Una guerra la libran dos bandos en pugna. Un ataque, en cambio, puede ser una conspiración, se da en una sola dirección. En Venezuela la “guerra económica” no existe, puesto que del lado de un gobierno que se dice socialista, uno de los bandos en conflicto, no se contraataca económicamente al capitalismo – ni siquiera a los pobres, a la verdadera víctima de estos ataques, les es permitido hacerles resistencia a esos ataques –. No es una “guerra”, se trata de un “ataque”, conspirativo, militar, usando la inteligencia y la ventaja económica; es el “poder económico” usado como arma política.
En esta supuesta guerra, Venezuela, ante estos ataques no contraataca. Al contrario, sus líderes ceden espacios económicos y políticos a favor del enemigo. La pregunta es ¿Por qué el imperio y las potencias de occidente no cesan de atacar al gobierno de Maduro? ¿Por qué, si Maduro ha cedido territorio, recursos energéticos, ha entregado la propiedad social y creado zonas especiales para la explotación capitalista sin restricciones, violando la constitución, por qué el imperio no lo suelta de sus fauces…?
La respuesta la podemos encontrar en el cuento de la barracuda de Fidel, un cuento con moraleja. Fidel cuenta que, después de una experiencia personal y dramática de pesca submarina en las costas de Cuba, obtuvo un aprendizaje valioso, y fue, que cuando eres amenazado de frente por una temible barracuda (un pez aterrador y mortal), y huyes, ella te persigue y te muerde y no te suelta más. Pero, si en cambio te le enfrentas y la atacas (como le dijeron que hiciera los que saben, y eso hizo) es ella la que huye y te deja tranquilo. Moraleja: si Cuba hubiera mostrado debilidad y miedo ante las amenazas del imperio, ante el bloqueo económico, ante sus conspiraciones y ataques, la revolución cubana, hace rato, habría sido vencida, Cuba invadida y derrotada por el imperio… (Por lo menos así fue mientras estuvo vivo Fidel).
Es el caso de Maduro y el madurismo. Ante el ataque económico del imperio, en vez de radicalizar las medidas socialistas y movilizar las masas para defenderlas, en vez de hacerle “la guerra al capitalismo”, terminaron huyendo. Con la excusa de “la paz” cedieron el control de la economía a favor de los capitalistas, entregaron espacios políticos y recursos valiosos, territoriales, naturales, minerales, incluyendo el de la industria petrolera. Por eso la barracuda del norte no lo va a soltar (a Maduro) de su mandíbula, ¡hasta que se lo pueda comer!
No se trata de un simple cuento, de trata de psicología de guerra, de fuerza, de mostrar fuerza moral y física, de activar la capacidad de resistencia y de ataque; ataque que significa “avanzar en el terreno ideológico-espiritual”; intelectual, cultural, científico, avanzar como sociedad socialista sin ceder espacios, ni siquiera de forma táctica…, “ni tantico así” porque te traga.
Por eso decimos que la “guerra económica” de maduro y el madurismo es solo un cuento sin moraleja, ¡efectismo político!, porque esa guerra nadie de este gobierno la está librando. No puede haber una guerra económica, ni siquiera política, cuando no existen dos bandos declarados en pugna, cuando las balas y los misiles vienen de un solo lado.
Pero… ¿A quién se ataca, a quién les caen los misiles?: a la víctima de siempre, al desvalido, al trabajador, a la base de la pirámide social capitalista. Mientras, Maduro y el madurismo, con su parapeto de la “guerra económica”, usa a la sociedad desvalida como escudo, la expone como “carne de cañón”, para sostenerse en el gobierno, conservando sus ventajas personales, mezquinas… Sin embargo, la barracuda muerde y no “afloja”…
¡El imperio lo quiere todo!, no le basta con que un gobiernito de petulantes administre este capitalismo colonial, o mejor dicho, administre lo que volvería a ser otra vez su colonia; no los necesita, porque ellos lo hacen mejor, ¡por eso no los necesita!…
Para el imperio del norte, en esta guerra intercapitalista – donde Maduro no cuenta –, sus únicos interlocutores válidos son China y Rusia, más sus aliados con poder y autoridad, más nadie cuenta; en esta guerra “los títeres” no cuentan.
El capitalismo – que como Zeus mira la obra de sus caprichos desde las alturas, representados por los juguetes mortales de su creación – es la inspiración, ¡es el espíritu de esta guerra absurda!, la cual está cada vez más cerca de la resolución definitiva con la extinción de nuestra especie (de la raza de los mortales, dirían en la corte del monte Olimpo. Sin embargo, con la desaparición de nuestra especie desaparecerá la corte celestial del Olimpo, la cristiana, la judía, y cualquier otra similar o desconocida… desaparece ¡TODO! ¡No habrá nadie para que «eche» el cuento!)
Fuera de la humanidad, nada existe (hasta ahora nadie ha podido demostrar lo contrario). Lo único verdadero y real es la humanidad y la vida que la hace posible: la naturaleza.
Lo que para muchos la humanidad es una vulgaridad, con todas sus debilidades y “defectos”, es para la mayoría (en este mundo “ancho y ajeno”) nuestra única patria y a ella nos debemos. Perderla por descuido, por vanidad, mezquindad, ambiciones personales, como marionetas del capitalismo, es triste: la decadencia es triste y deprimente… Dejar que impere la mentira sobre la realidad, el opio de los adormilados, el cansancio, aceptar ser pasivos frente al fatalismo apocalíptico, no es digno del hombre… ni de la mujer, que es fuerza vital, llama de la vida, la que ¡incita al hombre a la batalla!
Cuando se apague el fuego de la vida moriremos todos. Mientras unos apuestan y juegan a la suerte en una guerra mortal, absurda, otros nos avergonzamos de la paz de los tontos y peleamos la guerra de la vida, por socialismo, para demoler la lógica del capital y sus consecuencias.
Volvamos al plan de la patria original, presentado por Chávez en el CNE, redactado por Chávez, no el falso, “actualizado” por los maduristas y convertido en una ley inconstitucional.
¡VIVA BOLÍVAR, CHÁVEZ Y FIDEL! ¡VOLVAMOS POR EL CAMINO DEL SOCIALISMO, SALVACIÓN DE LA HUMANIDAD!