EN Chávez – el que fue y el que permanece en el Plan de la Patria – el ejercicio del poder es un medio para hacer una revolución socialista, un compromiso con los más pobres, un “apostolado”.
Para Maduro el poder es un fin en sí mismo, de ahí viene su “pragmatismo político”. Maduro optó por el “pragmatismo” aconsejado por Temir Porras (Sobrino de Baltazar Porras), que en el 2014, sería uno de sus funcionarios más destacado, de aquellos llamados por Giordani “francesitos”, recomendados a Maduro por Ignacio Ramonet, asesor externo de entonces. Fue así como el gobierno de maduro delegó la conducción de la economía – el aspecto más irritante en el cambio de un sistema al otro – a empresarios, a capitalistas, a los enemigos naturales de la clase trabajadora, para aliviar los conflictos con la clase hegemónica y la histérica clase media pequeñoburguesa, es decir, para que estos conspiradores los dejaran gobernar el capitalismo (o el capitalismo de ellos), desechando la idea de hacer una revolución socialista; evitando el enfrentamiento aliándose con el enemigo: “en Venezuela cabemos todos”…, malos y buenos, explotados y explotadores, “Somos Venezuela”.
Estos son los hechos. Se pueden justificar aduciendo que así lo quiso Chávez, pero no hay que ser politólogo para saber que no es cierto, que una lógica (la de Chávez) no cuadra con la otra (la de Maduro y el madurismo). Chávez redactó un Plan de acción política para alcanzar un punto de “no retorno al capitalismo” y vencer la lógica del capital. Y Maduro, astutamente, lo falsificó, lo adulteró, torció su sentido para justificar su “pragmatismo”, su alianza con la empresa privada, su compromiso con los intereses privados, con el capitalismo, “en nombre de la paz” (la paz de los muertos).
En consecuencia, siendo Maduro el jefe de este desvío político, de este despropósito de hacer la revolución con las “armas melladas del capitalismo”, fundador del llamado “nuevo modelo económico”, el autor intelectual de este fraude, PODEMOS ASEGURAR QUE EL “MADURISMO” EXISTE, y que va en sentido contrario a las acciones y políticas de Chávez, desde antes de ser Maduro presidente del país.
Lo que en Chávez se muestra, en Maduro se oculta. El último Chávez nos advirtió de las desviaciones reformistas, por supuesto siempre negadas, difusas e inexistentes por los mismos reformistas. De inclinaciones reformistas que había que vencer, de infiltrados y aprovechadores. Pues bien, los enemigos de la revolución, los infiltrados que la socavaron haciendo el trabajo de zapa, LOS REFORMISTAS, eran ellos, los maduristas que ahora gobiernan sin pudor alguno para las élites, con el cuento de estar haciendo la “revolución económica que ¡sacudirá al mundo!”
También son los que ahora mienten con descaro, sin pudor, los que prometen y no cumplen y se ríen en tu cara, los que no asumen responsabilidades y no les importa, los que persiguen a los campesinos y esconden a Tarek El Aissami, capitán todo terreno de la familia madurista. Eso no es chavismo, eso no son “unos cuantos casos aislados” dentro del chavismo, eso se llama MADURISMO, un estilo de deshacer lo hecho con disimulo, y un estilo de abandonar EL disimulo y sustituirlo por EL descaro, “sin complejos”, como dice il capo di tutti capi.
Si esta epidemia nació del chavismo, el chavismo debe acabar con ella. Nos corresponde a nosotros corregir esta deformación política, esta peste, este tumor que creció de un verdadero descuido, con valor, reconociendo que fuimos débiles y condescendientes, pero desgarrando sin piedad de nosotros cualquier vínculo político y espiritual con el subproducto madurista que ahora nos des-gobierna… Tenemos el deber de, se lo debemos a Chávez, retomar el camino hacia el socialismo y vencer la “lógica del capital” (la lógica madurista), tal y como nos lo solicita el comandante Chávez en su Plan de la Patria, “paso a paso y sin perder el ritmo”.
No deberíamos esperar otros 50 años para superar el efecto narcotizante del sistema de elecciones de la “democracia burguesa”, o de la “democracia madurista”, o del fascismo capitalista. Es posible que en ese tiempo ya sea tarde despertar, tarde para otro Chávez, para otro Bolívar. Es ahora el momento de despertar y reaccionar con coraje, ahora o nunca.
¡PATRIA SOCIALISTA O MUERTE!, ¡VIVA CHÁVEZ!