La guerra rusa ucraniana no es sólo una guerra, es como en una vitrina donde se exhiben novedades militares, como los modernos misiles hipersónicos rusos y los drones turcos. Además de la conquista y defensa de territorios estratégicos, la guerra es una especie de feria para el comercio de armas avanzadas. La economía capitalista no duerme, es altamente eficiente; en la guerra, como con el negocio del cochino, no se desperdicia nada. No obstante, para justificar las intervenciones militares, la pacatería política exige que se den razones morales, “políticamente correctas”, como dicen los periodistas, es decir, que si se invade un país que sea a nombre de la paz, a nombre de la libertad, o de la liberación del nazismo, o para combatir los fundamentalistas islámicos que esclavizan a las mujeres, etc… No es correcto expresar que se trata de mejorar el mercado interno, de ampliarlo, colocar nuevos productos, o de simple ambición de poder.
Un oligarca Ruso confiesa que no sabe cómo vivir después de las sanciones de la UE, una rusa desde Mayami declara que ellos no son traidores, los ricos y globalizados parecen víctimas de la guerra, pero detrás de tanta afectación hecha pública están los negocios, de aquí y de allá, la guerra les es necesaria. Para esta gente toda lealtad resulta un estorbo, o sea, el dinero no cultiva lealtades humanas. La gente que ama el dinero, solo puede traicionar al dinero. Si uno lee con cuidado verá que dentro de cada conflicto bélico hay daños colaterales al capitalismo y a la vida en el capitalismo, pero casi siempre la guerra es un gran negocio. No hay manera de que esta guerra y todas las de la OTAN y EEUU puedan excusarse con argumentos morales, con la paz o la libertad, los cuales son tan abstractos como inútiles… pero a la gente les gusta. Solo el que sabe leer, como dice Amaranta Rojas, puede ver el negocio detrás de cada guerra.
Amaranta buscando gazapos políticos en los discursos del gobierno encuentra un párrafo extraordinariamente pedante en la redacción del decreto 4.653 del del aumento del sueldo mínimo, es una joya del estilo nuevoadeco madurista:
«Que el Estado democrático y social, de derecho y de justicia garantiza a los trabajadores y las trabajadoras, la participación en la justa distribución de la riqueza generada mediante el proceso social de trabajo, como condición básica para avanzar hacia la mayor suma de felicidad posible, como objetivo esencial de la Nación que nos legó El Libertador»
Una mezcla de lugares comunes tomados de Chávez y de la constitución. Pero el considerando es un pase de magia, es un alucinógeno que si acaso inspira todo lo contrario de lo que está poniendo en práctica el gobierno en el país. Mientras hablan de la “distribución justa de la riqueza”, más le restan derechos y sueldos a los trabajadores. Ahora “distribución justa de la riqueza” se traduce en más libertades y ganancias para los empresarios, (“inversionistas”, en el lenguaje madurista) y “democracia social y de derecho” es la reactivación de la vieja filosofía del “pacto social” adecocopeyano, con una nueva versión de las antiguas comisiones “tripartitas”.
En un memorándum (2792) del Ministerio del Trabajo se crean unas “Comisiones de Control y Seguimiento de las Convenciones Colectivas de Trabajo” para dilucidar conflictos laborales, en este caso con las convenciones o contratos colectivos de los trabajadores públicos y privados. Se revisan los convenios colectivos ya existentes y por existir entre patronos, sindicatos y gobierno, para negociar a tres los planes económicos neoliberales de Maduro (el “estamos mal pero vamos bien” de Petkoff, versión Maduro). Todos sabemos cómo terminan esos arreglos para los trabajadores entre sindicatos tarifables, patrones y gobierno. Pongamos un ejemplo: el caso de los trabajadores de la empresa transnacional Alpla, despedidos por ésta, violando su convención colectiva. Dice la noticia
“José Mendoza, representante legal de los trabajadores informó que en la actualidad se encuentran en mesa de negociación con el Ministerio de Trabajo, sin embargo, considera que les están aplicando operación morrocoy para desmoralizar a los trabajadores y abandonen sus reclamos.”…
”A la empresa, con la complicidad del Ministerio del Trabajo les surte efecto esta política de retardar todo el proceso. Por ejemplo, de los 90 trabajadores despedidos el 10 de agosto del 2019, quedan 41 que esperan desde esa fecha la incorporación a sus puestos de trabajo y el pago de sus prestaciones.”…
”Como afirma Ángel Arias,… “existen macro acuerdos que tienen (en los hechos) el Gobierno y el grueso de los empresarios del sector privado para mantener a los trabajadores en condiciones de miseria y explotación….“La «recuperación» de la que hablan Gobierno y empresarios, es sobre la base de la destrucción de los derechos de los trabajadores y sus libertades democráticas”
Esa es la función de las comisiones tripartitas, conciliar con los sindicatos a favor de los empresarios. Esta epidemia de violaciones legales se venía venir, se supo desde el último intento por legalizar las políticas neoliberales mediante la ley antibloqueo y la ley orgánica de ZEE, se trata de una muerte anunciada, la de la ley del trabajo y de todas las conquistas laborales. El liberalismo estaba acordado en esas leyes, y está implícito desde la “Ley” del plan de la patria, el intento de falsificación del programa original de Chávez. No se hizo antes de forma más directa porque lo doloroso que resulta clavarle de sopetón a los contratos colectivos una comisión que negocie las convenciones laborales, con el gobierno como mediador inclinando la balanza a favor de los empresarios, para poner todo en sintonía con sus planes neoliberales.
Se trata del estilacho nuevoadeco del madurismo, disfrazar la explotación y el maltrato a los trabajadores con la máscara de “recuperación económica”, las componendas con los patronos con la de “mesas técnicas de trabajo”; negociaciones laborales que esquivan los fueros laborales. Se trata de hacer ver como revolucionario el brumoso “programa de recuperación, crecimiento y prosperidad económica” maquillando todo con un lenguaje seudo socialista, pomposo, tan falso y contradictorio como ellos.
Después de haber tanteado el terreno, Maduro ataca, y esta es la carga de caballería del gobierno, un ataque frontal a los trabajadores que hasta ahora había estado en suspenso pero pendiente. Los trabajadores que estuvieron protegidos hasta hoy con las convenciones colectivas y la ley del trabajo, se jodieron, ahora el gobierno las puede “revisar” y sintonizarlas con sus “estímulos a los inversionistas”. ¡Al carajo los fueros laborales! ¡Es la hora de la nueva economía y la“tripartita”!
La aparición del memorándum 2.792 explica bien el porqué de que se haya decretado un aumento del sueldo mínimo a 130 bolívares, justifica el decreto 4. 653. El aumento es la salivita con la cual te clavan memorándum 2.792 (y que se restituya el mamotreto de La Candelaria al Sambil a sus dueños… ¡como si nada!, sin dar explicaciones).
Más allá, lo del anclaje al Petro es una bufonada, es el cuento del chupacrabras, la sayona…; ¡el cuento del Patrullero es más creíble que eso!. El Petro, así como aparece en la boca de Maduro, desaparece en los decretos y leyes, es una mosca de plástico para pescar tontos… Y es que tiene de irresponsable lo que tiene en talla. ¡VOLVAMOS A CHÁVEZ!