La indolencia es una actitud indiferente frente a la desgracia ajena. Podríamos decir con el Che, pero de forma negativa, “Si usted no es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo, entonces no somos compañero”. No somos iguales, evidentemente, uno se crispa ante la injusticia. Pero es indolencia lo que caracteriza a los flemáticos líderes del madurismo cuando mienten con descaro. Uno ve en televisión el gran control de maduro para decir que el país está resistiendo en paz, que, que no pasa nada, frente a un país que se cae a pedazos. O el de Delcy, que sonríe, aun sabiendo que le miente al país. Más abajo la indolencia une a los venezolanos, incluyendo a los más pobres, incapaces de compartir lo poco en la desgracia, aprovechándose del hermano en desgracia, buscando la salvación sobre el fracaso del resto de la sociedad, como describe el Che al capitalismo.
El caso de los familiares en Miami. Por cada venezolano instalado de USA, o en España, en fin, fuera del país donde sea, podemos relacionar por lo menos cinco familiares que se quedaron en Venezuela esperanzados. Hasta no hace 3 o cuatro años atrás, se podía migrar hacia países con oportunidades para quienes buscaban dólares (o euros) y más seguridad, con una relativa posibilidad de éxito de superar sus condiciones materiales de vida. Mucha de esa gente, que se colocó en el extranjero y logró su objetivo personal, ahora se olvida de sus familiares, llegando al extremo de reprocharles su pobreza. Sobre todo migrados desde Venezuela, donde la pobreza siempre ha sido un estigma vergonzoso, un sentimiento pequeñoburgués muy acentuado en nuestra población. Gracias a la cultura del derroche y el consumismo y de un egoísmo mezquino se ha generalizado la idea de que la pobreza personal es un bochorno familiar, una raya social. Muchos de esos emigrados se olvidan de sus familiares hasta pensar que nunca los tuvieron,
La indolencia forma parte un problema ideológico serio pendiente por resolver, que no se pudo hacer del todo con Chávez y que se agravó con maduro!: pobres luchando para comprar cosas fútiles y ostentarlas, pobres contra pobres, sintiendo asco de sus iguales…, la “plusvalía ideológica”, de la que habla Ludovico, una ganancia con la cual retribuye el capitalismo al método capitalista de hacer riqueza, a la explotación del trabajo humano, porque al final de la fila siempre habrá alguien explotado, llevando el bulto.
El caso de la alta dirigencia. Delcy Rodríguezafirma que no hay hiperinflación, que sus “causas estructurales” ya fueron estabilizadas o algo así, pero todos sabemos que miente. Acaba de llegar contenta de Moscú y de ver cómo comenzaban a decorar la Plaza Roja para la navidad, ¡Qué coño va a saber la vice de cómo suben los precios de los alimentos a diario, las medicinas, de cómo se deprecia nuestra moneda!… Pero Delcy asegura que no va a desaparecer el bolívar, y ¡miente otra vez!, ¡la mentira gobierna su espíritu!, porque, en secreto, “el BCV estaría discutiendo con bancos privados un plan de dolarización, según Bloomberg “ https://www.aporrea.org/imprime/n360556.html, que soltó la lengua., ¡negociando una “Caja de conversión! (Wikipedia: En la “caja de conversión” el régimen cambiario está basado en un compromiso legislativo –legal – por el cual se debe cambiar la moneda nacional por una extranjera específica (el dólar) a un tipo de cambio determinado, para tal efecto, las autoridades emisoras aceptan ciertas restricciones –establecidas por los bancos – que permitan cumplir con su obligación legal.)! La caja de conversión es la misma caja mortuoria donde van a enterrar al Banco Central y al bolívar: donde hay “caja de conversión” no hay Banco central ni moneda propia, o sea, Delcy miente, van a acabar formalmente con el bolívar.
Mientras, en el otro lado de nuestro mundo, en el mundo subterráneo, los ancianos (y no tan ancianos) mueren de mengua, NO de covid-19 sino de hambre y vergüenza. Hay mucha desnutrición que no se nota, ni siquiera dentro de las estadísticas, porque nuestros ancianos y pobres de la clase media sienten vergüenza de su condición, ¡no pueden creer lo que les está pasando!, y no muestran su pauperismo. La indolencia del alto gobierno parece la actitud de lo que uno supone es el estilo propio madurista de afrontar la crisis, necesaria para no distraerse del plan de privatización del país.
El frío cálculo de Trump de 300.000 muertes por covid-19 para este año (1 % de la población total), por mantener el país produciendo, se repite en Venezuela, pero de muertos de hambre, o víctimas de la policía, o de indigentes, pero para continuar los planes inciertos (inciertos para nosotros) de un grupo de locos que se da cabezazos contra el muro del capitalismo, a fin de privatizar el país y negociarlo a cambio de tiempo y poder. La pasión con la cual se creen sus mentiras de avance es proporcional a la indolencia que experimentan, frente a los males que padecemos las mayorías pobres del país (los pobres de siempre, y la nueva clase media empobrecida, o sea, la nueva pobreza).
Nada los estremece, mienten sin mover un músculo de la cara. Van por el país en sus camionetas blindadas sin sentir culpa, porque se creen “buenas personas”, personas decentes, responsables sin serlos, honestos sin tener que demostrarlo, porque para ellos la pobreza y el dolor de vivir en ella, son abstracciones que se manipulan sin sentir el desagradable olor de seres humanos viejos y abandonados, el olor de la pobreza, a ropa mal lavada y orine seco. Ellos saben que con 1.200.000 bs (al precio del día) un anciano jubilado, con y aumento de la pensión, solo puede comprar medio cartón de huevos para comer treinta días, y que el resto que necesita para vivir es una lucha en contra el sistema, un jaleo con la muerte, si quiere mantenerse vivo. Ellos saben que a los ancianos no les queda mucho tiempo de vida y que son un estorbo, igual como son los enfermos, los muy pobres, los marginales, la delincuencia, los presos: es la misma lógica capitalista de Trump, pero tropicalizada en Venezuela por el madurismo.
¡Si usted no es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en su país, es porque tiembla de miedo, o bien será capaz de mentir sin rubor y sin vergüenza…, pero nadie quiere ni necesita un compañero que mienta así, con frialdad, con descaro, convencido…, es aterrador!
¡Debemos rescatar la conciencia del deber social, el amor propio y al prójimo! ¡VIVA CHÁVEZ!