Lo primero que debemos saber es qué ostentamos, ¿Qué ostentamos?, ¡bien!, ostentamos lujo. Lo otro es saber que se considera lujo. Según el criterio del llamado “mercado del lujo”, lujo se considera un reloj de alta gama, un cochecito de bebé caro, distintas clase de vinos y licores, joyas, los autos costosos, los resort (poseer uno), zapatos y ropa de marca o de diseñadores famosos, ¡corbatas!, y otros que ahora no recuerdo. Pero a esta lista podemos añadir la felicidad asociada a todas estas cosas. Para aquellos que poseen cosas materiales valiosas no les queda más que exhibirlas, ostentar de ellas, y añadir la felicidad con la cual se deben mostrar en público sus «posesiones», por lo menos en Instagram y Facebook; una amplia sonrisa a la hora de exhibirnos tomando un coctel en Los Roques es un guiño de ojo que nos dice que los afortunados han alcanzado el éxito.
En la última crisis económica, antes y después de la pandemia, el único mercado que se mantuvo en alza fue el mercado del lujo; esto lo dice todo. La ostentación del lujo señala lo que hay detrás del capitalismo, la fatuidad del espíritu que vitaliza al capitalismo, al lado de la codicia y la mezquindad propias del viejo mercader.
Por otro lado, solamente se puede ostentar de algo cuando hay quienes no lo poseen. Para alardear de un gimnasio personal hay que saber que en su mayoría la gente no posee uno, por eso se hace, nadie puede dárselas de mucho haciéndose una selfies cogiendo sol en el balneario de Macuto, o comiendo choripán en la Redoma de Petare, hay que hacerla con el Cristo del Corcovado atrás o al lado del Perseo de Cellini en Florencia, que dice mucho. Se ostenta porque quien lo hace es consciente de que vive en una sociedad con muchas diferencias de clases y porque cuenta con un abismo de insatisfacciones.
Freddy Bernal solo rosa la superficie de un problema de bastante profundidad, el cual toca lo que hay en el fondo de toda la displicencia con la que han tomado los dirigentes, que hoy nos gobiernan, las ideas socialistas. El oscuro subconsciente gobierna sus actos, son “actos fallidos” (mi amiga Flor diría, la ostentación es más fuerte que ellos).
Ellos saben dónde y a quién ostentar. En la redoma de Petare no vale la pena, a menos que seas jefe de calle y te pasees por una plaza con los pollos que le robaste a las bolsas de los claps. Pero si eres un diputado, lo haces en Las Mercedes, como dice Bernal, y si eres estúpido (o más estúpido) lo publicas en Instagram. A Bernal solo se le “chispoteó” lo de la ostentación, no hay que buscarle más patas al gato.
Pero, ¡por supuesto que es una grosería andar por la vía en una caravana de camionetas carísimas, mientras los maestros y profesores se mueren de hambre! Sin embargo eso es viejo, la gente decepcionada lo asocia con el poder, con la corrupción, y muchos con la ausencia de Chávez. No es nada casual que Maduro acusara a Ramírez de vivir en un «Palacete italiano», porque eso forma parte de sus códigos morales más oscuros, irracionales, que le brotan sin querer en forma de palabras, tiene alma de pequeñoburgués. El madurismo está plagado de seres incontinentes, ¡en todos los sentidos! Solo les falta fotografiarse en una orgía de putas, alcohol y droga, como hacen los del gobierno paralelo de Miami.
Jorge Rodríguez no ha debido fotografiarse con sus zapatos de 750 dólares, ha debido calzarse unas botas toscas de obrero y una camisa roja del Psuv, como hace Diosdado, para disimular, o por respeto a la militancia, sin embargo la gente, movida por los mismos deseos que Jorge, reconoció los zapatos y los avaluó. El caso de Carreño, con sus corbatas y su gimnasio sí que es más idiota, por el descarado del ex militar. Pero Carreño es un militar tosco, no cuenta con la delicadeza del otro, psiquiatra y poeta. No obstante, es seguro que ninguno de ellos es socialista; son un grupo de pequeñoburgueses incontinentes que se hacen pasar por socialistas, por poetas, por diplomáticos, hasta por empresarios, que, según sea lo que convenga, están dispuestos a ir “a donde los necesite la revolución”, así si sea a Stambul y se vean obligados comer en el restaurant de Salt Bae y hacerse una selfies con su dueño, de mala gana… ¡La incontinencia de un espíritu indomable! Se les cae la máscara de la máscara, andan desnudos en la calle sabiendo que están desnudos, no se sienten engañados, son ellos los que engañan.
(¡Apoyo total a las protestas de los maestros y los obreros y trabajadores del país, de todos!. Su causa debe ser la causa de todos los trabajadores y del pueblo pobre.)
¡Volvamos a Chávez! ¡Viva Chávez! ¡Viva la revolución socialista!