La candidatura de Rafael Ramírez para la presidencia es incierta porque lo van a deshabilitar, esa es la función del CNE controlado por el gobierno, o mejor dicho, controlado por la derecha: convertir en legal las trampas que los favorecen. Pero por no ser legal la candidatura no quita que sea legítimo el liderazgo, inclusive que sea legítima la candidatura si obtiene el apoyo de una mayoría importante. De eso se trata su participación en las elecciones, de que un verdadero movimiento social revolucionario se vea representado en el ex ministro, de que el apoyo sea tan significativo que el gobierno se vea obligado a medirse con esa realidad, la de su rechazo y la emergencia de una opción verdaderamente socialista, así sea en unas elecciones chimbas.
Por otra parte, de no ser así, si no se manifiesta un fuerte apoyo a la propuesta socialista chavista contraria a la restauración capitalista del gobierno, no valdría la pena participar en esas elecciones, no vale la pena hacerles el juego y avalar esas elecciones participando, con la candidatura de Ramírez o de cualquier otro candidato chavista, donde el gobierno cuenta con todas las ventajas de la astucia frente a sus opositores; el control de CNE, ventajas técnicas y logísticas, de los medios de desinformación y propaganda.
Pero más allá de la candidatura, lo importante es la reacción popular consciente rechazando el giro neoliberal de la restauración madurista, las consignas que la motivan, el porqué del rechazo, vistas puestas hacia el futuro. Como suelen decir, lo urgente no puede olvidar lo realmente importante, y eso es: el futuro.
Los que estamos con Chávez, contamos con Chávez y su programa socialista, el Plan de la Patria, redactado y expuesto por él mismo en el CNE. Allí está esbozado en líneas principales el “nuevo ciclo de la revolución”…, para aquel momento, a pesar del daño producido por el madurismo a nuestra industria petrolera; la debacle del sistema eléctrico nacional y de todas las industrias básicas; la salvajada en el Arco minero; la reversión de la propiedad social y de las confiscaciones de tierras –ahora en manos de pícaros que hacen crecer sus fortunas a costa de esas empresas y esas tierras –. Habrá que comenzar casi de nuevo; punto por punto revisar todo lo deshecho, en lo material económico y en lo espiritual e ideológico. Volver a los principios de la revolución chavista socialista extraviados en los hechizos del madurismo, darle orden y sentido al discurso socialista, convertido en enunciados vacíos en boca de renegados y oportunistas de toda clase.
De la claridad de la propuesta y la fuerza que la respalde dependerá la candidatura chavista, es decir, de si existe un verdadero liderazgo. Pero, por sobre todo dependen los atributos políticos del futuro, después de la salida del madurismo, si esta propuesta también es la derrota definitiva del viejo modelo de la cuarta república, o sea, también la derrota de la otra derecha. Sin un plan socialista todo sería inútil. Regresar al pasado por el camino del capitalismo no puede ser una opción, así caiga el madurismo.
El mundo entero está en crisis por los efectos del capitalismo, las guerras, la crisis de las migraciones. El capitalismo ahora cosecha en forma de destrucción, incertidumbre y miedo, todo lo que ha sembrado con engaños y mentiras. El capitalismo nunca será una opción para el futuro, debemos trascender ese fatalismo, la mentira, trascender el mensaje, la propaganda y promesa capitalistas.
Hasta hoy Rafael Ramírez es la opción del Plan de la Patria, con él el ex ministro se ha comprometido públicamente. Todos los que se sumen a este plan cuentan para volver a Chávez, para seguir el camino correcto hacia el cambio socialista. Cuenta, que si vamos a creer en alguien lo hacemos con aquel o aquellos que se comprometen con ideas cambios, ideas que ya conocemos, a las que les hemos seguido su evolución en el tiempo y hoy fueron traicionadas. De resto, ningún otro candidato o líder ha tenido la disposición o la valentía de apoyar las ideas de Chávez, como lo ha hecho Ramírez a pesar de los ataques personales recibidos. Los que han hablado están muy ligados a la mecánica de las elecciones burguesas, solos los motiva una oportunidad de ser gobierno y nada más. O ligados a la excusa universal de la corrupción, al discurso efectista de señalar a la corrupción como la causa de los fracasos de gobierno y de todo lo malo, sin tocar el origen de esta lacra, sin ir a la fuente de la infección, que es el capitalismo, su lógica, su forma espiritual…, sus instituciones. Se aprovechan de la corrupción para desacreditar a sus contrarios, para luego practicarla y fomentarla bajo los mismos estímulos del lucro, dentro de la misma sociedad fermentada de vicios, egoísmo mezquino e indiferencia.
Comprometerse con un plan y con una idea no es lo mismo que prometer acabar con la corrupción sin higienizar su fuente, dentro y fuera de uno. No es lo mismo jurar sobre un plan escrito que hacer demagogia sin un plan político claro, bien definido, como contrario al capitalismo. Quien prometa en nombre de la libertad respeto al capital y a la empresa privada, y a la vez prosperidad y progreso a la clase trabajadora, miente.
El Plan de la Patria (el de Chávez) marca el camino hacia el socialismo, nuestra idea rectora. Solo que se debe cumplir, paso a paso y sin aminorar el ritmo. El objetivo es vencer la Lógica del Capital, y a eso se compromete Rafael Ramírez, hacerlo a través del Plan de la Patria original, el socialista.
Apoyamos y nos sumamos al movimiento Esperanza Patriótica que promueve El arado y el mar, y…
¡VIVA CHÁVEZ!