Caracterizado por la improvisación el capitalismo de Maduro nos retrotrajo a tiempos de la Venezuela de Juan Vicente Gómez. Ricos vividores de la renta petrolera, seudo industriales empaquetadores, mercachifles, terratenientes y capitales extranjeros explotando nuestros recursos naturales y humanos.
Con Chávez pudimos ver la acción más decidida para cambiar hacia una economía socialista. Con Maduro el ensayo chavista de las empresas de propiedad social pasaron a manos de privados, igual pasó con las tierras y los fundos zamoranos, usando como excusa la ineficiencia, como si entonces la eficiencia no fue su responsabilidad política, de Castro Soteldo, de todos sus ministros, de sus directores, de sus técnicos y de los cuadros políticos del PSUV.
Luego de privatizar la base socialista de la economía, ahora intentan privatizar el país (y el paisaje) con el desarrollo de la “industria turística”, donde el gobierno invierte mucho dinero en infraestructuras para que concesiones privadas y privados las exploten y se aprovechen de ellas en detrimento de los que menos tienen; playas, parques nacionales, islas y pueblos enteros gobernados por los capitalistas, por la lógica del capital. Y de forma solapada están privatizando la industria petrolera.
El paquete es grande: ricos inmensamente ricos con los dólares de la renta petrolera. Dólares a los bancos y de los bancos pasan a los más ricos. La industria turística y la privatización del país. Las Zonas económicas especiales, la violación de la ley del trabajo y la desaplicación de las leyes impositivas para la renta de los capitales extranjeros. La minería ilegal depredadora protegida por el ejército en Bolívar y Amazonas. La minería «legal» depredadora protegida por el ejército en Bolívar. La dolarización y la especulación. La inflación en dólares en el país más caro de América. La ruina de los servicios públicos. La anarquía y la ausencia de la administración pública. La eliminación de las prestaciones sociales y violación de los convenios colectivos. El engaño del sueldo integral indexado y la inflación. La violación de los derechos fundamentales que estipula la Constitución. La violación de los derechos humanos. Las leyes inconstitucionales. La subordinación de los poderes públicos al madurato. La debacle de PDVSA y la impunidad de Tarek El Aissami (y la de Quevedo) y su equipo de estafadores.
A los trabajadores chavistas, como corporación, como clase, nos corresponde retomar el poder. Los trabajadores no se pueden conformar con un presidente que se dice obrero, cuando no es ni una cosa ni la otra. Como presidente solo ejerce de policía, de resto gobiernan sus adeptos y sus aliados capitalistas; de obrero sólo tiene declaraciones y pálidos recuerdos. Es el momento de ir pensando cómo retomar la ruta hacia el socialismo, como retomar el poder político para contener la ofensiva neoliberal y fascista que atropella a todo el continente. Hay que hacer que renuncie Maduro antes de las elecciones. Es claro que el madurismo ahora solo piensa en sus propios intereses, en su pervivencia personal. Hecho el trabajo de zapa a favor de los capitalistas, de las petroleras, de las concesionarias mineras y capitales extranjeros, aun así no reciben la certificación del imperio. No les queda sino negociar un salvoconducto. Desde el comienzo el madurismo creyó que una “paz restauradora” sería tolerada por Estados Unidos, pero el verdugo está para cortar cabezas, no para clemencia o dar indulgencias. Con la traición de Maduro a Chávez se acabó la esperanza socialista, y el enemigo imperial desprecia más a los traidores que a sus contrarios; los traidores no son de fiar. Maduro solo fue para el imperio un trámite para la restauración del viejo modelo capitalista colonial, es desechable, como Guaidó, López, o cualquiera que se arrastre a sus intereses.
Exigir la renuncia de Maduro es una necesidad patriótica, no nada más de los trabajadores, también de la Fuerza Armada que aún cree en Chávez, y de los estudiantes, profesionales, intelectuales socialistas más conscientes. Chávez y su “mandato efectivo” sigue siendo el intento más serio de una verdadera independencia del imperio y del capitalismo, luego de su asesinato nos legó escrito el Plan de la Patria, el original (el mismo que intentó adulterar maduro de liberalismo, fue convertido en ley, y que aun así nunca se ejecutó), una tarea pendiente para darle continuidad a la pasión socialista de los habitantes de este país, del continente y del planeta.
Ya casi todo está dicho y está develado, maduro y el madurismo es una estafa. Estamos saturados de mentiras y de estafadores. Lo que manda sobre esta miseria espiritual y material es la idea del socialismo, encarnada en los hombres y mujeres honrados que se indignan ante un acto de injusticia, de corrupción moral y material, la revolución socialista es para ser liderada por los justos y por los que conservan la esperanza de vivir en un mundo mejor, es una revolución para los valientes. No sirve que repitamos el pasado, queda pendiente ejecutar el Plan de la Patria, un plan hecho para una futura acción política de cara hacia el socialismo del siglo XXI.
Chávez nos anima a seguir.