El 4 de febrero, significó el rompimiento del letargo que mantenía a la sociedad
sometida al cepo de la legalidad burguesa, esclavizada al artificio perverso de la
democracia burguesa. En aquellos muchachos idealistas, guiados por alta sensibilidad
humana, por lo más puro del sentimiento genuino cristiano y bolivariano, convergieron las
luchas de este pueblo en busca de la dignidad, Zamora, Simón Rodríguez, unieron su
ejemplo a Fabricio, Argimiro, para aguijonear el corazón puro de estos jóvenes con la
pasión y la acción por la Patria, por la humanidad.
Los objetivos los señalaba más el corazón que la mente, querían lo mejor para la
Patria, y sabían que esos gobiernos del llamado pacto de punto fijo eran un obstáculo para
la felicidad de la sociedad, un generador de adversidades, un esquema social que producía
miseria y marginalidad para unos y una grosera riqueza y lujo para la minoría espoliadora.
Aprendieron la teoría revolucionaria en la lectura de la realidad, más que en el caletre de
fríos manuales. Oyeron las historias de los viejos, que hablaban de Maisanta, de Zamora
pasando a Caballo por las calles de Barinas, de Simón oponiéndose a la naturaleza y
haciendo que le obedeciera.
Y se lanzaron a la hermosa aventura de liberar a la Patria, elevarla a las cumbres
donde los pueblos son dueño de su destino, donde no tienen lugar los opresores. Y aquel
gesto, del 4 de febrero fue una cátedra de política. Rompieron con las elecciones
burguesas, opio de los pueblos, ficción de la voluntad popular, y prestigiaron la voluntad de
la masa actuante, cuando no cuentan los números sino las ideas encarnadas en los
corazones de jóvenes héroes, que actúan aun a costa de su vida.
El país se conmocionó ante aquel gesto que fracturaba la moral egoísta reinante, esos
jóvenes anteponían el interés social antes que su conveniencia personal, corrían riesgos,
dejaban una vida cómoda, se jugaban su futuro en la búsqueda del bien común.
Hoy están vigentes los objetivos y el método de aquella gesta. Las condiciones
sociales, no son iguales, son peores, el opio que entumece a las voluntades es más
perverso, se usa una deformación vacía de la gesta del 4 de febrero, y su evolución, su
camino al Socialismo como sistema que resume los anhelos de la humanidad desde los
días de Cristo, para engañar al pueblo, hacer creer que este madurismo es chavismo, que
este gobierno maula es hijo del 4 cuando en realidad es su asesino, su contrario.
Las condiciones económicas, no son iguales, son peores, millones de compatriotas
que deambulan por el mundo desconcertados en un éxodo absurdo, certifican el fracaso del
madurismo. Centenares de presos políticos civiles y militares, ilustran la pésima calidad del
gobierno, el derrumbe de la moneda, la entrega del petróleo, la devastación del salario, son
señales claras del desastre económico.
El 4 de febrero, señala el método, aún vigente, que tiene un pueblo para su liberación
cuando es sometido a la barbarie. Y nos dice de la legitimidad de la rebelión que guie a la
masa hacia su redención.
¡CHÁVEZ, REBELIÓN!