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ActualidadEl gobierno madurista no es tan idiota

El gobierno madurista no es tan idiota

Lo primero que debemos decir es que nosotros hacemos una distinción entre maduro  y Chávez, no representan lo mismo. Otra cosa,  que los gobiernos de Chávez y de maduro también están marcados por la personalidad de sus jefes, del “modelo moral” que  cada cual transfirió a sus equipos y colaboradores. En el caso de Chávez su gobierno fue estimulado y en muchos casos presionado por el estilo militar y político del propio presidente. En el caso de maduro cabe decir que para nosotros ha sido un gobierno inficionado por la falta de gobierno, la pérdida de un fin político estratégico y la comodidad del pragmatismo, y las subsecuentes apetencias personales.

Dicho esto, siguiendo la línea de discusión propuesta por Andrés Giussepe y Amaranta Rojas, pensamos que el gobierno de Maduro (y el  madurismo, sin poder generalizar) no es tan idiota, son pocos, o casi ninguno, los que se creen el cuento de Jesús Farías de que están trabajando para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y de los pobres. Todos saben para quién y sobre todo para qué trabajan. El madurismo es otra cosa, ahí no estoy tan seguro de cuantos idiotas haya, se sabrá pronto, cuando se acerquen las elecciones.

Estamos de acuerdo con que el problema en el gobierno no es Jesús Farías o Jorge Rodríguez, esto sería considerar a Maduro un idiota, y no lo es. El problema es económico, pero antes, es político. El análisis del economista criollo es superficial porque no penetra la profundidad de lo hecho en el tiempo, desde la muerte de Chávez hacia acá. Y para entender con detalles hay que volver a ver  el tema desde la óptica de sus líderes: Chávez y Maduro, no nada más de sus subordinados operadores directos del gobierno, que, en el  caso de Chávez, muchos traicionaron su confianza y actuaron en su contra.

Chávez redactó el  Plan de la Patria y Maduro lo falsificó. El estilo  madurista se corresponde a esa falsificación,  representa un cambio de rumbo de 180° hecho para restaurar la vieja socialdemocracia con sus privilegios originales, rebautizados como “burguesía revolucionaria” por Castro Soteldo, ¡el capitalismo original de la cuarta pues! Su análisis es “impenetrable”, como diría Nietzsche, no por complicado sino por superficial, no penetra los niveles  del chisme.

Pero la falla de origen es política. Jesús Farías, hijo de los últimos generales del Partido  Comunista y Jorge Rodríguez, de un mártir de la revolución, son esclavos de sus  apetencias e insatisfacciones personales, pero que cargan  con la herencia de sus padres, eso es todo. Pareciera que cuando hablan, hablan sus padres, lo cual no es cierto. Sin embargo, para Maduro resulta muy útil este efecto psicológico con signo genético. Todo lo que sirva para confundir el capitalismo colonial de maduro con el socialismo siempre será una ventaja para ellos.

La verdad es que no somos idiotas. Pero casi, cuando ¡de pronto! perdemos  la memoria de hace 10 años atrás, perdemos nuestras convicciones, la voluntad, el entusiasmo, y nos dejamos embaucar con el cuento de la guerra económica, las sanciones y el bloqueo; “por cada conspiración un perdón…”, sin embargo, en el caso de maduro, por cada conspiración un recule, un retroceso.  Cuando hemos debido “radicalizar el socialismo”, empujar la revolución hacia delante, el madurismo aflojó y llamó todos a que aflojáramos con ellos los nervios, cediéramos espacios, nos hiciéramos más condescendientes, “comprensivos”, pasivos. Con el otro cuento de la Paz y la corrupción nos tuvimos que calar calladitos la destrucción de PDVSA, la restitución de empresas y tierras a sus antiguas propietarios, las concesiones en al arco minero, la privatización de las empresas llamas socialista y la tenaz calumnia en contra de la propiedad social y empresas socialistas en manos del Estado, una serie de leyes infames que violan los mandatos de la constitución bolivariana.

Nosotros creemos que la revolución socialista es posible, pero  hay que tener ideas claras y  voluntad para  jugarse la vida, la reputación, la razón por el futuro que queremos. Eso fue lo que mataron cuando asesinaron a Chávez, y de ese vacío moral y espiritual se aprovechó el madurismo para hacer su “golpe de timón” hacia atrás, para regresar, desde el gobierno (¡habiendo conseguido el gobierno!), a la cuarta república, o quizás, un poco más atrás, cuando no se respetaban las leyes y las instituciones, o todas servían a un mismo interés, de clase, personal, a tiempos de Juan Vicente Gómez. Eso es lo que le falta al análisis del economista criollo, profundidad de análisis. La economía capitalista explica lo que puede explicar dentro del mundo capitalista,  más allá se convierte en política.

¡VIVA CHÁVEZ!

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