Votar este 28 de julio es legitimar una farsa. No voy a votar porque siempre vencerá el capitalismo, en cualquiera de sus modalidades, más o menos atrasadas. Desde la muerte de Chávez voté una sola vez. Voté por Maduro y lo primero que hizo Maduro fue falsificar el plan de la patria y reunirse con la oligarquía criolla y Venamcham, desde entonces no voto. Y votar por la derecha lacaya de Estados Unidos no es una opción, nunca será una opción para mí, no importa si son payasos de televisión, pastores evangélicos, adecos catanares, o mantuanas. Votar por un falso socialismo, develado, descubierto como falso, que se sostiene a través de trampas legales, mentiras, coacciones, chantajes, no lo voy hacer. O fortalecer con mi voto la falsa democracia burguesa que niega en sus elecciones la posibilidad lógica de una verdadera revolución, no parece muy inteligente. Lo correcto es no votar, no legitimar esta farsa silenciando nuestra voz, quitándole el oxígeno a este parapeto electoral.
No voy a votar a favor de que el capitalismo extienda su lógica y consolide las diferencias de clase, siga explotando la mente de las personas, incluyendo a la de los políticos, con sus mentiras e ilusiones de prosperidad; para ayudar a que la gente abandonada siga descalza comiendo de la basura, niños, adolescentes y adultos; contribuir a que la gente siga creyendo que el mundo es así y así siempre será, viva y muera en la ignorancia y sin esperanzas de pueblo, para que después de las elecciones vea con indiferencia cómo toda una clase de oportunistas comienza a prepararse para otras elecciones en un eterno retornelo y festín de ladrones, y se hunda cada vez más en su desesperanza y el fatalismo. No voy alimentar esta payasada con mi voto, no voy hacerle el juego a la paz de los pendejos, donde de hecho ya nos peleamos unos con otros por alcanzar la salvación de nuestras vidas. Las elecciones del 28 consolidan la fragmentación de la sociedad.
Después de la victoria de Chávez en 1999 hubo un golpe de Estado a solo dos años después de ésta, organizado por los que ahora defienden estas elecciones, sin embargo Chávez vencedor de los golpistas fue capaz de sostener la confianza de la población por los cambios radicales al sistema y la sociedad, la gente viendo cómo, poco a poco, su presidente y comandante iba develando la hipocresía del capitalismo, de los capitalistas y de los falsos demócratas, descubriendo a los flojos, a los infiltrados conspiradores, a los reformistas conspiradores en contra de sus planes, a los oportunistas… hasta que lo asesinaron.
A pesar de todo su escepticismo por el sistema de elecciones burguesas Chávez participó en ellas ganando todas y admitiendo la derrota en un referéndum muy importante para enmendar la constitución, a pesar de todo Chávez creyó en lo que hacía, seguro de que su pueblo entendía que el camino correcto era el de cambiar la sociedad para salvarnos todos como sociedad y no a un grupito de empresarios y aprovechadores, impulsar otra forma de democracia, participativa y protagónica, no solo representativa. Duro golpe para el pueblo de Chávez fue ver cómo Maduro y sus encubridores comenzaron a aliarse de nuevo con los empresarios golpistas y revertir todo el esfuerzo político que hizo el comandante para cambiar la conciencia y la sociedad todavía cautiva del espíritu capitalista, infectada de las veleidades capitalistas, del egoísmo y la indiferencia propia de los aspirantes pequeñoburgueses, pero también de la falsa democracia burguesa. Todo aquel que creyó en él, después de su muerte y ante la realidad de una traición hoy está desbaratado, desilusionado, y un resto atontado y arreado con promesas y mentiras o pagado con migajas. Solo ese resto va a votar en estas elecciones, y nosotros les decimos que no voten, que peleen por objetivos reales, que muestren su poder con el silencio, su rechazo a la farsa, a esta comedia de elecciones, con el silencio. No le hagas el juego a la mentira, no votes.