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ActualidadNos explotan en nombre del socialismo

Nos explotan en nombre del socialismo

Dice Marx: “…el obrero asalariado sólo está autorizado a trabajar para mantener su propia vida, es decir, a vivir, si trabaja gratis durante cierto tiempo para el capitalismo”, es la manera más palmaria de explicar la explotación del trabajo humano en el capitalismo. Hoy en Venezuela esta suerte de “ley de la explotación” tiene más que sentido, cobra cuerpo en cada trabajador que no tiene suficiente dinero, ni siquiera, para trasladarse al trabajo el cual sólo le concede el derecho a estar vivo, ni siquiera con salud, solo vivo.

Hoy la salud es un lujo. Con la desaparición de los beneficios laborales y de muchos contratos colectivos, el trabajador de la ciudad está cada vez más pauperizado, igual pasa en el campo. Por supuesto la idea del tiempo libre para la recreación y el esparcimiento está negada de plano; el ocio, necesario para pensar y expandir las fuerzas creadoras, mucho más que negado. Todo lo fundamental que promete el socialismo al individuo, en este momento no exista, está negado.

Lo primero que se nos ha imposibilitado en este estado de explotación es la lucha revolucionaria, pensar, estudiar y actuar con la mirada puesta en la liberación de la esclavitud a un trabajo ineludible, de la explotación capitalista. Luego se nos ha negado el tiempo para pensar en otra cosa que no sea cómo mantenernos vivos y mantener vivas a nuestras familias, además del derecho al descanso y el esparcimiento. Hoy, más que nunca, estamos atados a una noria, que es la eterna vuelta de la explotación humana.

Calidad de vida en el socialismo es potenciar al máximo las capacidades individuales, liberar a la persona del trabajo que nos esclaviza al sostenernos vivos para seguir trabajando, mediante el trabajo consciente, creador y cooperativo (mediante la producción racional de bienes), Este otro trabajo deja mucho espacio y tiempo para solo crear y pensar, actividades que nos distinguen de los asnos y demás especies vivientes, por lo menos hasta donde sabemos. El socialismo prefigura una sociedad de individuos sanos, más libres y evolucionados.

Calidad de vida en el capitalismo es un mito. Solo aquellos que todo lo tienen pueden acceder al ocio, al conocimiento verdadero, inclusive al trabajo creativo. En cualquier sociedad siempre el artista será la excepción a esta regla, aquel que lleva el testigo del conocimiento artístico, pero casi siempre a costa de su propia existencia, los grandes artistas se mueren de hambre y suelen ser explotados. Y aun así tiene que nacer en un medio familiar y cultural adecuado, propicio para el trabajo artístico y el conocimiento.

El ideal dentro del socialismo sería que todos sus individuos fueran artistas y científicos, desde el campesino, mecánicos, albañiles, carpinteros, hasta el cirujano, el diputado y el presidente. Para eso hay que hacer una verdadera revolución social socialista, eliminar de nuestras preocupaciones morales la propiedad privada, la idea de que la acumulación y posesión de cosas materiales nos hace mejores y distinguidos, acabar con la esclavitud al trabajo explotador para expandir la ganancia de unos pocos,  y sustituirlo por el trabajo solamente para satisfacer nuestras necesidades sociales básicas: alimentación, vivienda, educación, salud y ocio, tiempo de ocio entendido como tiempo libre. Superar el capitalismo es superar todos los prejuicios capitalistas o burgueses, con el conocimiento artístico y científico de cara al perfeccionamiento del ser humano. Conocimiento es perfección.

¿Qué se busca y qué se alcanza con la expansión de la fuerzas productivas dentro del modelo capitaliza? Primero, se busca maximizar la ganancia de los capitalistas. Ningún capitalista invierte su capital si no lo multiplica. Al capitalista poco le importa la sociedad o la inversión social si eso no le aporta algún beneficio extravagante.

Sin embargo, el proceso creciente y constatable de la acumulación y concentración del capital mundial es una muestra de que la inversión social es inversa al crecimiento económico capitalista: mientras más crece la economía mundial más se empobrecen y embrutecen los pueblos colonizados y saqueados por los imperios o gobiernos más ricos, y a su vez merma la vida de  los trabajadores, aumenta el desempleo, se reducen los sueldos, aumenta el tráfico de ilegales explotados (hombres, mujeres y niños); en modelos como el de las maquilas, o las Zonas especiales de desarrollo económico en China (ahora en Venezuela y Ecuador, zonas liberadas de controles impositivos y legales para la explotación máxima de la mano de obra y para agrandar la ganancia y “estimular las inversiones”)…, es la única manera de sostener los niveles de crecimiento, es decir, de ganancias: concentrando el capital cada vez más en menos manos, la ganancia distribuida en menos familias, dilatando las brechas sociales.

¿Qué se alcanza con esa expansión de las fuerzas productivas dentro del modelo capitalista? Explotar de forma más cruenta y salvaje al trabajador; “a esto no se le ve ninguna ventaja desde el punto de vista humano – le diríamos a Maduro y al economista criollo”: someter  a todo un pueblo trabajando en un estado de esclavitud, o peor, de esclavitud capitalista, donde el individuo es libre de morirse de hambre o preso en una cárcel.

Es así como China ha crecido económicamente, explotando con más furia a los trabajadores. EEUU sembrando al mundo de “maquilas”, y ahora dentro de las mismas ZEDES chinas. Inglaterra explotando a sus ilegales, haciéndose los pendejos, y colonizando de nuevo a países como Venezuela o Ecuador o Bolivia o Argentina o Chile o África, Asia, etc. etc. etc.

Todo gobierno que deje una brecha al capitalismo será colonizado apropiadamente por los imperios del mundo. Nosotros decimos, todo gobierno reformista deja una brecha por donde pasa el capitalismo salvaje disfrazado de caperucita roja. Es el cuento del “capitalismo democrático”, del “capitalista bueno y honrado” o “nacionalista”, el cual no existe, pero se lo auto infringen los reformistas para aliviar el sentimiento de culpa. Es el cuento de Maduro, quien ahora nos sostiene la cabeza pegada al piso para que resistamos la explotación y el hambre que ahora nos proporcionan los mismos empresarios capitalistas aliados del gobierno – o con el consentimiento del gobierno –, en eso  que maduro llama la “democratización de la economía”, otra forma de llamar al capitalismo por los reformistas y socialdemócratas. Sin embargo Maduro lo hace en nombre del socialismo, difamando al socialismo. Pero la realidad es que hoy le trabajamos gratis al capitalismo sólo porque nos mantenga vivos.

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