Política es pensar en la sociedad y cómo organizarla mejor; en la polis, y hacer que esta funcione de la mejor manera, de forma equilibrada. La sociedad capitalista organiza la sociedad para la producción capitalista, para la acumulación del capital y concentración de la riqueza en muy pocas familias; organiza la sociedad en una gran contradicción, donde los que menos tienen, la mayoría de la sociedad, trabaja para sostener la vida glamorosa y ociosa de una minoría que lo tiene todo. La lucha por el socialismo promete resolver esa gran contradicción demoliendo la lógica del capitalismo; su estructura espiritual cimentada en los privilegios, y luego sustituir gradualmente la propiedad privada de los medios de producción por una propiedad social a fin de que sea la sociedad la que genere la base material que necesita para vivir bien (lo que permitiría el desarrollo espiritual individual, personal, a lo máximo).
Nuestras crisis (que dicen algunos en plural) se reducen a una sola, la crisis política por falta de política. Después de la muerte de Chávez Venezuela se fue convirtiendo progresivamente en un hervidero de oportunistas peleando por aprovecharse de las riquezas del Estado, de la renta petrolera y de lo que fuera, haciéndose del poder, manipulando y mintiendo a la gente, confundiendo la política con la demagogia desde el gobierno. Esto se hace vaciando de contenido semántico los discursos, halagando a las masas, convenciendo a la gente de que se trabaja para su bienestar cuando en realidad se hace para provecho propio; decir que se estaba haciendo una revolución socialista cuando en realidad se estaba fortaleciendo el espíritu mezquino y egoísta de la masa y el oportunismo del mercader, tanto con inversión material como con falsas razones, de forma espiritual.
Nuestra crisis es que no hay propuestas políticas en juego sino candidatos a gobernar sobre una misma opción política, social y económica, a saber: el capitalismo y su forma de organizar la producción y la sociedad, para el lucro y abultar las fortunas de los más ricos. Lo que ahora llaman lucha política es en realidad una lucha por el poder, el poder como control del gobierno, ese es su objetivo, procurarse el medio de cómo llenarse de privilegios.
Cuando surge Chávez subvirtiendo el orden, con él regresa la política al país, porque ofrece una visión de cambio radical en el orden político y social agotado de la cuarta república. Antes de Chávez la última crisis política fue el agotamiento del sistema y quizás la amenaza de la insurgencia guerrillera de los años 60, 70 y 80. La crisis de hoy es porque ni siquiera existe esa amenaza, porque no existe otra opción alternativa al capitalismo; no hay socialistas peleando en la contienda, solo capitalistas moderados y capitalista radicales, los cuales se confunden, no existe una frontera clara entre unos y otros.
Por principios, después de Chávez, un socialista verdadero no participa en unas elecciones como estás conociendo su naturaleza clientelar y francamente decadente (o decaída). Chávez agotó todas las posibilidades “pacíficas” de un cambio radical hacia el socialismo. Pero dejó una constitución y un cuerpo de normas de carácter socialistas, que, correctamente interpretadas, hubieran permitido avances políticos, sociales y económicos importantes a favor de la revolución social socialista. Una de ellas es el referéndum revocatorio, y los referéndum en general para la consulta popular; la propiedad social como forma de propiedad de obligación constitucional; la organización de comunas y otras formas de organización social alternativas a las alcaldías, etc., elementos de carácter político y económico frente a las viejas estructuras del Estado burgués y el modelo capitalista. También dejó pendiente un plan de acción política falsificado por el madurismo, el Plan de la Patria 2013-2019
Pero estas leyes no fueron bien interpretadas, fueron manipuladas por reformistas, hasta hacerlas desaparecer como fórmulas válidas de cambio social, hasta vaciarlas de su contenido semántico. No hay crisis política, porque no hay política ni políticos, en su mayoría son solo bichos peleando por una carroña. Maduristas y guaidoses, que luchan por el poder, y que ofrecen y son lo mismo en el fondo.
Ahora, agotadas las opciones dentro de la legalidad burguesa, solo nos queda romper la norma, de la misma manera que siempre lo hizo la burguesía, saliéndose con la suya, siempre impune ante la violación de sus propias leyes: como lo muestra de forma elocuente el indulto presidencial.
Si queremos hacerle honor a la revolución y a Chávez debemos obviar las elecciones y convocar una junta revolucionaria que reemplace al gobierno oportunista de Maduro y corregir este súper desvío haciendo política de verdad, torciendo el sistema y convocar al pueblo y a los chavistas a la calle, a debatir opciones políticas verdaderas, no candidaturas sobre barajitas repetidas.
La derecha y sus técnicos liberales –también el pragmatismo de Maduro – se presentan al mundo como la solución única e inevitable a las crisis económicas, como si fueran fórmulas matemáticas apolíticas, sin embargo todas han crecido del árbol de la renta y el frío cálculo material del lucro; lejos de ser la solución son la causa verdadera de las crisis, de las guerras, de la anarquía, ignorancia, la devastación de la naturaleza, hasta del coronavirus, y un largo etcétera.
Frente al fatalismo capitalista el socialismo es la alternativa para la redención de la humanidad, siempre y cuando se luche y se trabaje con constancia y empeño; todos, “direccionados hacia una radical supresión de la lógica del capital… paso a paso pero sin aminorar el ritmo de avance hacia el socialismo” dicho con palabras de Hugo Chávez.
Sin socialismo no habrá patria, no habrá paz y no habrá justicia verdadera, no habrá humanidad. Volvamos a Chávez, saltémonos las elecciones y convoquemos otra reconciliación nacional, en torno a la justicia social, a la revolución y al Plan de la Patria olvidado, el original, que espera por nosotros.