Después de la muerte de Chávez vuelve a imponerse el discurso abstracto y ambiguo de la cuarta república, el estilo ampuloso, patriotero y totalmente vacío. Por ejemplo, de tanto hablar de paz, sin un referente en la realidad, concreto, la gente se acostumbra a la paz, no como algo posible, sino a ver una promesa inalcanzable.
Pensemos un poco en las palabras de Padrino López recogidas por Últimas Noticias: “El ministro del Poder Popular para la Defensa, G/J Vladimir Padrino López, manifestó que “Venezuela va por el camino de la victoria, la paz, desarrollo y convivir en un mundo de propuestas y pensamientos diversos”. Todas son promesas inalcanzables mientras no sepamos de qué está hablando el general, cómo nos puede afectar en la vida una victoria que no se sabe qué o de quién es, la paz, el desarrollo.
Él dice que Venezuela va por el camino de la “victoria”, pero nadie sabe, como habitantes de este país, a quién vamos a vencer, si es al imperio, si es a la injusticia social, si es al hambre (para ir más a fondo), al coronavirus, o si es la victoria de la revolución chavista, ¿de cuál victoria habla Padrino? Un intérprete gobiernero y sagaz, diría que se trata de vencer a todas esas razones juntas, que esa es la victoria. Pero, aun así, Vladimir Padrino no se atreve a decirlo, porque el gobierno tiene varios frentes de lucha a los cuales darles explicaciones y son antagónicos, y por eso lo difuso del manejo de las palabras. Están los empresarios, los inversionistas, los cuales esperan un tipo de “victoria”, la cual, sin embargo, significaría una derrota para la seguridad de los trabajadores, para la vida de los que menos tienen, que es otro frente de lucha, pero que se encuentra en la acera de enfrente.
El razonamiento es el mismo para la Paz. ¿Cuál paz?, ¿firmar la paz con “el imperio”?, ¿la paz del gobierno o la paz de ciudadano común… de los ricos o de los pobres?, la paz de cuál parte del país, ¿la paz para que los empresarios puedan producir “en paz”, sin controles (o si no, no producen)?, ¿la paz emocional de los venezolanos porque ya saben que su dinero vale, que tienen un sueldo justo y que están seguros que van a poder comer mañana? Padrino López no lo dice –Por ejemplo, la discusión acerca de cómo se piensa “desarrollar el país en paz” siempre se obvia, se deja a un lado, no hablan de quién o quiénes llevarán la mayor carga de sacrificios en favor de esas inversiones y sus apetitosas ganancias –. Padrino López debe dejarsus palabras a la interpretación de quien las oye en su propio auditorio; así se contradiga; cada sector social, empresarios y trabajadores, en su propio auditorio, debe entender que Vladimir Padrino López habla de sus necesidades de paz específicas…, y el que se atreva a hurgar dentro de esta contradicción, va preso, por insidioso.
El asunto de las palabras cuando no se explican bien, sirven directamente al poder y sus intérpretes, a estos “sacerdotes” y a sus amos, en este caso, de los políticos pícaros, los cuales pueden prometerles, paz a los empresarios para sus inversiones, sin controles, sin pago de impuestos y demás estímulos y ventajas, y al mismo tiempo estabilidad laboral a los trabajadores, sueldos justos, derechos y seguridad social.
¡A alguien le mienten!, y de seguro no es a los empresarios, que son los que tienen el dinero y pagan con dólares por sus negocios y ventajas. En épocas de confusiones y confusos son muy útiles estos discursos rimbombantes y solemnes cuando se trata de conmover la fibra nacional; el efecto es para que nadie piense en la realidad, todos dirigen la mirada al cielo y por un instante sueñan en su patria mancillada.
“En los cuarteles hubo fiesta, aplausos y esperanza. Dijimos valió la pena luchar, en la Constitución está todo”https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/author/unoticias/, pero nadie votó en las elecciones para formar esta Asamblea Nacional, nadie les cree, y mucho menos que hubo “fiesta, aplausos y esperanza en los cuarteles” (a menos que se refiera a los generales). Se trata de un discurso hecho para cumplir con una formalidad, el deber que tiene el general de aupar los actos de su gobierno, a pesar de que éste se cae a pedazos.
Algunos militares aman tanto las artes militares que prefieren pensar en guerras y conflictos mundiales, que detenerse a pensar en asuntos concretos y más complicados, como la vida de la gente. Aunque sus tareas, como funcionarios públicos, están obligadas a “lo público”, a la realidad; a pesar de que sus obligaciones lo jalen a la tierra. Los conflictos sociales son muy complejos, incómodos al pensamiento militar; dentro del arte y ciencia de la guerra siempre está la posibilidad de eliminarlos con un bomba; si muere la gente, mueren también sus problemas, los conflictos de la gente y los de los militares.
A diferencia del general Padrino López, el valor del militar Chávez estuvo en que pensó en los conflictos sociales complicados dentro de una verdadera “guerra social” también mundial, igual como lo comprendió Bolívar. La lucha de clases la anunció Bolívar antes de Marx, y Marx se la mostró con voluntad y claridad científica a Chávez, quien la asumió como su “guerra mundial”, la guerra universal contra el capitalismo.
Que ahora se hable del “imperio”, al estilo clásico de los manuales de la guerra, como un contendor más en un “juego de guerra”, un “juego de tronos”, es muy halagador para el militar Padrino López, pero muy malo para entender, que el verdadero y único imperio omnipresente que existe en el planeta es, es el señorío del capitalismo sobre la sociedad, frente a la sociedad; que este imperio tiene al Estado como su policía, como su garante y protector, a veces con el disfraz de democracia y otras con su rostro desnudo de fascismo. Pensar en ese imperio – ese que hoy es nuestro enemigo pero que mañana puede ser nuestro aliado – es muy malo para para que la gente común pueda comprender que nuestra constitución fue hecha para la conformación de un Estado distinto al burgués; uno garante de los derechos humanos y sociales, y para la defensa del ambiente y la naturaleza, no del capitalismo y la propiedad privada colocada sobre los intereses colectivos.
Necesitamos militares y políticos que emulen a Bolívar y a Chávez, no que lo usen de estandarte. El imperio que hoy se devela ante el mundo es el del capital plantado sobre la sociedad humana y la naturaleza. China, Rusia y EEUU etc., son sólo formas distintas de su realización. Y nosotros, en el medio, como Hamlet decimos ¡ser o no ser!: o somos la esperanza resistiéndonos a su esclavitud, o somos otra vez esclavos del egoísmo mezquino, colonizados por el individualismo, gregario y materialista, del capitalismo.