Hoy, dejamos de lado la política descarnada, fría, impersonal, y nos sentamos a
la orilla del camino, observamos lo recorrido, y lo interminable de la lucha, y pensamos
en los amigos, aquellos que el torbellino de la batalla separó en la tormentosa ruta.
Tuvimos el privilegio de haber asistido a la evolución de estos dos jóvenes, que
resumen en sus vidas, el comportamiento de los revolucionarios en un periodo
histórico destinado a cambiar el nefasto rumbo de Venezuela y de la humanidad.
Tómese este escrito como un tributo a la recelosa amistad.
Recuerdo aquel muchacho, trasparente, pelo largo, rockero, y alma de poeta,
militante del humanismo, que un día llegó a Mérida buscando una trinchera para
continuar la lucha política y una pluma para dar vuelo a la poesía de su volcán interno.
Era un revolucionario y un poeta. Lo ayudamos en lo que pudimos…
El otro joven venia de Caracas, lo llamaban el Flaco, seguía la ruta señalada por
sus raíces, padre y madre combatientes, unos tíos consecuentes con las causas
mejores del género humano, destacado discípulo de Viejo Millán de la Vega. Militó,
siempre, en las corrientes más revolucionarias de su época, no preguntando otra cosa
que ¡¿dónde puedo ser más útil?! Siempre al lado de los más débiles, nunca ha
regateado su participación en una tarea revolucionaria.
Los dos fueron amigos, el Flaco, más experimentado en la lucha, fue jefe del
poeta, ayudo a formarlo.
Dicen que el poder muestra la verdadera calidad de las personas, allí afloran sus
pequeñeces y sus grandezas. Y nuestros dos amigos llegaron al poder. Y el poder los
develó.
El Flaco, fue Ministro y Presidente de la mayor empresa de los venezolanos,
puntal económico del nuevo mundo que surgía.
El Poeta, fue Defensor del Pueblo, diputado, gobernador.
Y sí el poder devela la calidad de las personas, perderlo, el miedo de perderlo,
ese tormento, muestra las entrañas más íntimas de los humanos.
Y Chávez fue asesinado, y todo cambió.
Se estableció una lucha por la restauración del capitalismo, por la eliminación del
Socialismo. Una lucha de madurecos capitalistas, contra los chavistas leales al legado.
En resumen, una lucha por el poder.
Y el poeta, fue nombrado fiscal de la república, y desde allí dio libertad a su
espíritu represivo, perseguidor. Ahora, es verdugo a la disposición de la canalla. Y
persigue al Flaco, su maestro, y persigue a los muchachos que denunciaron la
corrupción, y persigue a todos los que mande Miraflores. En su extravío persecutorio,
acepta las acusaciones que la justicia gringa hace al Ministro Ramírez, certificando
así, a la justicia gringa y a las acusaciones que imputan a sus jefes de Miraflores.
Triste papel del muchacho aquel que prometía ser un poeta y mató la musa, y
prometía ser un defensor del humano y terminó siendo un eficaz sicario que hostiga a
sus otrora jefes de militancia olvidada.
Y el Flaco, vive en el ostracismo, perseguido, calumniado por los que ayer fueron
sus hermanos, pagando la digna “culpa” de ser leal a su historia, al legado del
Comandante. Siempre en combate por el regreso de Chávez. Lo persiguen con la furia
de los renegados.
Esa es la historia de dos jóvenes, en tiempos del intento por redimir al género
humano, de la forma como el pasado regresa desde el corazón de los dirigentes. Es la
historia de cómo la Revolución produce a los verdugos que se come a sus mejores
hijos.
¡CHÁVEZ VOLVERÁ!