Los trasnochados pueden ser cualesquiera para el madurismo asustado, tú, yo, el vecino. La orden es ¡cazar a los divisionistas!, ¡como si el PSUV fuera un monolito! Pero el PSUV es una galleta que se parte en pedazos –¡ni remotamente el partido que quiso Chávez! –, un hielo que se derrite, algo que no se puede atar bien a nada seguro, ruido y furia, que nada significa (ni siquiera en unas elecciones). Las amenazas de Maduro pueden ser contraproducentes. Inclusive pueden ser un cálculo de su propia debilidad. Cuando los trasnochados lo afectan es porque hay miedo, no se necesitan las acreditaciones de Jorge Rodríguez para diagnosticarlo. Y un grupo de individuos en ese estado de desconfianza y con el poder de manejar a las policías y a mucha gente fanática, por ejemplo, lo que ellos llaman la juventud, puede ser peligroso para muchos. Pronto se preguntarán en Miraflores y dentro de PSUV ¡en qué momento nos convertimos en los fascistas que somos ahora!
Y es que siguiendo la lógica de la naturaleza humana, cuando se alcanza el poder, la soberbia, la debilidad de carácter ante las tentaciones y el error, puede enceguecer a los débiles hasta lo obtuso, convertirlos en negadores de la realidad alucinando lo que no es; llegamos a creer, como Maduro, que podemos cambiarla, con solo dar una orden, dictar un decreto, haciendo bulla y pegando gritos. Ante la fuerza de la realidad este arrebato no significa nada. Pronto saldrán a la calle a cazar izquierdistas trasnochados, desesperados… (No sé por qué… ahora pensamos en Macbeth, justo ahora que Aristóbulo quiere acabar con las carreras humanísticas).
Que nosotros podamos recordar, hasta ahora no ha habido ningún funcionario del gobierno que haya dado una explicación con sentido, no a la izquierda trasnochada, sino a los venezolanos y al mundo, del porqué de ese giro de 180° hacia el capitalismo, más allá del cuento muy mal echado de la Guerra económica y el bloqueo. Desde el principio, el “capitalismo en lo económico” ha sido lo novedoso del “nuevo modelo” de Maduro; nadie le “dobló el brazo” para que despilfarrara todo el dinero del mundo con los “empresarios honestos” de Fedeindustrias, con los de maletín, más con Mendoza, Cargil, Procter & Gamble, Nestlé, etc… de forma continuada y reiterada, o para que él y su equipo falsificaran el Plan de la Patria; para que decretara la zonas económicas especiales y derogara el plan de Chávez, o la ley de inversiones extranjeras productivas; todas son adopciones de su propia inspiración. El más osado de todos ellos tratando de explicar todo eso ha sido Jesús Farías, y es «un kilo de estopa», diría mi mamá. Pero ya no necesitan hacerlo, ya no necesitan explicarse y enredarse en contradicciones, que si “socialismo en lo social” y “capitalismo en lo económico”, que si “estamos mal pero vamos bien”, ya todo está claro, solo queda seguir, sin arrepentimientos, porque la tragedia avanza a su conclusión final.
Todos perdemos. Aquellos que en algún momento fuimos compañeros seremos víctimas del miedo, como condenados o verdugos. No obstante la enseñanza ha sido contundente. Para los que han vivido este proceso desde sus comienzos y que solo tarde se dieron cuenta de la traición y de la falta de carácter de los autollamados hijos de Chávez, aprendieron algo, ¡aprendimos algo! No se puede confiar sino en uno mismo los cambios que hay que hacer en la sociedad, todo depende de cómo cambiemos y qué tan fuertes seamos. La confianza tiene un límite y es que no hay terceras oportunidades. “A cada traición sucedía un perdón, y a cada perdón sucedía una nueva traición que se volvía a perdonar”… Esta ha sido la lección no aprendida de Bolívar. Pero no por el gobierno de Maduro, sino por nosotros que lo justificamos o le perdonamos de tantas mentiras que no vale la pena ahora recordar.
Todos somos responsables de este desastre por no reaccionar a tiempo cuando se falsificó el Plan de la Patria; eso nos ha debido poner en alerta de que venía una traición, una conspiración en ascenso en contra del socialismo y de Chávez. Aun así, hubo quienes lo justificaron llamando esa picardía “actualización”: tantos técnicos, tantos políticos y ninguno con el valor para admitir que se estaba adulterando el documento. Ahora estamos pagando el precio de la cobardía; traicionados, cautivos y perseguidos. Es el momento del paso de los Andes.
¡CHÁVEZ ES SOCIALISMO, CRÍTICA Y HUMILDAD!