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ActualidadEL RESCATE DEL PILÍN LEÓN

EL RESCATE DEL PILÍN LEÓN

Hoy 26 de diciembre se cumplen 20 años del rescate del buque Pilín León, que se encontraba fondeado en la barra del Lago de Maracaibo como parte de la acción criminal de la meritocracia petrolera que se plegó al Sabotaje en contra de PDVSA como parte de los intentos de la oposición para derrocar al Presidente Chávez. Era el Golpe Continuado. 

Corría el 26 de diciembre de 2002 y la industria petrolera era sacudida por la acción cobarde y criminal de la gerencia petrolera que se había plegado al “Paro Cívico Nacional”, con la promesa de  paralizar la industria “hasta que Chávez se vaya”. El Pilin León, al igual que todas las embarcaciones de cabotaje y transporte de petróleo y combustibles de la flota de PDVSA, se habían plegado al sabotaje, dejando al país entero sin combustibles y sin la posibilidad de exportar petróleo. 

La estrategia de la Gente del Petróleo era bloquear nuestros puertos y terminales, fondeando las embarcaciones al frente de ellos y emitiendo alertas desde la propia gerencia de Comercio y Suministro de PDVSA, plegada completamente al Sabotaje, para que ningún buque petrolero tocara costas venezolanas; así, la producción petrolera, imposibilitada de ser exportada, llenó hasta el tope nuestros patios de tanques de almacenamiento, por lo que la producción de petróleo tuvo que detenerse paulatinamente, afectando, a su vez, la producción de gas asociada al mismo. 

Al fondear los buques de cabotaje de combustibles, es decir, aquellos encargados de llevar el combustible a los distintos puntos de distribución del país, paralizar y sabotear las refinerías –en especial el Complejo Refinador de Paraguaná–, el objetivo de los golpistas era dejar al país sin combustibles, provocar el caos y llevar al pueblo al borde de la desesperación, colapsando y paralizando todo el territorio nacional.

Era la “estrategia perfecta” de la Gente del Petróleo, la gerencia antinacional y profundamente transnacionalizada que actuó de manera artera, faltando a sus responsabilidades y violando la ley; sabotearon PDVSA y toda la industria petrolera, en un acto motivado políticamente, en defensa de la Apertura Petrolera y abiertamente en contra de la Constitución y de la recién promulgada Ley Orgánica de Hidrocarburos.

Las transnacionales petroleras, a través de la alta gerencia de PDVSA y las fuerzas más reaccionarias y retrógradas del país, arremetieron en contra de PDVSA, destrozaron la empresa de todos los venezolanos, para colapsar nuestra economía, clavando un puñal al corazón de la patria –como diría Chávez–, siendo la continuación del Golpe de Estado de abril de 2002 y del proceso de desestabilización y violencia impulsado desde los sectores de la oposición.

Durante todo ese mes de diciembre, la Gente del Petróleo y las fuerzas golpistas, desplegaron toda su violencia en contra de PDVSA y el país. Los medios de comunicación y las grandes agencias internacionales, pronosticaban la “caída inminente “ del presidente Chávez.

Nosotros conformamos, bajo la dirección del presidente Chávez, –yo era ministro de Petróleo y Alí Rodríguez presidente de PDVSA– el Grupo Colina, la dirección política de la batalla por el rescate de PDVSA, constituido por el presidente Chávez ante la inminencia del Sabotaje; ya estábamos desplegados en todas las áreas petroleras, donde nuestros trabajadores y gerentes patriotas daban una batalla en cada área e instalación petrolera, por su rescate y recuperación. 

La situación era extremadamente complicada. Nosotros teníamos que atender el frente internacional de la OPEP, para explicar lo que sucedía en el país. El presidente Chávez defendía la integridad y soberanía de nuestro país ante cualquier aventura intervencionista, al mismo tiempo que estábamos conduciendo y dirigiendo la batalla de los gerentes y trabajadores en todas las áreas. El Pueblo y la Fuerzas Armadas, se movilizaron masivamente en apoyo a Chávez y PDVSA, en lo que se convirtió en una batalla popular, donde los humildes, tal como hicieron el 13 de abril, se lanzó a la calle en apoyo a Chávez, en defensa de la Constitución y, por primera vez en nuestra historia, en defensa del petróleo –su petróleo– y de PDVSA, la que, a partir de estos eventos, sería la PDVSA del Pueblo.

Un elemento fundamental para derrotar al Sabotaje, era desbloquear nuestras costas, recuperar nuestras naves que estaban en manos de los golpistas. En el gobierno se planteó una fuerte discusión, pues en su seno, y entre los factores políticos que hacía vida en la Asamblea Nacional, existía una fuerte tendencia a negociar, a que el presidente Chávez cediera ante la Gente del Petróleo, que nos destituyeran ade la dirección del sector petrolero y se modificara la Ley Orgánica de Hidrocarburos. Chávez no aceptó. Esta sería una batalla popular, revolucionaria, impostergable, donde no podíamos ceder ante las presiones de las transnacionales y de la extrema derecha. No teníamos otra opción: o le hacíamos frente al sabotaje y ganábamos  o sucumbir a la presión transnacional, entregar el petróleo y el poder del Pueblo.

El presidente Chávez  dirigió  esta batalla y sabía que sólo podía contar con nosotros, la dirección petrolera, nuestros gerentes y trabajadores, así como con el pueblo y los militares patriotas. Era el espíritu y la motivación del 13 de abril, con el pueblo, los trabajadores y el máximo de nivel de conciencia revolucionaria, los que darían la batalla por PDVSA y la revolución Bolivariana.

Nosotros habíamos activado un proceso de reclutamiento, en la Comandancia de la Armada ubicada en Paraguaná, donde se captaron oficiales y marineros, las tripulaciones, para tomar los buques petroleros fondeados y saboteados por la Gente del Petróleo. Era una operación cívico-militar.

Ese 26 de diciembre estaba en el despacho del presidente Chávez en Miraflores, desde donde despachábamos y atendíamos todos los detalles de la batalla. Estábamos almorzando juntos y sabíamos que ese día se desarrollaba la operación de rescate del Pilín León, embarcación que, por cierto, la oposición convirtió en su buque insignia y símbolo del Sabotaje, glorificando, desde sus medios de comunicación, la actuación criminal e ilegal de sus tripulantes.

Inmediatamente se anunció en la televisora Globovisión, que el buque Pilín León había sido tomado por el gobierno y que una tripulación “sin experiencia”, al tratar de cruzarlo para dirigirlo a Bajo Grande, chocaría en contra del Puente sobre el Lago de Maracaibo.

Nosotros sabíamos que no era así, pues el Capitán Carlos López Peña, quien había tomado el control de la nave, contaba con  muchísima experiencia. Jubilado de la industria petrolera, el Capitán López Peña, tenía para mí el aval de ser hermano de un destacado combatiente de las FALN, compañero de armas de mi padre, muy amigo de la casa, al que llamaban, el “gordo” López Peña.

El presidente, en actitud de combate, emocionado, me dice que “ vamos a abordar el buque”, nos trasladamos de inmediato a Maracaibo y de allí, en helicóptero, hacia el terminal de Bajo Grande”. Íbamos solo nosotros y los oficiales militares encargados de  la custodia del Comandante Chávez. 

Desde el aire observaba las interminables colas de todo tipo de vehículos esperando para surtir gasolina; había mucha gente en la calle, se sabía que el presidente estaba llegando. Se iban aproximando al punto de aterrizaje cientos de venezolanos, portando la bandera nacional. Tan pronto aterrizamos al terminal, el presidente dio unas primeras declaraciones; la algarabía y emoción de los presentes era tremenda. 

Abordamos la lancha que nos conducirá al Pilin León, ya perfectamente atracado en Bajo Grande. El Presidente, con su chaleco salvavidas, conversaba con el piloto de la lancha; estuvimos todo el trayecto escuchando los pormenores de la batalla en el Lago y de cómo los privados –los llamados “lancheros”– se plegaron al sabotaje y habían paralizado las lanchas, remolcadores, gabarras; íbamos identificando las vulnerabilidades de PDVSA. 

Cuando llegamos al buque, me encontré con el capitán Gustavo Pérez Issa, oficial del 4 de febrero, jefe de PCP –gerencia de Prevención y Control de Pérdidas de la industria– quien había coordinado la operación. Nos tomamos una foto con el buque a nuestras espalda. Estaba un fotógrafo del diario Panorama –toda una institución en el Zulia–, que hizo las imágenes exclusivas. 

Cuando llegamos al buque, saludamos a todos los oficiales y su tripulación. Le presenté al presidente Chávez al Capitán López Peña y le expliqué quién era, el presidente estaba muy agradecido por su decisiva acción, igual saludamos uno a uno a los integrantes de la tripulación y marinos presentes, la mayoría de ellos habían dejado sus trabajos para participar del rescate del buque. Este gesto de conciencia y sentimiento patriota, se extendía a todo el país, los jubilados, contratados y voluntarios de cada rincón se presentaron en PDVSA, y junto a nuestros gerentes y trabajadores, iniciamos el rescate y recuperación de nuestra empresa saboteada, PDVSA.

El presidente Chávez saludó y habló por teléfono con los familiares de cada uno de los miembros de la tripulación que estaban allí. En la foto que acompaña este artículo, se puede apreciar la alegría de los presentes ese día junto al Comandante Chávez.

El rescate del Pilín León fue el inicio de la derrota del Sabotaje Petrolero, un hecho, sin duda alguna, heroico y revolucionario, que nos permitió recuperar nuestra industria petrolera, recuperar las pérdidas de más de 14 mil millones de dólares que provocó la Gente del Petróleo, y a partir de allí, nació la Nueva PDVSA, la PDVSA del Pueblo.

En los meses siguientes, junto a nuestros gerentes y trabajadores, fuimos recuperando nuestras capacidades operativas, nuestra producción de petróleo pasó de 23 mil barriles día en enero, a 3 millones de barriles día al mes de abril; pudimos restablecer la producción de gas, la plena operatividad de nuestras refinerías y las exportaciones petroleras.

El presidente Chávez no cedió a las presiones de negociar nuestro petróleo y leyes, recuperamos nuestra industria y la pusimos al servicio del pueblo y de todo el país. Allí nació la Nueva PDVSA , la Roja Rojita, que se convirtió en la nave insignia de la revolución Bolivariana y cuyos hombres y mujeres, a todos los niveles, entregaron lo mejor de sí en el esfuerzo de colocar el petróleo al servicio del pueblo, de crear y conducir las Misiones y Grandes Misiones, de captar y disponer la renta petrolera, no sólo para saldar la deuda social con el pueblo de Venezuela, sino para recuperar nuestra economía y convertirla en un efectivo instrumento de liberación del pueblo y superación del modelo rentista petrolero, en la construcción del Vivir Bien del Pueblo y del socialismo.

A 20 años de estos sucesos, vaya mi reconocimiento permanente a los trabajadores, hombres y mujeres, gerentes, jubilados, voluntarios y efectivos militares que dieron esta batalla por la soberanía y rescataron el petróleo para ponerlo al servicio del pueblo.

Pero debo decir que, a 20 años de esta gesta heroica, no tenemos nada que celebrar. El gobierno actual, los mismos que presionaban a Chávez a que cediera a las trasnacionales en aquellos momentos aciagos, hoy día han entregado el petróleo y el manejo de su producción y exportación al interés transnacional, aceptan las condiciones impuestas por gobierno extranjeros, por encima de nuestra Constitución y leyes. Hoy día nuestra empresa nacional. PDVSA, se encuentra en ruinas, descuajada y vendida en secreto a los sectores económicos que sostienen al gobierno. 

Nuestra producción petrolera está en sus niveles mínimos históricos, 670 mil barriles diarios (incluidos 100 mil barriles dia de crudo irani), esto a pesar de los falsos juramentos y promesas del ministro Tareck El Aissami y el propio maduro. Nuestro sistema de refinación opera a solo 10% de sus capacidades, la producción de la gasolina y combustibles no abastece al mercado interno, lo que se encuentra se debe pagar en dólares a precios internacionales en un país petrolero azotado por la pobreza producto de un paquetazo económico neolibreal y de la entrega de nuestro petróleo.

Hoy día, a 20 años de estos sucesos, los trabajadores petroleros han sido perseguidos y presos, muchos de los héroes en la derrota del Sabotaje, quienes estuvimos al frente por la recuperación de PDVSA y en el impulso de la Plena Soberanía Petrolera estamos perseguidos, exiliados, vilipendiados; otros cientos están presos o se han visto obligados a abandonar nuestra querida PDVSA.

Desde el gobierno, el madurismo se empeña en reescribir la historia, falseando todo, ocultando los hechos, trucando fotos y borrando discursos, aunque NINGUNO de ellos estuvieron allí, tratan de erigirse en líderes de los trabajadores a la vez que los despojan de sus derechos y conquistas, mientras entregan el petróleo a las transnacionales y sus propios grupos económicos. 

El madurismo trata, desesperadamente y con saña, de borrar a Chávez y a los que estuvimos a su lado, negando el papel extraordinario que tuvimos los trabajadores petroleros y la nueva PDVSA, la Roja Rojita, en las conquistas económicas y sociales de la revolución Bolivariana, en la conquista de la Plena Soberanía Petrolera, base fundamental del Plan de la Patria y sus objetivos históricos. Justamente por ello el gobierno ha arremetido en contra de PDVSA y de todos nosotros.

Hoy, luego de 20 años del rescate del Pilín León, no tenemos nada que celebrar, al contrario, tenemos muchas cosas por las cuales luchar. Liberar a nuestro país de esta tiranía que nos ha arrebatado la patria, que ha despojado a los trabajadores y al pueblo de sus derechos y conquistas fundamentales. 

Hoy día es nuestro deber, tal como hicimos junto a los trabajadores petroleros en aquellos momentos de definiciones, luchar junto al pueblo y los trabajadores para volver al camino de Chávez y su programa de gobierno traicionado por el madurismo es necesario volver al Plan de la Patria, luchar por la recuperación de nuestra Plena Soberanía Petrolera, para poner el petróleo al servicio del Pueblo y solo entonces podemos recuperar nuestro país, uno que sea para todos.

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