PDVSA, la que fuera hasta hace siete años soberana y que producía petróleo y rentas para el país, la base económica de las misiones y de los cambios en tiempos de revolución, ahora es una carroña. Paso de producir 3 millones de barriles al día a 600 mil; no necesita reducir la producción en la OPEP por la caída de los precios, porque, un poco más, y tienen que mandar a todo el personal para su casa. En seis años pasó de ser una fuente de riquezas a un estorbo, a ser, junto al ministerio de petróleo, una carga onerosa para el país – si consideramos la voluntad pragmática de los “talentos” que nos gobiernan.
Desde un punto de vista político el cambio de dirección de la empresa ha sido un movimiento inútil y y políticamente estúpido: desacredita al gobierno. Pensándolo bien, en el gobierno llamarse socialistas ha sido una excusa para hacer las cosas atropelladamente, a golpe y porrazo. Llamarse socialistas los disculpa de no serlos realmente, y frente a la responsabilidad de hacer las cosas bien, los exime de método y planificación. Los chinos planifican todo (el mismo modelo que tanto han querido imitar), a corto, mediano y largo plazo; 1 año, 10 años y 50 o 100 años. Los “chinos tropicales” de maduro, se han especializado en poner parches, remiendos a cada síntoma de descomposición, y en mentir; trabajan como viven los borrachos: “como vamos yendo vamos viendo”
Con esta dirección nueva se completa el ciclo de la muerte de PDVSA; lo que comenzó a caer, hace 7 años, con Asdrúbal Chávez ahora muere con él. Asdrúbal Chávez es nombrado presidente de PDVSA, imaginamos nosotros, que para terminar de liquidarla, cerrar sus puertas. Recordamos, como si fuera hoy, cuando llegó Asdrúbal a la presidencia y al ministerio de petróleo en el 2013; la persecución de los que apoyaron la gestión de Ramírez; cómo arrancaron de las paredes afiches de Hugo Chávez, de Fabricio y Fidel, sustituyéndolos por la imagen de Maduro repetida en todas partes, de forma tan descarada que hasta Diosdado Cabello tuvo que intervenir en su programa para detener esa locura; las amenazas y los insultos a Ramírez, los chismes y calumnias. Nosotros que una vez trabajamos en ese edificio, vimos a una señora vinculada a su esposa, que fue gerente de asuntos públicos o su equivalente en el ministerio, maldiciendo del ministro, y diciendo a viva voz que iban a acabar con los corruptos y los privilegios; llegamos a escuchar tonterías como que Asdrúbal era más inteligente que Hugo Chávez – mientras, las veces que intentó presentarse ante los empleados y obreros, nosotros sólo veíamos a un ser tembloroso y asustado, que no podía articular un discurso coherente o con alguna idea clara en él –.
La fama de Asdrúbal en PDVSA lo precede pero como incompetente y tramposo, de acuerdo al estado actual de las cosas no es raro que lo hayan nombrado presidente de la empresa otra vez. Quizás para que limpie y recoja el reguero y pase la llave definitivamente a las puertas en La Campiña. Asdrúbal es lo mejorcito que Maduro pudo encontrar por ahí, buscando dentro de sus “leales siempre”, para que sustituyera al infame de Quevedo. ¡Así estamos!… y ahora, a El Aissami le tocará cerrar el ministerio de petróleo, o auto despedirse, para que todo sea parejo.
Todo lo que está pasando en el país parece un sueño fantasmagórico, todo lo que pasa en el gobierno parece una pesadilla de la cual no hemos despertado aun, desde la muerte de Chávez hasta ésta insensatez de burlarse de todos nosotros, del chavismo y del país, nombrando a Asdrúbal Chávez presidente de PDVSA, por segunda vez, como para rematar a un muerto. Creo que maduro se superó a sí mismo en el terreno de la incompetencia política y de la falta de imaginación. Ya no cabe duda que la van a privatizar por la calle del medio, sin recato; este señor Asdrúbal solo sirve para eso, para arruinar todo lo que toca, como el rey midas, pero al revés; si el otro la destruyó y desmanteló, éste la pone ahora a la venta, será su premio por los servicios prestados: terminar con PDVSA.
¡Qué cosa la de maduro, de rodearse de gente así!, blanda, crapulosa, astuta, subterránea, como los archivillanos de Batman. Nos cuesta creerlo, pero es así, no porque nos duela más el hecho de que rematen a un cadáver, sino porque es insólita la insistencia en hacer las cosas mal, tanta soberbia fatua.
En los puestos claves de gobierno de Maduro han desfilado, en 7 años y en un infinito retornelo, los mismos personajes de siempre, como si se tratara de un sindicato adeco (¿o una serie de televisión?). Aristóbulo Isturiz, Jaua, El Aissami, Diosdado, Delcy y Jorge, Pedro Carreño, y otros de la “nómina menor” en la ANC, son siempre los mismos, pareciera que existiera un pacto secreto, un contrato, un pacto de sangre, una mafia; esa es la lealtad que se percibe a distancia.
Pero PDVSA no es cualquier sindicato o caja de ahorros, Rafael Ramírez lo ha explicado en sus escritos, fue y sigue siendo el corazón de nuestra economía junto al petróleo. Su importancia pasada, en tiempos de Chávez, fue la causa de su propia ruina, por codicia, celos políticos; por este club de ambiciosos, que la tomaron por asalto, la desmembraron y la saquearon, representados otra vez por Asdrúbal Chávez.
PDVSA, junto al ministerio, sostuvo nuestra economía y administró los programas sociales más importantes en los 12 años efectivos de gobierno de Chávez, también fue una referencia política para la revolución, pero, luego del atentado y muerte del comandante, no podía seguir siendo administrada de la misma manera… había que acabar con ella, sobre todo había que acabar con su espíritu chavista, con el ministro Ramírez y su equipo político, y prepararla para su venta por pedazos.
Ahora resulta apropiado decir que hay un zamuro comiendo carroña. Volvió Chávez, pero el malo, para a chuparse la carroña. Todavía no podemos concebir tanta estupidez política en un equipo de gobierno.