Para empezar, no existe riqueza legítima o decente. Todo capital o fortuna es producto de un despojo, un crimen, de las dos cosas. En el caso de la “gente de bien” como María Corina (Machado Zuloaga) también su legado carga con una historia de robo y violencia, que recuerda al general Nicomedes Zuloaga autor de la masacre de San Pablo sobre los campesinos rebeldes de la gente de Zamora, consumando un crimen con crueldad asesina.
En el caso de Maduro y el madurismo, ya vimos la “fortuna” de El Aissami. La de los otros aspirantes en el gobierno, hasta ahora, está en “veremos”, se harán nuevoricos y viejos si quedan impunes, si la sociedad se los permite.
El liberalismo o “neoliberalismo” (para nosotros es lo mismo) tiene una fórmula universal para superar la pobreza, pero una pobreza entre comillas, la de los empresarios que ganan menos, y en última instancia de la clase media aspirante, pequeñoburguesa, si es que existe otra distinta. En su modelo neoliberal no se contempla superar la pobreza del pobre, porque, sin verdaderos pobres a que explotar ¿cuál sería la base económica para la riqueza de la “gente de bien”? El mensaje de Corina Machado va dirigido a sus patrocinadores millonarios, a captar la simpatía de la clase media “emprendedora”, y la de todo bobo que se crea “gente de bien” dispuesto a caer por inocente con las bondades del capitalismo. La fórmula en cuestión es: Estado vigilante, policial y propiedad privada.
El neoliberalismo de Corina requiere un país donde se pueda vivir sin las mismas angustias de los más pobres, más limpio que el de Maduro, más amable a la vista, más privatizado y eficiente donde se pueda capturar TODA sus riquezas y concentrarlas en las “familias de bien”; ellos como “empresarios” requieren mucho dinero en préstamos de los entes financieros del planeta, del FMI y el BM y etcétera etcétera, para financiar sus negocios, que los pícaros llaman con disimulo “la creación de miles de empleos”; créditos a sus empresas que serían cancelados con dinero del Estado, con dinero de los impuestos que percibe de la “renta de la industria petrolera”, que a la vez quedará en manos privadas como todo lo demás. Los ricos siempre se despachan y se dan los vueltos.
Sin embargo, para “contener” las masas de miserables, pobreza y sucedáneos de ella: obreros y campesinos contestatarios y rebeldes, delincuentes, la marginalidad maloliente,… se requiere un Estado, aunque reducido muy especializado, un Estado policial fuerte, inteligente y represivo al máximo, capaz de mantener en su sitio a la fuerza laboral y a la marginalidad proletaria y lumpen proletaria que la acompaña, algo así como un cuerpo de Robocops conteniendo a los seres del subsuelo. Todo lo demás tiene que ser privado o privatizado: control privado de los medios de información y divulgación, de las redes sociales; el sistema educativo público y gratuito debe ser privatizado, acabar con las carreras humanísticas, es decir, con todo lo que huela a pensamiento crítico y reflexión, cultura, política, espíritu libre (¿libertad?, a menos que sea para explotar o vender hombres, mujeres, niños, animales, bosques, selvas, lagos y ríos, ¡como sea! siempre y cuando ese quehacer produzca ganancias ); privado debe ser el sistema de seguridad social y de salud pública…
Mientras, el Estado vuelve a sus orígenes de Estado policial o militar para defender los intereses de los grandes propietarios. Así de simple, y así de fácil se elimina la pobreza para Corina Machado, y para el resto de hipócritas que la adversan en las elecciones primarias, y para el mismo gobierno de Maduro.
Maduro quisiera ser “gente de bien”, pero le falta compromiso social con la “gente de bien”. Todavía necesita de la “canalla” lumpen, de los pobres de cosas materiales y de los pobres de espíritu, del chavismo ablandado por las necesidades, el hambre y las enfermedades, y de la clientela madurista; además necesita infectar al país de medios distractores, chouses musicales y evangélicos, ferias, circos, casinos, ¡Beisbol!; disfrazarse como socialista para ganar elecciones – No en vano intenta robarse la tarjeta de PCV haciendo pasar a “gente de su entorno”, de Somos Venezuela y PSUV, como militantes comunistas, quienes declaran fidelidad a su gobierno, ¡que ni siquiera sus ministros lo hacen con tanta lisonja y zalamería! – En este movimiento pendular entre dos bandos Maduro y su entorno íntimo nunca llegará a ser “gente de bien”, ¡y créanlo o no, pero es eso lo que más desean para sus familias los madurecos, ser reconocidos y respetados como “gente de bien”!
No obstante el neoliberalismo de Maduro adolece de “decencia”, si cabe esa palabra para hablar de los capitalistas, o, si tomamos en cuenta que Corina Machado es más directa con sus propuestas clasistas; o sea, ella no necesita mentir tan fino como lo hace Maduro, haciendo pasar el mismo programa neoliberal de la Machado como si fuera socialista, adornándolo con un discurso populachero, lleno de excentricidades y maldiciones, vendiéndolo como si fuera “un mal necesario”, prometiendo el jardín del Edén ablandando el corazón de un tigre, como a cada rato lo vocifera el exaltado Jesús Farías.
Dentro del capitalismo, sea el de Maduro o el de Corina, “crecimiento económico” significa pobreza para las mayorías de trabajadores y marginados excluidos de la sociedad. Mientras más crece la economía, se hacen más ricos los ricos, a costa de la explotación extrema de los trabajadores, de los más pobres que sirven de sus remplazos, y la devastación de los recursos naturales.
Eso hay que tenerlo claro, que no hay manera de hacer justicia social y justicia a la vida, no hay forma de equilibrar las cargas de los seres vivos dentro del capitalismo, ¡porque el capitalismo vive de la pobreza!, en un sentido amplio. Tampoco hay manera de que el capitalismo se suicide, que sea socialista o democrático, porque es un contrasentido, un disparate lógico y hasta físico, un espejismo de gente que hace culto al libre albedrío, olvidando los intereses de clase. No es el libre albedrío lo que hace que los marginales sean desclasados y atenten en contra de sus propios intereses, es la ignorancia, y aun sin ella, en el capitalismo no serían libres de ser una clase social explotada. Si los desclasados ahora atentan contra sus propios intereses, seguro que los grandes propietarios y aspirantes jamás lo harán con los suyos; todo capitalista que se salga de su lógica deja de ser capitalista y se hace socialista, o idiota, según los dueños del mundo. Así mismo, un socialista que actúa como capitalista ha renunciado a sus principios y se hace aspirante a ser capitalista y punto, como los madurecos (adecosmaduristas).
Lo que nos ofrece las elecciones, gane Maduro o gane Corina y sus equivalentes, no es un país de “oportunidades para todos” o más “democracia”, como les gusta decir a los hipócritas, es un país culturalmente atrasado, dividido entre “pocos ricos y muchos pobres”, de nuevo colonizado con una sociedad rota en pedacitos.
Ojalá, “la gente de mal”, los chavistas malditos satanizados por las dos derechas, la gente incómoda con esta farsa que a la vez incómoda a los farsantes, conjure el espíritu de Chávez, y una fuerza de cambio, como la que inspiró el 4 de febrero aquel, voltee la tortilla y acabe con la payasada de las próximas elecciones y dé continuidad al plan del comandante, donde lo dejó antes de ser asesinado por el capitalista, que ahora se hace llamar “gente de bien”, como lo hizo Lucifer en su momento para cautivar almas atontadas.
¡CHÁVEZ VOLVERÁ!