llamada cesta básica, esa es la esencia del salario, un precio al trabajo, que es objeto de regateo entre el trabajador y el dueño de los medios de producción. El capitalista intenta bajar el precio a niveles mínimos, y el trabajador pugna por alcanzar lo mínimo en sus condiciones de vida. Todo dentro de las reglas de la competencia capitalista.
Esta batalla, del trabajador contra el propietario, sucede desde los inicios del capitalismo y continuará hasta su final. El trabajador seguirá paupérrimo y el capitalista, gordo de plusvalía, se hará más rico. La lucha por la cesta básica es funcional al capitalismo.
Cuando, el trabajador adquiere conciencia de su situación, entiende que, luchando sólo por el precio de su trabajo, sólo por la cesta básica, se comporta como una mercancía más dentro del sistema capitalista, que, de esa forma, está certificando al sistema que lo explota, que lo esclaviza, entonces, sus luchas toman otra calidad. Es así, sus luchas sólo adquieren profundidad estratégica, cuando adquieren una responsabilidad histórica, se elevan, ahora el objetivo es: liberar al trabajo, de la única manera que eso es posible, liberando a toda la sociedad del capitalismo, yendo hacia el Socialismo. Es el Socialismo la reivindicación mayor, la verdadera conquista de los trabajadores.
La nueva sociedad considerará al hombre, no como una mercancía sino como un humano, aunque esto, “el hombre humano”, pueda parecer una redundancia, no obstante, el paso del hombre mercancía al hombre humano, es gigantesco, la liberación del hombre de la esclavitud de milenios, es en palabras del clásico, el salto de la prehistoria a la historia del hombre. Así, el humano conquista las condiciones para el desarrollo pleno de todas sus capacidades, físicas y espirituales, el trabajo deja de ser una esclavitud, y será actividad vital de realización, es la conquista de la cesta humana.
El dilema está sobre la mesa: o cesta básica, y en este caso apuntalar al sistema de explotación, continuar con siglos de miseria, o luchar por la cesta humana, por el cambio de sistema y gobierno, y liberar a la humanidad.
Con el gobierno de Chávez se escogió el segundo camino. Tocamos con la punta de los dedos esa nueva sociedad, empezamos su construcción, en lo material y en lo espiritual. Se empezó por elevar el nivel educativo de los preteridos, se erradicó el analfabetismo, se activaron las Misiones educativa, “lloviznaron cantos”, el trabajador comenzó a adquirir conciencia de su responsabilidad histórica, así pudo salir exitoso de los intentos restauradores, de golpes y saboteos. El egoísmo en las relaciones sociales comenzó a ceder terreno frente a la conciencia de pertenencia a la sociedad.
Los capitalistas se alertaron ante la seriedad de los cambios, no eran simples cosméticos, se trataba de cambios estructurales en las relaciones económicas y en las relaciones sociales. Contra el ensayo socialista se conjuraron todas las fuerzas del pasado. El capitalismo consiguió un triunfo, salieron de Chávez y retrocedieron los pasos hacia la nueva sociedad. Ahora la tarea, la calidad de la batalla está clara, se trata de volver a Chávez, de volver al camino extraviado con la felonía de los usurpadores. En esa tarea los trabajadores tienen papel estelar.
La batalla de hoy debe ir más allá de la lucha por la cesta básica, ir hacia la batalla por la cesta humana, disputar el poder, sólo así, se conseguirá romper la condición de mercancía del hombre, sólo así los trabajadores, sus líderes se responsabilizarán de su papel histórico.
¡VOLVER A CHÁVEZ, AL SOCIALISMO!