La torta descomunal puesta por este gobierno madurista sólo es comparable con la tierra arrasada de Atila, con un ataque atómico. El Comandante Chávez les dejó el gobierno con instrucciones muy claras, para maduro y para el pueblo. El pueblo cumplió, eligió a maduro. Y maduro, al contrario, se dejó llevar por las miserias espirituales, despreció la grandeza del camino legado por Chávez, hizo todo lo contrario de la instrucción del Comandante. Y el resultado está a la vista, lo sufre el país en la piel.
Hoy la situación es dramática. El país que era esperanza para la humanidad, que rescataba el futuro posible, que se oponía al capitalismo, ahora yace inerme en las garras de un capitalismo de saqueo. El gobierno madurista, de esencia lumpen marginal, sirve a los capitalistas internacionales y a los capitalistas forajidos nacionales, para desvalijar al país, exprimir a la población, y en el intento destruye al país, lo hace inviable, lo precipita por un abismo. La oposición gringa forcejea por estabilizar, componer, el rumbo capitalista, lo que equivale a poner orden en la entrega del país y el despojo del pueblo.
Es así, al final de la torta de maduro el país se encuentra atrapado entre el desastre madurista y el desastre ordenado, sistemático, que le propone la derecha gringa. En estas circunstancias no hay futuro más allá de las tinieblas. Es necesario evidenciar otra opción que rompa con la unanimidad capitalista, que muestre otra solución diferente al gobierno traidor y a la oposición gringa. Que le devuelva al pueblo humilde, desposeído, la pasión que una vez tuvo, cuando sabía que construía un ejemplo de vida para la humanidad.
Se debe romper con la trampa, el espejismo, de la falsa escogencia entre un gobierno bueno, que sustituye a un gobierno malo, y los dos son lo mismo, se mueven en el mismo capitalismo que es la causa de los males. De esa manera, con ese truco, el capitalismo permanece. La salida es un cambio radical, eso lo avizoró Chávez, y planteó el Socialismo.
Y el pueblo vio que el Socialismo era bueno, lo poco que se pudo construir cambió la autoestima de la gente. Los desposeídos, unidos tras metas altruistas, sintieron su poder, se sintieron queridos y quisieron como nunca a su Patria, que la supieron suya, se sintieron parte de la Humanidad. Tuvieron razones sagradas para vivir y luchar. Se recuperaba la condición humana, el hombre dejó de ser un aislado de sus semejantes, un ser fracturado, y conseguía integrar su condición biológica con su condición social y espiritual, su animalidad unida a su espiritualidad. Ese camino, esa posibilidad de concreción del sueño, la dilapidó maduro.
Ya la historia lo condenará, por ahora debe criticarse, reconocer su fracaso, y renunciar y abrir camino a la recuperación de la opción Socialista. Y si no lo hace, si su ambición se opone a este gesto decente, si desperdicia esta oportunidad de reivindicarse con la historia, con el Comandante Chávez, con su pueblo, entonces habrá que renunciarlo. Antes de que el país llegue al punto de no retorno, sea irrecuperable.
¡CHÁVEZ, LOS JUZGA!